La violencia desenfrenada que se impone en la comunidad árabe debe ser detenida con un esfuerzo combinado por parte del liderazgo árabe y el gobierno, que incluso debería establecer un control militar en áreas asediadas por el crimen.
La población árabe de Israel nunca ha tenido una década mejor. Aproximadamente el 46% de los médicos israelíes que recibieron sus licencias en 2020 procedían del sector árabe, ya sean musulmanes, cristianos o drusos.
Entre 2009 y 2010, el porcentaje de estudiantes universitarios árabes aumentó del 13% al 19%. Ahora, ese porcentaje prácticamente alcanzó las cifras de universitarios del sector judío.
Esto indica que el tiempo y el dinero que el gobierno invirtió en el sector durante los últimos años dio sus frutos, y hace que la reciente ola de violencia sea aún más perturbadora.
La violencia llegó ahora a Jerusalem Este, cuyos residentes palestinos se convirtieron en punta de lanza cuando de violencia por causas nacionales se trata.
La violencia también se volvió desenfrenada entre la comunidad beduina en el sur de Israel, que se convirtió en semillero de mafias, crímenes violentos y robos incontrolables, que ocurren tanto en casas residenciales privadas como en bases militares.
La violencia también se ha extendido a la población árabe del país, que se dirime con frecuencia en violentas disputas de sangre, así como innumerables asesinatos, incluso de mujeres que pagan con su vida «el honor de la familia».
Israel, durante la última década, escuchó los llamados de varios referentes que afirmaron que se debe hacer algo para apoyar al sector árabe. Sin embargo, parece que en lo que respecta a la delincuencia y la violencia nacionalista, los resultados no han sido más que negativos.
La minoría beduina parece querer el conflicto a pesar de la voluntad del Estado de legalizar las ciudades y pueblos beduinos no reconocidos, mientras que la mayoría de los residentes palestinos de Jerusalem Oriental parecen querer continuar la lucha contra el Estado de Israel.
Considerándolo todo, parece que el porcentaje de delitos violentos aumenta al mismo ritmo que el porcentaje de médicos. ¿Queríamos igualdad? Aquí está.
Israel, sin embargo, debe seguir invirtiendo en el sector, mientras corrige el mayor descuido de la última década: la pérdida de gobernanza que devino en nada menos que la anarquía.
La culpa la tiene tanto el gobierno que dejó que la situación se deteriorara por su renuencia a chocar con el liderazgo árabe, como ese propio liderazgo, que por su parte nunca parece responsabilizarse de las acciones de su sector.
Prueba de ello proporcionó el parlamentario Ahmed Tibi, del partido árabe Lista Conjunta, que evitó condenar el ataque a un hombre ultraortodoxo en Jerusalem el sábado, y en su lugar cargó las tintas contra los soldados que mataron a tiros al atacante.
Tibi y sus compatriotas también son culpables de no distanciarse de los conceptos anticuados de «honor», «venganza» y «masculinidad», que son el motor de la mayor parte de la violencia y los asesinatos en el sector, así como de criticar a las fuerzas de seguridad, que son quienes están tratando de sofocar esa violencia.
Para cambiar la situación debemos entender que estamos en medio de un estado de emergencia.
La policía, así como los militares, deben agrupar a aquellos del sector que se oponen a la violencia, a fin de establecer de manera efectiva un control militar en las áreas asediadas por la violencia.
Por peligroso y poco convencional que sea, se necesita un control militar para recolectar las armas ilegales que inundan el Negev y devolver el estado de derecho al sur. De lo contrario, la población judía de la zona sufrirá, sin mencionar a los árabes que probablemente terminarán sufriendo mucho más.
Se debe hacer algo antes de que la situación empeore para todos. Debemos actuar, no contra el sector árabe, claro está, sino para salvarlo de sí mismo.
Fuente: Ynet en espanol
Por: Ben Dror Yemini
08/12/2021 en POR ISRAEL
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