jueves, 29 de junio de 2017

Luces Y Sombras De Una Gran Victoria

La guerra de los Seis Días salvó la existencia de Israel, pero creó uno de sus más difíciles problemas.


El 5 de junio se cumplen 50 años del comienzo de la guerra de los Seis Días. Aquella conflagración se vio precedida por semanas dramáticas en las que no pocos pensaban que el Estado Judío podría estar al borde de la aniquilación. Las amenazas del mundo árabe encabezado por el Presidente de Egipto Gamal Abdel Nasser- no sólo verbales sino acompañadas de actos provocativos en el terreno – preocupaban a Israel y los judíos del mundo. Nadie imaginaba entonces que la victoria militar israelí sería tan avasallante.

Egipto había expulsado a las tropas de las Naciones Unidas del Sinaí, cerrado los estrechos del Tirán a la libre navegación de Israel y firmado una alianza militar con Jordania. Hasta las caricaturas de la prensa árabe se hacían eco del espíritu enfervorecido con el que hablaban sus líderes. Una de ella mostraba un par de brazos fuertes, en los que estaba escrita en árabe “la unidad árabe”, que se disponían a aplastar a una pequeña figura que representaba al Estado de Israel. El mensaje estaba claro.

“En Tel Aviv preparaban cementerios para miles de muertos”, recuerda Shlomo Hillel, que en aquel momento era el número dos en la representación de Israel en las Naciones Unidas y volvió a Israel en el cuarto día de la guerra, habiendo sido nombrado como Vice Director General de la Cancillería para asuntos de Medio Oriente. “Recuerdo que la sensación era que nos querían matar a todos”- nos contó Rajel Hayut, que era una niña en Jerusalem en aquella guerra. “Los jordanos nos disparaban hacia nuestras casas y ni teníamos refugio. Nos escondimos en la escuela”. Y David Banai, que en la guerra tenía 37 años , casado y con dos pequeños hijos, cuenta cómo uno de sus compañeros de trabajo, sobreviviente del Holocausto, sentía que “ahora sí que van a aniquilar al pueblo judío que está en Israel”.

Para Israel, la situación era insostenible, según recuerdan hoy políticos y militares, intelectuales de izquierda y de derecha por igual.Finalmente se decidió: abrir fuego, sorprender a los árabes y garantizar así que el primer golpe sea el de Israel, para que la guerra no se libre en su territorio, lo cual podría haber sido propio de suicidio. Ese primer disparo fue magistral: sorprender a Egipto destruyendo en tierra la mayor parte de su Fuerza Aérea, lo cual impidió superioridad egipcia en el cielo y protegiendo así las ciudades de Israel.

En seis días, no sólo que Israel puso fin a la amenaza, sino que conquistó territorios en todos los frentes, la Península del Sinaí y la Franja de Gaza en el frente egipcio en el sur, Jerusalem oriental y Cisjordania (Judea y Samaria) en el frente jordano y los Altos del Golán en el frente sirio, en el norte.

La dimensión de la victoria israelí, fue de la misma profundidad que la derrota árabe. Israel hablaba de alivio y “liberación”. Los árabes, de “ocupación”.

Lo más simbólico fue la conquista de la Ciudad Vieja de Jerusalem, que permitió a los judíos acceder por primera vez desde la ocupación jordana en 1948 a su santuario más sagrado, el Muro de los Lamentos. A diferencia de lo hecho en otros frentes, Israel anexó Jerusalem oriental y la declaró parte de su capital “eterna e indivisible” .

“La guerra era inevitable porque nuestra existencia se veía amenazada”- nos dijo años atrás el escritor israelí A.B.Yehoshua.”Pero creó uno de nuestros mayores problemas, al agravar seriamente el tema palestino del que todavía no logramos salir”.

Yehoshua sostiene que si bien es verdad que con la guerra Israel salvó su existencia, ésta también creó situaciones inaceptables, según sus términos, con los que concuerda por cierto aproximadamente la mitad de la ciudadanía israelí, todos los israelíes que consideran que continuar controlando Cisjordania es nocivo para el país.

“Crearon el concepto de que la tierra de Israel es más sagrada que el Estado, que hay algo superior a la voluntad del pueblo. Y eso es sumamente negativo”-nos dijo el destacado escritor.”Además, hace ya muchos años que un niño israelí no puede dibujar claramente las fronteras de su país”. En su opinión, esta situación es justamente lo opuesto al “sionismo”, el movimiento de liberación nacional del pueblo judío.

Quizás lo más complejo de todo, al analizar hoy la situación, sea ver que cinco décadas después, el conflicto no ha terminado. Es más: parece haberse complicado más aún, con el ascenso del Islam fundamentalista y la profunda desconfianza entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina. Y claro está que el contacto entre ambos es clave para poder llegar a un acuerdo de paz en cuyo marco se pueden determinar las fronteras reconocidas y seguras de Israel.

La única luz es que desde entonces,. Israel suscribió un acuerdo de paz-el primero con un país árabe- con el más duro de sus enemigos en la guerra de los Seis Días, Egipto. Y fue eso lo que hizo posible, años después, la firma de otro acuerdo de paz, entre Israel y Jordania, que también había participado en aquella guerra. En el frente norte nadie concibe hoy retirarse de los Altos del Golán conquistados en la guerra con Siria, no solamente por recordar los cañoneos sirios desde allí hacia las localidades israelíes en el valle. Siria, enfrascada desde hace más de seis años en una cruenta guerra, es íntimo aliado del régimen fundamentalista islámico de Irán y de la milicia chiita pro-iraní Hizbala, dos fuerzas que en el 67 no existían.

La victoria de los Seis Días, una guerra en la que los árabes prometían la aniquilación de Israel, salvó al Estado judío. Pero creó indudablemente las bases de uno de los problemas más serios con los que lidia hoy, al mantener su presencia militar en Cisjordania (Judea y Samaria), controlando en la práctica los destinos de más de dos millones de palestinos que allí viven, por más que en la vida diaria, la enorme mayoría de ellos depende del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina.

El gran desafío es hallar la fórmula que permita separarse de los palestinos sin arriesgar su seguridad. No es sencillo ya que resulta imposible olvidar el precedente de lo ocurrido cuando Israel se retiró completamente de Gush Katif en la Franja de Gaza en setiembre del 2005, desmantelando allí todos los asentamientos. Eso no fue el prólogo de una nueva página de diálogo y entendimiento ni de paz, sino del incremento del disparo de cohetes desde dicha zona hacia territorio israelí. Si lo mismo sucede en Cisjordania, los cohetes caerán en Jerusalem y el aeropuerto Ben Gurion.

A nuestro criterio, la separación de los palestinos es clave para la normalidad de la vida en Israel, para su entereza moral y la preservación del carácter judío, democrático y sionista del Estado.

Para resolver esta situación, sin embargo, no basta con las decisiones del gobierno israelí. Israel tiene la responsabilidad de ser quien controla los territorios en los que los palestinos quieren crear su Estado independiente, pero ello no significa que todo pueda depender solamente de sus decisiones. Es que el terrorismo y las guerras contra Israel comenzaron mucho antes de la conquista de territorios, cuando Cisjordania hoy controlada por Israel, estaba en manos árabes, al igual que Gaza (de la que en el interín Israel se ha retirado totalmente). Aquí es clave la postura que adopte el liderazgo oficial palestino, que por ahora, habla en inglés en favor de la paz y en árabe no tanto, por decirlo delicadamente. La incitación al odio y la violencia en los medios oficiales palestinos sigue siendo cosa de todos los días y es un tema que debe ser resuelto si se quiere realmente hallar una solución.

Al cumplirse medio siglo desde aquella guerra, queda nuevamente claro cuán importante es que Israel sea fuerte militarmente, para poder defenderse. Y al mismo tiempo, queda claro que eso no es suficiente para vivir en paz.


05/06/2017 en POR ISRAEL. 




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