miércoles, 26 de agosto de 2015

Erdogan mete gato por liebre en el norte de Siria.

Jonathan Spyer - Los últimos acontecimientos en el norte de Siria constituyen una movida audaz por parte de la dirigencia turca para enfrentar un problema de lo más apremiante, desde su punto de vista.

Ese problema no es la continua existencia del régimen de Assad, más al sur. Sin duda, al presidente, Recep Tayyip Erdogan, le gustaría ver el fin de ese régimen. Pero su continua existencia truncada entre Damasco y la costa y en focos aislados en otras partes no constituye un peligro inmediato para el líder turco.

La cuestión tampoco es el Estado Islámico. Ciertamente, el reciente asesinato de un soldado turco en un tiroteo, sobre la frontera cerca de la ciudad de Kielis, con terroristas Estado Islámico ha enfurecido a Erdogan. Pero esto por sí solo no puede explicar la serie de repentinas movidas dramáticas en los días posteriores. Después de todo, hasta ahora, la actitud del gobierno turco hacia el Estado Islámico ha sido de tolerancia y en ocasiones de cooperación. Revelaciones recientes indican una actitud de laissez-faire hacia el comercio de petróleo con el Estado Islámico, y hacia el traslado de combatientes a través de la frontera.

Los ataques de la Fuerza Aérea de Turquía contra el Estado Islámico y la decisión de conceder el permiso a la Fuerza Aérea de Estados Unidos para utilizar la base de Incirlik, cerca de Adana constituyen un amago.

La intención declarada de Ankara de usar su poder aéreo para crear una zona de control de 90 kilómetros entre Jarabulus y Marea lo largo de la frontera siria-turca está dirigida contra las ambiciones de los kurdos, y no del Estado islámico.

¿Por qué, entonces, decidió Erdogan actuar contra los kurdos sirios?

Desde enero, las acciones políticas kurdas han estado incesantemente subiendo en Occidente. En el YPG kurdo (Unidades de Protección del Pueblo), EE.UU. encontró un aliado confiable, no islamista que está dispuesto y es capaz de actuar como fuerza terrestre contra el Estado Islámico en el norte de Siria. La combinación del YPG en la tierra, y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF, en inglés) en los cielos ha sido suficiente como para salvar a la ciudad sitiada de Kobani, y luego hacer retroceder a los jihadistas hacia Tel Abyad, en el este, y hacia las afueras de Jarabulus, en el oeste.

Sin embargo, estas victorias son preocupantes desde el punto de vista turco. En primer lugar, como resultado del avance en el este, los kurdos han sido capaces de unir a dos de los tres cantones que han establecido a lo largo de la extensa frontera sirio-turca. La creación de un corredor que une el cantón Jazira, que se extiende desde la frontera con Siria e Irak a la ciudad de Sere Kaniye (Ras al-Ain), con el reconstituido enclave Kobani le ha dado a los kurdos el control sobre un largo y contiguo tramo de la frontera.

No menos importante, la publicidad favorable acumulada por los kurdos en su lucha contra el Estado Islámico, y la presencia de las mujeres combatientes y voluntarios occidentales seculares en sus filas, ha servido para convertir a los kurdos sirios de una minoría olvidada en el receptor de la favorable y creciente atención de Occidente.

Aún peor, desde el punto de vista de Turquía, la totalidad de la zona fronteriza restante que está no bajo control kurdo (con la excepción de un pequeño enclave en torno a la ciudad de Azaz) está en manos del Estado Islámico. Por lo tanto, la lógica de la situación parecía sugerir que una ofensiva kurda al oeste del Éufrates, para echar al Estado Islámico de la región, con la ayuda de la poder aéreo de Estados Unidos, podría estar en el horizonte.

Una ofensiva de este tipo habría impulsado al Estado Islámico de la frontera en su totalidad. Pero es casi seguro que habría tenido el efecto adicional de permitir que el YPG una el enclave de Kobani con el tercer cantón kurdo en el norte de Siria, creado en torno a la ciudad de Afrin.

Esto, a su vez, habría dado el control de facto de la totalidad de los 800 kilómetros de frontera entre Siria y Turquía a una entidad autónoma kurda gobernado por el PYD (Partido de la Unión Democrática). El PYD es la franquicia siria del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). El PKK está (o estaba) participando en un proceso de paz estancado con el gobierno de Turquía. Hay cuestiones fundamentales que siguen sin resolverse. Erdogan no podía tolerar el surgimiento de una soberanía kurda de facto extendida a lo largo de la totalidad de esa frontera.

De ahí la decisión evidente de intervenir en el norte de Siria usando el poder aéreo. Se trata de un intento de imitar el éxito del acoplamiento del poder aéreo de Estados Unidos con fuerza terrestre kurda que ha hecho retroceder al Estado Islámico hacia el este y el sur. Erdogan quiere acoplar su Fuerza Aérea con los rebeldes islamistas sunitas en las provincias de Alepo e Idleb, para destruir el bastión del Estado Islámico entre Jarabulus y Marea. Al mismo tiempo, como se ha visto recientemente en la ciudad de Zor Maghar, también empleará la fuerza para disuadir al YPG de hacer cualquier movimiento al oeste del Éufrates.

Los rebeldes sunitas en cuestión casi seguro que serán el Jaish al Fatah (Ejército de la Conquista). Esta es una aglomeración de fuerzas islamistas sunitas , apoyados por los turcos, qataríes y sauditas, que incluye a Jabhat al Nusra (la franquicia siria de Al Qaeda) y Ahrar al Sham, un poderoso grupo armado salafista.

Si esta empresa tiene éxito, el resultado final será la eliminación del Estado Islámico de la frontera en su totalidad, y su reemplazo, entre Kobani y Afrin, por otros grupos rebeldes islamistas apoyados por Turquía.

Esta es la misión en la que Erdogan está embarcado ahora. Parece tener dimensiones más allá del norte de Siria. Los ataques contra el PKK en Qandil y las amenazas de quitar la inmunidad parlamentaria a los miembros del HDP (Partido Democrático Popular) podrían apuntar a una lógica política más amplia. Erdogan puede estar tratando de aprovechar la crisis con los kurdos para obtener beneficios políticos, avivando las llamas del sentimiento nacionalista turco para movilizar votos en nuevas elecciones generales.

Podría estar esperando lograr la buscada mayoría parlamentaria, que se le escapó en las elecciones pasadas, a principios de este año, y que necesita para llevar a cabo una reforma constitucional y ampliar los poderes de la presidencia.

Pero de forma más urgente, el movimiento turco en Siria se dirige contra los avances - físicos y políticos - realizadas por kurdos de Siria durante el año pasado. Está por verse cuán lejos irá Erdogan en pos del objetivo de hacer retroceder el reloj en el Kurdistán sirio. Pero, contrariamente a gran parte de los reportes occidentales, el ingreso de Turquía en la guerra en Siria no constituye una reconciliación tardía de Ankara con la agenda de Occidente con respecto a la conflagración. Más bien, Erdogan está llevando a cabo una movida de introducir gato por liebre, fundada en la asociación con grupos islamistas sunitas con el fin de reducir o destruir las aspiraciones kurdas.
Fuente: Jpost.com
Jonathan Spyer es director del Rubin Center of Global Research in International Affairs Center en el Centro Interdisciplinario de Herzliya y miembro del Middle East Forum.


04/08/2015 en AURRA DIGITAL. 

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