Bandera de palestina del Mandato Britanico 1924-1948
No existe tal cosa como Palestina, no porque yo lo diga, sino porque nadie puede probar que existió físicamente. No tiene monedas, ni capital, ni literatura clásica, ni arquitectura, religión o fundamento étnico. Su única razón para existir es oponerse a la existencia de Israel.
Es una paradoja de Schrödinger: una idea que solo existe cuando se ve y se desvanece cuando se desafía, una ficción diplomática que se convirtió en moneda.
Los habitantes de Gaza, Ramallah, Jenin y Nablus son una población fabricada. Sus antepasados no fueron conquistados por israelíes, sino colocados allí por regímenes árabes y británicos. Sus orígenes son sirios, egipcios, beduinos, circasianos, sudaneses, kurdos y balcánicos, traídos por las campañas de importación otomanas y británicas para el reclutamiento de mano de obra y milicias. Muchos eran criminales, exiliados o indeseables expulsados por los estados árabes, al igual que el profeta bahá»í fue exiliado en 1868 a Akko en Judea por Qajar Irán, a lo que entonces era el rincón más desfavorecido del Imperio Otomano. En ese momento, Akko era conocida como una ciudad prisión plagada de enfermedades.