La compañía que Avi Yaron fundó para hacer posible la operación que necesitaba ha sido vendida por 75 millones de dólares.
Por Brian Blum
Avi Yaron, fundador de Visionsense. Cortesía.
¿Qué haría usted si fuera empresario y tuviera una enfermedad mortal sin cura? Para Avi Yaron, la solución estaba clara: inventar una.
Hace 20 años al empresario se le diagnosticó un tumor en el cerebro que, según los doctores, era imposible de operar. Hoy, la compañía que fundó para hacer posible la operación que necesitaba, Visionsense, ha sido vendida a Medtronic, empresa estadounidense de material médico, por 75 millones de dólares. El precio es razonable teniendo en cuenta que la inversión inicial fue de 20 millones.
Visionsense casi no pasa de ser más que una idea, dijo Yaron a ISRAEL21c. “Los inversionistas me decían de forma muy diplomática que yo tenía en el cerebro una bomba y que sólo era cuestión de tiempo antes de que explotara, que ni siquiera los mejores cirujanos podían eliminar. ‘¿Y quieres que invirtamos en tu proyecto?’, decían”.
En 1993, Yaron, que entonces tenía 26 años, tuvo un accidente de moto que lo envió al hospital. El día que estaba haciéndose una resonancia magnética para ver qué lesiones había sufrido, los médicos le descubrieron algo peor: un tumor en el cerebro.
La única alternativa que el empresario tenía, dijo el médico, era someterse de inmediato a una operación. Sin embargo, le advirtió que probablemente sufriría daño permanente: un lado del cuerpo quedaría paralizado, a lo cual se sumaría disfunción cognitiva y, quizás, epilepsia.
Yaron, que a la sazón estudiaba ingeniería eléctrica, quedó perplejo. “Hasta ese momento yo era una persona muy sana y activa”, dijo. “Me negué a operarme. No sé si fue intuición o rotunda negación, pero esa decisión me salvó la vida”.
Así pues, comenzó a investigar todo lo que pudo sobre su caso. Estudió química y anatomía, analizó la tecnología existente, y entrevistó a varios médicos en Israel, Europa y Estados Unidos.
El tumor vuelve a crecer
Un día conoció a un especialista en Nueva York que podía eliminar el tumor. “Sentí una increíble sensación de victoria”, dijo. “¡Había superado el tumor!”
Sin embargo, el médico no pudo extraer todo el tumor y, poco a poco, éste comenzó a crecer otra vez. El especialista ya no podía hacer nada más por medio de la endoscopia, el aparato que se utiliza para ese tipo de operaciones y que no tiene percepción de la profundidad en 3D.
“Quizás alguien invente una mini cámara estereoscópica en los próximos cinco años”, le dijo el médico a Yaron. “Por ahora, tiene suerte de que el tumor esté creciendo lentamente”.
Las palabras lo consolaron un poco, pero no quería convertirse en lo que él describe como “una cremallera en el cerebro que cada pocos años se abriría para limpiarlo y después se volvería a cerrar”. Así pues, se propuso a inventar la tecnología que necesitaba.
Su grandiosa idea era que, en lugar de desarrollar un sistema opto-mecánico como el de los endoscopios tradicionales, crearía un pequeño chip de silicona con algoritmos informáticos que imitara los ojos de un insecto. Cada lado funcionaría de forma independiente para así crear visión 3D.
Yaron fundó Visionsense en 1998. Tardó dos años en hacer un prototipo y diez más para crear un producto que se pudiera comercializar. Ahora, éste es usado por cirujanos de todo el mundo y la empresa crece sin parar.
Entonces . . . ¿Para qué venderla a Medtronic?
Yaron admite que su sueño era hacer de Visionsense una multinacional pero que únicamente con los 20 millones de dólares de inversionistas como Lewis Pell, Star Ventures, Peregrine Ventures y Glenrock Fun no era suficiente. Al momento al ser vendida a Medtronic, Visionsense tenía 20 empleados. Su centro de investigación y desarrollo estaba en Israel y su sede central en Estados Unidos.
Ventas y mercadeo por todo el mundo
Ahora, como parte de Medtronic, “Visionsense podrá aprovechar las ventas de Medtronic alrededor del mundo y su capacidad de mercadeo”, dijo Yaron. “¡Es genial!”
Medtronic es bastante conocida en Israel. La compañía, que tiene 85.000 empleados alrededor del mundo y una capitalización bursátil de 100 mil millones de dólares, ha invertido nueve veces en tecnología médica israelí durante los últimos 13 años.
Yaron renunció a Visionsense en 2013, después de contratar a Alex Chanin como jefe ejecutivo de la compañía, que tiene sede en Estados Unidos. Fue una decisión profesional y personal.
Como ejecutivo con años de experiencia, Yaron pensó que Chanin haría todo lo posible para que Visionsense lograra su objetivo: salvar vidas. Al mismo tiempo, Yaron, que se había mudado con su familia a ese país para ejercer como jefe ejecutivo, volvería a Israel.
Además, ahora tenía un nuevo sueño: iniciarse en el creciente mundo del bienestar neuronal, o neurowellness.
Durante el transcurso de su enfermedad, Yaron se dio cuenta de que “la medicina occidental descuida el aspecto emocional” y los pacientes “que logran controlar la ansiedad y estrés viven más y mejoran su salud”. El futuro de la medicina, de acuerdo con él, está en “desarrollar sistemas preventivos basados en factores emocionales. Ese es mi reto actual”.
Yaron ahora tiene 51 años y está completamente sano. Al final, no fue la tecnología desarrollada por su empresa la que eliminó lo poco que quedaba del tumor sino tres operaciones distintas en tres países diferentes: Alemania, Israel y Estados Unidos.
Si Visionsense hubiera desarrollado su sistema de cámara 3D VSiii antes de que el tumor fuera eliminado por completo, las tres operaciones hubieran sido, indudablemente, más directas, seguras y con un período de recuperación mejor y más breve.
Yaron no ha dejado de innovar, pero también ha encontrado tiempo para trabajar como voluntario ayudando a otros pacientes con tumores cerebrales. Aunque no da consejos médicos, la enfermedad le enseñó “mucho sobre humanidad”, dijo. “Aquí estoy para ayudar”.
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23/10/2018 en ISRAEL21C
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