Los últimos movimientos en el lado del régimen en la guerra de Siria sugieren un esfuerzo por parte de sus aliados, entre ellos Rusia, para "congelar" el conflicto en vez de seguir la marcha hacia la victoria. Esto se debe a que es evidente que la victoria en la forma originalmente concebida - la reconquista de la totalidad del país por parte de los Assad- ya no está al alcance.
Congelar un conflicto en este sentido, no implica que la conflagración se volverá inerte o inactiva; sino que más bien continuará ardiendo sin una resolución.
Las declaraciones más recientes de los líderes y portavoces de los distintos elementos que apoyan al dictador, por su parte, ofrecen pistas sobre cómo el conflicto en curso está siendo presentado, por los aliados del presidente sirio Bashar Assad, como una lucha contra el "terrorismo", ejemplificado, según ellos, tanto por el Estado Islámico como por su rival Jabhat al Nusra.
En términos de la situación sobre el terreno, la llegada de efectivos y equipos rusos a la provincia de Latakia tiene por objeto reforzar el enclave del régimen en la zona costera occidental. No hay indicios, sin embargo, de una estrategia rusa de participar en una campaña terrestre para recuperar la gran franja del norte de Siria, perdida a manos de los rebeldes y del Estado Islámico. Más bien, el despliegue sugiere un componente de tierra limitado, con un mayor enfoque en la capacidad aérea.
Imágenes publicadas como primicias en un artículo que junto con Mark Galeotti escribí para la Revista de Inteligencia Jane (Jane’s Intelligence Review) ofrecen evidencias de mejoras en la infraestructura y el transporte de pertrechos, por parte de Rusia, en el Aeropuerto Internacional Basil al Assad de Latakia.
Rusia está volando, desde este sitio, los aviones no tripulados Yakovlev Pchela-1T, y parece que va a comenzar desde allí mismo los vuelos de aeronaves de ala fija en un futuro próximo. Estas operaciones aéreas parecen dispuestas a respaldar a las fuerzas gubernamentales asediadas, ayudándoles en su lucha contra los rebeldes y aliviando la presión sobre la abrumada fuerza aérea del propio Assad.
El Daily Star de Beirut informó que, más al sur, Hezbollah está por poner fin a las operaciones ofensivas en Siria, tras la conclusión ambigua en el Qalamoun, lanzada en julio pasado. El propósito de esa ofensiva era borrar a los rebeldes islamistas suníes de la zona ubicada al noroeste de Damasco y justo al este de la frontera sirio-libanesa.
La marcha ha sido más lenta de lo esperado, y las bajas de Hezbollah fueron altas. La etapa final de la ofensiva fue la reconquista de la ciudad de Zabadani.
Sin embargo, Zabadani será asegurado por el régimen, según parece ahora, no a través de la conquista militar; sino mediante el toma y daca con los rebeldes.
Han surgido reportes sobre las negociaciones, a través de terceras partes, entre representantes de los rebeldes y oficiales iraníes y de Hezbollah. El acuerdo permitiría el paso seguro para los combatientes rebeldes que quedan desde el centro de Zabadani. A cambio, los rebeldes permitirían la salida del resto de los civiles de los pueblos chiís de al Foua y Kefraya. Estos representan las últimas áreas bajo el control del Gobierno en la provincia de Idlib, en el noroeste del país. El alto el fuego anunciado que ha acompañado a las negociaciones se ha mantenido, hasta ahora.
Habiendo conseguido sus objetivos, aunque a un costo alto y en parte por medio de negociaciones, Hezbollah parece que se dispone ahora a tratar de mantener esas áreas, como parte de un esfuerzo mayor por parte del régimen y sus aliados de consolidar el control sobre cerca del 20 por ciento de Siria, que es lo que le queda a Assad.
Los propagandistas y voceros del bloque regional pro iraní ya han empezado a enmarcar esta política como una campaña contra el "terrorismo". Sin duda, el mayor uso de los medios aéreos será comparado con la campaña aérea de la coalición internacional contra el Estado islámico.
Es probable, que este último se vea también a sí mismo como el objetivo de mayor atención del régimen, para hacer esta comparación plausible. Pero la verdadera lucha será la de defender el enclave existente del régimen contra los rebeldes.
Ibrahim al Amin, editor del periódico libanés pro-iraní y pro-Hezbollah Al Akhbar, anunció la llegada de un nuevo bloque al que llamó la alianza "4 + 1" contra el terrorismo. El "4" se refiere a Rusia, Irán, Irak y Siria. El "1" adicional es Hezbollah. Según Amin, esta nueva alianza constituye un "cambio estratégico" de la situación siria, y se dispone a incluir el "envío de fuerzas especiales rusas e iraníes hacia las zonas controladas por Assad".
Amin, cuyo estilo de escritura algo sobrexcitada recuerda a la propaganda nacionalista árabe de las décadas pasadas, también predijo un papel principal en el terreno para las fuerzas rusas en el campo de batalla sirio. Los rusos, afirmó, "jugarán un papel destacado en el terreno y participarán en combate en el campo de batalla con su armamento avanzado conduciendo las operaciones de ataque y participando en el bombardeo de artillería, las ofensivas aéreas y otros, junto con el Ejército sirio y Hezbollah".
Una interpretación rival y menos impulsiva sobre la actividad rusa en Siria, cuyo autor es Abdulrahman al Rashed, apareció en el periódico pro-saudita Asharq Al Awsat (del cual Rashed es ex editor). Rashed especula que el refuerzo de tropas rusas en Latakia podría presagiar una decisión del régimen de Assad de salir de Damasco y, finalmente, establecer el tan discutido enclave alauita en el área costera occidental. Se refirió al redoble de la apuesta ruso e iraní en favor de Assad como un "juego perdido".
Pero si Amin yerra en la representación de la iniciativa "4 + 1" como una cuestión de gran importancia histórica; Rashed es quizás excesivo al sugerir que el retiro del régimen de la capital podría ser inminente, y al representar la causa de Assad como desesperada.
La zona más asediada por el régimen en los últimos meses ha sido la zona costera occidental en sí, en lugar de Damasco. Hasta el momento, la tarea más inmediata que enfrentan Rusia, Irán y otros aliados del régimen es solidificar su control, precisamente, en la costa occidental. Damasco, por el contrario, es testigo de enfrentamientos entre los rebeldes y las fuerzas del régimen; pero parece algo más sólidamente en las manos del Gobierno.
En las últimas semanas, la dinámica más notable en la guerra siria ha sido la ausencia de cambios importantes con respecto a la posesión del terreno, junto con un fuerte repunte en la actividad aérea del régimen y los bombardeos. Esto, combinado con el alto el fuego local en Zabadani y el frente de Idlib, sugiere que el objetivo inmediato de los aliados de Assad es la conservación del enclave del régimen tal como está constituido actualmente, en lugar de una "guerra contra el terrorismo" grandiosamente pintada por el régimen y la propaganda pro-Hezbollah o la más desesperada retirada representada por Rashed.
Si se logra este objetivo, ¿podría eso a su vez conducir a Siria a convertirse en otro de los "conflictos congelados", que son la especialidad de la estrategia rusa tal como está conformada actualmente? Dada la correlación de fuerzas en el terreno y el estancamiento diplomático, esa posibilidad no debería ser de ninguna manera descartada.
Fuente: Jpost.com
Jonathan Spyer es director del Rubin Center of Global Research in International Affairs Center en el Centro Interdisciplinario de Herzliya y miembro del Middle East Forum.
30/09/2015 en AURORA DIGITAL.