domingo, 30 de junio de 2019

La comunidad judía de Sevilla pide sitio para reivindicar su identidad y su historia

Los israelitas sevillanos trabajan para convertirse en un colectivo sólido y reconocible. Al ala más tradicional se ha unido la asociación Beit Rambam, más aperturista y activa.

Celebración del Jánuca 2013 en la Fundación Tres Culturas - ABC


Hay sevillanos que en la noche de este domingo celebran el año nuevo: los de la comunidad judía. Concretamente, festejarán el inicio del año 5.777. El Rosh Hashaná, Año Nuevo Judío, supone el arranque de los llamados «diez días de arrepentimiento» que concluyen con el Yom Kipur, Día de la Expiación, el día 12. Vienen haciéndolo en los últimos años con fuerzas renovadas, ya que los israelitas sevillanos han comenzado a organizarse con mayor rigor y entusiasmo en busca de la consolidación como colectivo. En el último lustro han desarrollado un intenso trabajo para reforzar los contactos entre las familias que profesan esta religión. La corriente más joven y aperturista, además, se ha robustecido con el avance de una nueva asociación en la que se fomentan los valores y la cultura judaica, con el objetivo añadido de buscar un lugar fijo y propio de acogida y convivencia en la capital andaluza. Entre todos tratan de dar también los primeros pasos para erigirse a la mayor brevedad posible en comunidad oficial como tal para ser reconocida por la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) una vez conseguida la presencia de otras muy cercanas como la de Málaga. Es algo secundario en estos momentos iniciales para esta población, pero se incluye entre sus objetivos a corto y medio plazo.





En la Costa del Sol sí existe un colectivo amplio, muy bien organizado desde hace años, con actividades, una sinagoga propiamente dicha, tiendas de comida kosher y una intensa relación entre sus componentes que la convierte en referente en el sur de España. En el caso sevillano la realidad está aún alejada de ese ejemplo por la disgregación y el número de componentes. No existen censos, como es lógico, pues no todos los judíos participan en los actos religiosos que podrían servir para tener un control aproximado de la cantidad de miembros, pero se calcula que existen en la ciudad unas sesenta familias, en torno a unas 150 ó 160 personas, de los aproximadamente 3.500 de Andalucía (en España hay casi 40.000 judíos). Con todo, se está poniendo la semilla para consolidar un colectivo incipiente y con ganas de compartir experiencias y cultura. Que ya tuvo su espacio importante en la ciudad hace siglos y que quiere reivindicar ese legado sefardí.

Conviven en la capital andaluza un par de ramas de este caleidoscópico pueblo. De una parte, la Comunidad Israelita de Sevilla, ala más antigua y de corte ortodoxo, con una visión más anclada y estricta del judaísmo y que desde los años 60 realiza sus encuentros y celebraciones religiosas en un local de la calle Bustos Tavera. Casi todos tienen ascendencia marroquí, del antiguo protectorado español (Tánger, Larache, Casablanca…) o de Ceuta y Melilla, y su media de edad es ya elevada.

De otro lado, el nuevo impulso hebraico tiene su motor en una asociación, Beit Rambam, entidad de corte progresista dentro del mundo sefardita, con una visión aperturista de la fe (las llamadas «modernas respuestas») que comenzó su labor hace ya varios lustros cuando grupos de judíos de distintas nacionalidades residentes en Andalucía comenzaron a concretar un objetivo con el que llevaban tiempo soñando: crear una comunidad que acogiera e integrara la diversa realidad del judaísmo andaluz del siglo XXI. Y en Sevilla, varias personas iniciaron el proceso que ahora pretenden que les lleve a ser una comunidad sólida y reconocible. En los inicios, la base estuvo en Córdoba, convirtiéndose la asociación en una referencia para los grupos de judíos que, poco a poco, empezaron a tomar contacto entre sí. El interés por este por este proyecto cobró fuerza en un breve espacio de tiempo, sobre todo en Sevilla, de tal forma que fue en esta ciudad donde se decidió centralizar la base de actuación de la comunidad para atender a los miembros residentes en otros puntos del territorio andaluz.

Comunidad Israelita, en la calle Bustos Tavera - RaÚL DOBLADO

En 2012, finalmente, se concretó el viejo sueño comunitario y se elaboraron los estatutos de la entidad, que decidió tomar ese nombre de Beit Rambam como homenaje al filósofo judío cordobés Maimónides (Moshé Ben Maimón, el Rambam). Varios de los asociados, constituidos como primera junta gestora, con la presidencia de Leslie Routman y sede en Sevilla, tomaron el relevo de los promotores iniciales, dando continuidad al proyecto para convertir lo que comenzó siendo una pequeña javurá (una especie de hermandad para mantener cierta cohesión) en una comunidad judía de pleno derecho. Después de un año de funcionamiento y consolidadas las bases de acuerdo iniciales —ya se celebró en 2013 el primer Jánuca en la Fundación Tres Culturas, de hecho—, en 2014 se eligió por votación a la primera junta directiva de Beit Rambam de Andalucía, que tiene en Sevilla su centro neurálgico.

Compleja realidad identitaria

Ésta aglutina hoy a un colectivo plural, con vocación de reflejar fielmente la compleja realidad identitaria judía, en toda su diversidad. Los miembros desean mantener viva esa identidad, de acuerdo a los principios de igualdad, tradición y modernidad. Como apunta a este o periódico una de sus fundadoras, Varda Fiszbein, se trata de una comunidad «abierta a todos los judíos», tanto residentes como visitantes temporales de Andalucía. «Nuestro criterio es más inclusivo con todo tipo de colectivos —explica—, más adaptado a los tiempos, pero hacemos muchas cosas de manera conjunta con la Comunidad Israelita, como el acto en el Parlamento de Andalucía de los 27 de enero que recuerda la Shoah (el Holocausto) y la liberación del campo de Auschwitz, o también algunas celebraciones religiosas con la cobertura constante de la Fundación Tres Culturas».

«Ha llegado el momento de trabajar por el 
futuro de la comunidad judía andaluza»

«Entre nosotros, todos ellos tienen un lugar y un espacio de encuentro y participación: hombres y mujeres, sefardíes y asquenazíes, religiosos y laicos, sin distinción», destaca el actual secretario de Beit Rambam, Jorge Sevilla. «Los judíos integrados en Beit Rambam somos conscientes de que no es tarea fácil la que se han propuesto —explica Sevilla—, pero tenemos la convicción de que ha llegado el momento de disponerse a trabajar por el futuro de la comunidad judía andaluza con profesionalidad y entrega». La juventud de sus integrantes y, sobre todo, esa lectura aperturista y moderna del judaísmo hace que desde esta asociación sea desde la que se está pilotando buena parte del impulso que la población hebraica está dando a sus actividades y su visualización.

Para ello, una de las aspiraciones de Beit Rambam para los próximos años es encontrar esa sede fija y que reúna unas condiciones suficientes de dignidad para esa anhelada pujanza. Hasta ahora, vienen utilizando un local de la calle Feria y, para reuniones, encuentros y actividades más formales, un par de salas que el Ayuntamiento de Sevilla les cede en el Palacio de los Marqueses de la Algaba, restaurado y reabierto hace varios años. Prácticamente a la par de la apertura al público del Centro de Interpretación del Judaísmo en el Barrio de Santa Cruz. En estos locales, la entidad ha organizado comidas de confraternización, actos culturales y, por supuesto, celebraciones de acuerdo con su calendario religioso. «La población judía es muy discreta —especifica el secretario de Beit Rambam— y no va a moverse para pedir a las administraciones subvenciones o un local, no casa mucho con el carácter de nuestra gente. Pero poco a poco irá consiguiendo los recurso suficientes para poder tener un sitio en propiedad donde seguir desarrollando esta labor de crecimiento».

Málaga, Gibraltar y Rota

En el horizonte, alcanzar ese estatus de comunidad oficial dentro de la Federación Española y el nivel de organización y fuerza de colectivos como el asentado en el litoral malagueño. Nutrido especialmente con judíos franceses instalados en la costa, ese es el mayor del sur peninsular si se hace excepción de Gibraltar, colonia británica con un alto porcentaje de población israelita de todas las facciones. En lo que a Andalucía se refiere, la población judía se concentra especialmente en la Costa del Sol, las ciudades de Córdoba, Jaén y Sevilla —donde empieza a presentar cierto empuje— y, además, en la base militar norteamericana de Rota, donde residen familias estadounidenses de esta fe.

Centro de Interpretación Judería de Sevilla - R. DOBLADO

Sevilla abandona la Red de Juderías de España por no considerarla «rentable»

El Ayuntamiento de Sevilla ha abandonado hace varios meses la Red de Juderías de España, tras un acuerdo en el pleno municipal, al no considerar «rentable» la pertenencia a esta asociación de ciudades para el fomento del patrimonio judío en el país, que también sirve a los municipios adheridos a la misma como gancho turístico, como es obvio. La capital andaluza se sumó a esa Red de Juderías-Camino de Sefarad a finales del año 2011, con el gobierno municipal del PP. En esta entidad están presentes Barcelona, Toledo, Palma, León, Segovia, Ávila, Cáceres, Córdoba y otros municipios con destacadas juderías, como el Barrio de Santa Cruz sevillano. Sin embargo, éste no ha sido suficiente para mantenerse en ese club, según la opinión municipal, que ha puesto por delante teóricos motivos de rentabilidad.

El actual gabinete, liderado por el socialista Juan Espadas, ha considerado que la inversión que se realiza en esta asociación «no provoca el retorno económico deseado». Esa es, al menos la explicación oficial que ha aportado el Ayuntamiento hispalense, que habla también de una «duplicidad de actividades de promoción», pues el Consorcio de Turismo «ya de por sí tiene rutas sefardíes entre sus productos y promociona este ámbito en sus campañas fuera de la ciudad». Además, el gobierno municipal justifica su decisión de abandonar la Red de Juderías en que ésta tiene un amplio componente cultural y «ese no es el cometido del Consorcio de Turismo», mediante el cual estaba adscrita al ciudad a esa asociación. «Esto ocasionaba problemas a la hora de justificar la pertenencia y las aportaciones económicas a las actividades». No obstante, no se ha planteado un simple cambio en el área que se usa para vincularse a esa red de ciudades (y hacerlo desde Cultura en lugar del Consorcio), sino que sencillamente se ha abandonado la entidad. El Ayuntamiento explica que ya desarrolla otras actividades de promoción del legado sefardita.


03/10/2016 en ABC





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