El editor de la agencia de noticias palestina Maan escribió unas observaciones sobre las conversaciones que tuvo con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbás, así como un discurso que pronunció en Belén.
Cosas que dijo Abbás, según este informe, como su afirmación de que la AP no se derrumbaría sino que desaparecería sólo después que se funde un estado palestino, fueron ampliamente citadas en los medios de comunicación. Pero otras declaraciones, como las realizadas recientemente por el miembro del Comité Central de Fatah, Jibril Rajoub, no llegaron a los consumidores de los medios israelíes o globales. Lo máximo que se llegó a filtrar fueron limitadas declaraciones de Rajoub y Abbás, que es muy mimado por los medios de comunicación extranjeros.
El presidente Mahmoud Abbás
Por ejemplo, Abbás dijo en la entrevista a Maan que la situación de seguridad en Tel Aviv y Jerusalén es peor que en Gaza o Ramallah; que la "intifada popular continuará hasta el final de la ocupación y no habrá retorno a las negociaciones sin el reconocimiento de todos los derechos de los palestinos" que "el progreso hacia un acuerdo debe ser alcanzado por la intervención internacional" que "la intifada habría sido pacífica si los soldados de la ocupación no habían matado a manifestantes palestinos, pero ahora por cada ataque terrorista, por cada cuchillo y por cada disparo hecho por un palestino hay una explicación de por qué el gobierno israelí es responsable del derramamiento de sangre en ambos lados".
Con respecto a la llamada del primer ministro Biniamín Netanyahu a los judíos de Francia para mudarse a Israel, Abbás dijo que "pone su fe en el tiempo y en la lucha demográfica que hará caer la teoría sionista."
Rajoub declaró que Fatah se refiere a los 17 "mártires" que fueron enterrados el 1 de enero en Hebrón como héroes (los terroristas cuyos cuerpos fueron devueltos a los palestinos), y Fatah anima a los jóvenes palestinos a seguir su camino. Según Rajoub, el tema surgió en una reunión del Comité Central del movimiento (que encabeza Abbás), y se decidió a apoyar estas acciones.
En lugar de informar de estas declaraciones, los consumidores de medios de comunicación israelíes e internacionales recibieron un informe sobre las preocupaciones de las instituciones de seguridad de Israel sobre el colapso de la Autoridad Palestina y las indicaciones que muestran un supuesto cambio de actitud de Abbás ante los ataques de apuñalamientos y embestidas de coches, un cambio que se manifestaría en la detención de los jóvenes palestinos que se dirigían a las zonas de conflicto y en el aumento de los esfuerzos para restringir las acciones de Hamás.
Lo que realmente dijo Abbás
Esta es una mala interpretación de la posición de Abbás, que sigue alentando el terror, pero no por medio de las armas, y está dispuesto a cooperar en forma limitada con Israel para prevenir que Hamás no lleve a cabo ataques con armas de fuego. En cualquier caso, estos informes deberían haber bastado para que Netanyahu decida que Israel debe hacer todo lo posible para evitar el colapso de la Autoridad Palestina.
¿Qué podemos aprender de Abbás y los comentarios de Rajoub?
En primer lugar, si eran responsables de la puesta en marcha de la actual ola de terror o no, ellos están tomando la responsabilidad por ello. No sólo se abstienen de denunciarla, sino que la animan. Es decir, ya no se puede presentar los ataques terroristas como un conjunto de actos individuales. Se los debe reconocer como una campaña nacional cuyos combatientes, los apuñaladores y los atropelladores, están actuando abiertamente de acuerdo con las directivas de su liderazgo, que no tiene necesidad de organizar de manera formal o dirigir estos actos para garantizar la respuesta del público.
La falta de seguridad provocada por sus acciones en las calles de Jerusalén y Tel Aviv es el instrumento mediante el cual la dirigencia espera acumular logros en el plano diplomático.
La segunda conclusión es que Abbás es más realista que las supuestas declaraciones alarmistas y arrogantes de varios funcionarios en Israel.
No sólo niega la posibilidad de un colapso de la Autoridad Palestina, idea que se utiliza para amenazar a Israel, pero también admite por primera vez que la entidad que dirige es una "autoridad" y no un "Estado".
Todos los signos externos de la condición de Estado que intentó adoptar carecen, por tanto, de sentido desde su perspectiva. Además, dado que no habrá colapso de la AP, Israel no tiene que lidiar con la advertencia de la izquierda israelí y muchos en Occidente de que va a tener que elegir entre una sociedad democrática y un Estado judío.
La tercera conclusión, tal vez la más importante, es que Abbás sigue basándose en la idea de que el tiempo y la demografía van a provocar el fin del sionismo. Sus objetivos estratégicos no han cambiado, y sigue negándose a reconocer a Israel como el Estado-nación del pueblo judío.
Esto también explica su oposición a la participación de los árabes israelíes en ataques terroristas - teme que esto impulsará un proceso de transferencia de población árabe fuera del territorio israelí.
Israel debe utilizar estas declaraciones para exponer el verdadero rostro de los dirigentes palestinos. No hay de qué preocuparse, los palestinos no nos odian más de lo que ya lo hacen, pero ellos tienen que llegar a la conclusión de que utilizar el terror continuamente no les conviene.
Cualquiera que trate de vender el público israelí la falsa imagen de que hay un socio para la paz verdadera en el lado palestino no conoce la mentalidad palestina. Abbás se prepara sólo para un acuerdo que no contradice su objetivo estratégico de derribar el sionismo. Los que presentan la consecución de un acuerdo como objetivo supremo de Israel no deberían sorprenderse cuando la mayoría de la población no confía. Si la izquierda israelí y el centro se despiertan de esta ilusión, condenan la política palestina y hacen un llamamiento a los países occidentales a hacer lo mismo, el apoyo a ellos aumentará y puede haber una posibilidad de que los objetivos palestinos vayan a cambiar.
Mientras tanto, Abbás es un líder que somete a su pueblo a un sufrimiento perpetuo, porque no hay ninguna posibilidad de que Israel vaya a ceder ante el terror.
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