Excelentísimo Señor Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas:
Profesor Don Antonio Manuel de Oliveira Guterres:
De mi mayor consideración:
Cuando en 1945, 50 naciones firmaron la Carta que dio origen a la organización que usted preside, lo hicieron guiados por un espíritu humanista y con la esperanza que la Segunda Guerra Mundial fuera el último conflicto en el planeta.
Pero lamentablemente no fue así. En los más de 72 años que van desde la fundación de la ONU hasta la actualidad las víctimas de los conflictos suman millones, y, lamentablemente día a día se van sumando nuevas víctimas, al tiempo que millones de personas desplazadas por esos conflictos deambulan sin un futuro de paz a la vista.
Y en los últimos años esta situación se ha agravado, hasta dar la impresión que nuestro planeta se ha convertido en una bomba de tiempo a punto de estallar.
Los conflictos en Siria e Irak ya dejaron cientos de miles de muertos y millones de desplazados; en Libia la situación es caótica; en Birmania los Rohinyá son masacrados; el Estado Islámico destruyó comunidades cristianas antiquísimas; en África las guerras tribales y los grupos islámicos radicalizados provocan derramamientos de sangre, a lo que se debe sumar las epidemias, sequías y hambrunas, mientras miles de personas intentan llegar a Europa, la tan ansiada meca de la abundancia, en naves precarias, pagando en la mayoría de los casos con sus vidas ese anhelo.
Un dictador hereditario quiere lograr poderío nuclear, a costa del hambre de su pueblo, y amenaza a todo el Extremo Oriente.
Una dictadura teocrática arma, financia y entrena a grupos terroristas y desestabiliza el Medio Oriente.
En América Latina dictaduras inmorales tratan de ahogar en sangre cualquier intento de recuperar la democracia. Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, países con “gobiernos” populistas agonizan entre el desabastecimiento y la miseria del pueblo; Haití, el país más paupérrimo del continente, no logra la estabilidad y llegar a levantarse; México sufre el ataque de los narcotraficantes que matan a todo aquel que se les cruza en el camino.
Y Europa, con millones de refugiados, ve como una minoría islámica violenta va apoderándose de las viejas democracias, utilizando para ello, al mejor estilo hitleriano, las herramientas que les proporciona la democracia.
Sin embargo para la ONU el único problema es Israel.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, integrado en su mayor parte por naciones que se burlan de esos derechos, como China, Arabia Saudita, Venezuela, condena sistemáticamente a Israel.
La UNESCO niega la historia para aceptar la historieta, cuando dice que los judíos no tenemos ningún vínculo ni con Jerusalén, la Ciudad Santa en la que reinó el Dulce Cantor de Israel, el Rey David, y donde su hijo Salomón construyó el Templo, ese mismo Templo del que Jesús expulsó a los mercaderes, ni con Hebrón, donde están sepultados los patriarcas de Israel y donde hasta el año 1929 había una floreciente comunidad judía varias veces centenaria, que en una sola noche fue masacrada por una turba árabe instigada por el Muftí (el mismo que fue aliado de Hitler).
A Israel se lo cataloga, con respecto a Jerusalén Oriental como país ocupante, y eso también es negar la historia. Según la resolución 181 de la ONU de Partición de Palestina, Jerusalén debía ser una ciudad internacional supervisada por la ONU y con libre acceso a los lugares santos de las tres religiones monoteístas. El 28 de mayo de 1948, tras varios días de bombardeo, la Legión Árabe de Transjordania ocupa Jerusalén Oriental, expulsando a cientos de familias judías que habían vivido ahí por generaciones. 53 sinagogas de gran valor histórico (muchas de ellas medievales) fueron destruidas otras fueron convertidas en establos o depósitos, junto al Muro de los Lamentos, último vestigio de nuestro Templo y el lugar más sagrado del judaísmo, se construyeron mingitorios públicos, el cementerio del Monte de los Olivos, en el que están sepultados muchos de los grandes rabinos y sabios judíos fue profanado (muchas lápidas fueron utilizadas para pavimentar caminos o construir viviendas), a los judíos se les prohibió el acceso a los lugares santos, dejando sin efecto la cláusula de internacionalización de Jerusalén de la resolución 181. Desde que en 1967 Israel recuperó, ¡SI, RECUPERÓ! Jerusalén Oriental todos los lugares santos de las tres religiones son cuidados y respetados (prueba de ello fueron los trabajos de restauración del Santo Sepulcro) y todos los fieles tienen libre acceso a ellos.
Y acá quiero señalarle dos hechos: 1) Durante 19 años Jerusalén Oriental estuvo en manos árabes ¿Por qué no se les ocurrió entonces declararla capital de un estado palestino? 2) ¿Con qué derecho ahora los palestinos quieren declararla su capital y a nosotros se nos niega ese mismo derecho, cuando tenemos títulos históricos de sobra para proclamarla nuestra capital?
Pasemos a otro tema. Se habla mucho de las “fronteras” de 1967, pero esas fronteras nunca existieron, sino líneas de armisticio, y como tales, sujetas a negociación.
En 1967 Israel “ocupó” lo que llaman Cisjordania (en realidad Judea y Samaria), que hasta ese momento estaba ADMINISTRADA MILITARMENTE por Jordania. Cuando en 1994 Israel y Jordania firmaron el acuerdo de paz Israel quiso entregar esos territorios a Jordania, pero el rey Hussein graciosamente renuncio a su soberanía sobre ellos, o sea que el territorio quedó sin dueño.
En 1993 Israel y la OLP firmaron los Acuerdos de Oslo, en los que, entre otros puntos, se establecía que la zona se dividiría en 3: Zona A para la Autoridad Palestina, Zona B administración conjunta hasta el establecimiento del estado palestino, luego de lo cual pasaría a manos palestinas y Zona C para Israel, que es donde están los asentamientos. Y también se establecía que ninguna de las partes daría pasos unilaterales y que se negociaría las fronteras y los mecanismos para establecer el estado palestino. Pero la dirigencia palestina en lugar de negociar, apoyada por la mayoría automática anti israeli, no ha hecho otra cosa que evitar las negociaciones y establecer condiciones que saben que Israel no va a aceptar (como el “derecho de retorno”).
Y ahora llegamos al punto más importante. Se que el jueves van a votar por el reconocimiento del estado palestino y yo deseo que alguna vez haya un estado palestino, es hora de vivir en paz, pero le pregunto ¿Qué estado palestino? ¿Fatahland gobernado por una dirigencia corrupta que ha hecho desaparecer miles de millones de dólares de ayuda internacional? ¿Fatahland que paga sueldos a los terroristas presos en Israel por haber cometido atentados contra civiles israelíes? ¿Fatahland que en sus escuelas enseñan que es mucho más importante convertirse en mártir matando judíos que estudiar una carrera? ¿O quizás se refieren a Hamastán? Un estado teocrático que manifiesta constantemente su intención de destruir a Israel y que bombardea con misiles y cohetes las ciudades israelíes habitadas por civiles, entre los que me cuento, junto con mi esposa, hijos y nietos. Le repito, quiero que haya un estado palestino creciendo y desarrollándose próspero JUNTO A Israel, y no EN LUGAR DE Israel.
Excelentísimo Señor una decisión en la dirección equivocada puede poner en peligro las vidas de más de 8 millones de personas. En nombre de todos los que vivimos en Israel, y queremos ver a nuestros hijos y nietos crecer y estudiar en paz, le ruego recapacite y detenga esta locura sin sentido.
Sin otro particular lo saluda atte.
Israel Winicki
Beer Sheba - Israel
21/12/2017 en POR ISRAEL
No hay comentarios:
Publicar un comentario