Foto: Kobi Gideon / GPO
Peter Lerner
La pasada semana la Knesset se reunió y decidió disolverse. La decisión se basó en el entendimiento del primer ministro Benjamin Netanyahu de que su gobierno sería un “pato cojo” y que los desafíos sociales y de seguridad que se avecinan requieren reiniciar el sistema y recuperar la fe en el Gobierno.
Desde el anuncio, los partidarios antiisraelíes han manifestado que mientras Israel una vez más se dirige a elecciones millones de ciudadanos palestinos no pueden votar.
Esta afirmación es falsa.
Es un tema de conversación frecuente entre los partidarios del BDS y es promovido por activistas de la línea anti-Israel, quienes dan a Israel el apodo de democracia enmascarada. Esta es una forma simplista y populista de enmarcar la realidad en el terreno y es utilizada principalmente por aquellos que desean una solución de un solo Estado.
Mirando detenidamente la narrativa que intentan concebir, es importante darse cuenta de que los hechos en el terreno contradicen su propia premisa. El reclamo de “ocupación” no es suficiente para descontar las instituciones, funciones y representantes palestinos reales, a pesar de que su legitimidad palestina interna sin duda está en disputa. A esos activistas les encanta ignorar los logros y las bases ya establecidas para el futuro Estado palestino.
Los palestinos, como resultado de los Acuerdos de Oslo, tienen un sistema de autogobierno. Tienen un Consejo Legislativo Palestino con 132 funcionarios electos. El Consejo Legislativo es el equivalente palestino a la Knesset. El CLP se estableció como un parlamento provisional, con la responsabilidad de promulgar leyes y supervisar la autoridad ejecutiva. Este es el cuerpo por el que se supone votan los palestinos de Cisjordania y Gaza, no por la Knesset. La última elección tuvo lugar en 2006, cuando Hamas ganó la elección que causó la ruptura violenta entre los líderes, los pueblos y los territorios, que sigue siendo insalvable hasta hoy.
En el CLP reciben legisladores extranjeros y el Consejo Legislativo Palestino es miembro observador o socio de diferentes organizaciones parlamentarias internacionales, como la Unión Interparlamentaria, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y muchas otras. Estas plataformas sirven como bases de los representantes palestinos para atacar a Israel.
Esta es la realidad. Alrededor del 98% de la población palestina goza de autogobierno. Un gobierno que gestiona todos los asuntos civiles palestinos y el orden público. La gobernanza sobre la seguridad sigue siendo responsabilidad de Israel como resultado del estancamiento en el proceso de paz. Israel no puede permitir que Cisjordania se convierta en otro escenario para los terroristas suicidas palestinos.
La población árabe de Israel, parte de la cual se ve a sí misma y se identifica como palestina, es una prueba de nuestra democracia. Son una expresión vibrante de la sociedad israelí. Las encuestas de esta semana sugieren que, nuevamente, los árabes tendrán el tercer partido más grande en la próxima Knesset. Los árabes israelíes tienen las mismas libertades de expresión y religión, el mismo acceso a la atención médica y la educación pública gratuita.
Israel no es perfecto y, como en todas partes, tenemos focos de racismo. Y en tiempos de redes sociales sin barreras de comunicación el racismo es omnipresente. Debe ser condenado y confrontado. Sin embargo, me enorgullece vivir en Israel, donde nuestro sistema democrático, envidiado por nuestros vecinos, otorga poder a las minorías, dándoles una voz igualitaria en nuestro parlamento.
Que comience la temporada de elecciones.
Peter Lerner, un teniente coronel retirado de las FDI, es consultor de estrategia y comunicaciones, defensor de Israel y ex portavoz de las FDI.
30/12/2018 en AURORA DIGITAL
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