viernes, 20 de noviembre de 2020

¿POR QUÉ MILES DE JUDÍOS QUIEREN CONOCER LUCENA?

Todas las respuestas en este recorrido por la historia, los escenarios y los personajes que mantienen viva el alma de Eliossana.
Alícia Bea


Un grupo de Estados Unidos, una familia de Israel, una pareja de argentinos... Este podría ser el típico censo de visitantes de cualquier destino, pero la cosa cambia cuando se trata de Lucena y son judíos de todo el mundo que llegan en busca de sus raíces. ¿Qué les impulsa a viajar al corazón de Andalucía? El descubrimiento que cambió el rumbo de esta ciudad cordobesa: su cementerio judío, el más grande y mejor conservado de Europa. Este hallazgo se propagó como la pólvora y encendió la llama de la Lucena actual, un municipio que año a año ve crecer el número de extranjeros que pasean por sus calles.

Una vez llegan, comprueban que Lucena fue durante siglos uno de los enclaves más importantes de la cultura judía, la antigua Eliossana. Una ciudad, habitada intramuros exclusivamente por seguidores de la ley de Moisés, que en su época de mayor esplendor albergó una academia de estudios talmúdicos de fama universal por la que pasaron eruditos como Ibn Megas, Maimónides o Jehudá ha Leví.

Y lo mejor, que la herencia de esta próspera judería libre de gentiles, conocida como la Perla de Sefarad, sigue viva. Monumentos, calles rotuladas en castellano y hebreo, tradiciones, vocablos, gastronomía... Este rico legado sefardí, que cada vez genera mayor interés, se traduce en un interesante viaje a la Edad Media en esta pequeña y accesible localidad, en la que aún resuenan canciones judeoespañolas y se siguen fabricando de forma artesanal menorás de bronce y januquiás de barro. Una desconocida Lucena que brilla de nuevo entre olivares, y se enorgullece de ser una de las juderías más bellas entre las que forman parte de Caminos de Sefarad.


FOTO: THYZZAR

1 / 9     MUCHO MÁS QUE UN CASTILLO

Un buen punto de partida es el Castillo del Moral. No tanto porque aquí estuvo preso Boabdil -último rey de Granada-, sino porque entre sus rudos lienzos de origen almohade está el Museo Arqueológico y Etnológico de Lucena, cita obligada para conocer la edad de oro del judaísmo lucentino y otros aspectos no menos interesantes como la existencia de yacimientos preneardentales como la Cueva del Ángel. Un motivo más: las impresionantes vistas del centro que se divisan desde el Paseo de Ronda y la Torre del Homenaje.


FOTO: THZIMAGE

2 / 9     LA NECRÓPOLIS JUDÍA

Con la lección bien aprendida, toca alejarse del casco viejo para conocer la herencia física más importante de Eliossana: su necrópolis judía. 346 tumbas descubiertas de forma fortuita en el 2006 que guardan la memoria de rabinos, poetas y cuantos vivieron en la Lucena medieval. Años más tarde, todos los restos óseos se catalogaron y se volvieron a enterrar con el máximo respeto. El cementerio se abrió al público en 2013 y su existencia se propagó rápidamente entre las principales comunidades hebreas de la diáspora escribiendo un nuevo capítulo de la Lucena actual. 


FOTO: THZIMAGE

3 / 9     EN BUSCA DE LA SINAGOGA DE ELIOSSANA

En Lucena también es posible descubrir magníficas joyas del barroco cordobés que conectan con su pasado judío. El mejor ejemplo es la soberbia capilla del Sagrario de la iglesia de San Mateo, una parroquia alzada en el solar en el que se encontraba la antigua sinagoga de Lucena, convertida en mezquita hasta la conquista cristiana. También vale la pena acercarse a la cercana iglesia de San Domingo construida, según cuentan las crónicas, con materiales del viejo templo de San Mateo, y pulsar el ambiente que se vive en uno de los barrios más antiguos de la ciudad. 



4 / 9     ENTRE PALACIOS Y PATIOS

De la mano del barroco se llega también al Palacio de los Condes de Santa Ana, construido por una de las muchas familias judeoconversas, los Mora-Saavedra, que se establecieron en Lucena. Su hermosa fachada, sus dos patios y su bella escalera justifican la visita a la actual sede de la oficina de turismo. Otras muestras destacables de la arquitectura civil lucentina son la Casa de Los Mora, que cuenta con un bonito patio manierista porticado, y el Palacio de los Condes de Hust.


FOTO: ALÍCIA BEA

5 / 9     HISTORIAS CON NOMBRE PROPIO

El despertar de Lucena no hubiera sido posible sin el esfuerzo de toda una población volcada en rescatar del olvido este bastión de la España sefardí. Vecinos como Fran Carrasco que, además de presidir la Asociación Cultural Lucena Bet Alfasi, regenta una pequeña barbería con trazas de museo en la que acicala y reparte sabiduría a partes iguales (La Feria, 1). Entre su clientela está otro gran custodio de la Eliossana cordobesa, Manuel Lara Cantizani. En su tarjeta de visita se puede leer Concejal de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Lucena, pero también debería figurar su faceta de poeta y la desbordante pasión con la que contagia su interés por la cultura judía. 


FOTO: ALÍCIA BEA

6 / 9     KANTES POPULARES

Otro ejemplo de recuperación del patrimonio judeoespañol que se está llevando a cabo en este rincón de Andalucía es el Coro de Cámara Elí Hoshaná Ciudad de Lucena, una formación musical nacida en el 2006 que interpreta partituras de grandes autores del Renacimiento y especialmente del cancionero sefardí. Escuchar sus voces entonando a cappella y en ladino temas como Arvoles yoran o Rahelica -que ellos mismos se han visto obligados a armonizar dada la escasez de partituras de la época-, tiene mucho que ver con lo que se conoce como turismo experiencial.


FOTO: TRESCULTURAS

7 / 9     LA LUCENA DEL BUEN COMER

La cocina lucentina guarda el sabor de la tradición culinaria de los judíos andalusíes. Una herencia milenaria que se materializa en platos en los que los frutos secos, la miel o las berenjenas son una constante, en clásicos como los bolos lucentinos o la roña de habicholones, y en muestras de productos kosher, como vinos, aceites y quesos, que se elaboran acatando las estrictas normas que garantizan su pureza. Para pasar de la teoría a la práctica lo suyo es sucumbir a las propuestas del restaurante TRECULTURAS que aúna lo mejor del recetario judío, árabe y cristiano (Herrerías, 2). Y si lo que demanda el paladar es algo más informal, se impone peregrinar por la ruta de tapas de Lucena.


FOTO: ALÍCIA BEA

8 / 9     REPOSTERÍA SEFARDÍ

Para aportar un toque dulce a la visita, nada mejor que dejarse caer por la confitería Cañadas, un establecimiento centenario famoso por la variedad y calidad de su repostería de origen judío. Tres deliciosos bocados lo confirman: las orejas de Amán, los egipcios y las estrellas de Sefarad (El Peso, 11).


FOTO: MIGUEL A. CABEZA

9 / 9     LUCENA AL NATURAL

Sería un error abandonar este rincón de la Subbética sin conocer el entorno natural que lo rodea. Un escenario de humedales, lagunas y rutas de senderismo que conducen hasta preciosos enclaves como la Sierra de Aras. Subir a este cerro tiene recompensa: visitar el santuario de su patrona, la Virgen de Araceli, practicar parapente y despedirse de Lucena con Córdoba, Jaén, Málaga, Granada y Sevilla a vista de pájaro. En días despejados, claro. Shalom...


¿POR QUÉ MILES DE JUDÍOS QUIEREN CONOCER LUCENA?


20/08/2019 en NATIONAL GEOGRAPHIC




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