lunes, 11 de enero de 2021

Irving Gatell/ Las vacunas y la vocación palestina por hacer todo mal


Enlace Judío – Otra vez la controversia en los medios porque se acusa a Israel de no vacunar a la población palestina. El razonamiento es rudimentario: Israel, por ser potencia ocupante, debe cargar con esa responsabilidad. Y entonces se desata el acoso en la prensa, con el clásico enfoque de que todas las desgracias palestinas deben ser atribuidas a Israel. ¿Por definición? Pues más bien parece que por deporte. Pero el asunto es más complicado que eso.

La realidad objetiva es que, según los últimos acuerdos firmados en Oslo en 1993, la Autoridad Palestina es la única responsable de todos los asuntos de salud de los palestinos. La idea de que “la potencia ocupante debe cargar con la responsabilidad” sólo aplicaría a un porcentaje mínimo de la población palestina (menos del 10%), que serían los que viven en la llamada Zona C, bajo control israelí. Pero esta posibilidad está descartada en los acuerdos de Oslo, y aun en el caso de ellos la responsabilidad es del gobierno de Mahmoud Abbas.

Por eso es por lo que el propio líder palestino no ha lanzado ninguna acusación contra Israel. Ha sido iniciativa de la siempre parcial, sesgada y tendenciosa prensa (principalmente europea). En cambio, lo que sí ha hecho Abbas es descartar que los palestinos vayan a recibir ayuda israelí en materia de vacunación. Quieren resolverlo por su propia cuenta.

Y aquí empiezan los problemas.

¿Por qué estaría interesado Israel en garantizar la vacunación de los palestinos? Sencillo: porque es un riesgo tener un foco de infección justo enfrente de ti. Y cuando digo “enfrente”, me refiero a menos de 40 kilómetros de distancia.

En una pandemia, las vacunas no son un lujo que se pueda dar un solo grupo a partir de un razonamiento estilo “yo me salvo y que se mueran ellos”. Si quieres garantizar tu seguridad, tienes que vigilar que tus vecinos también estén seguros, porque estamos hablando de un problema de contagio.

Así que Israel —en teoría— debería estar particularmente interesado, o hasta urgido, en que los palestinos se vacunen, porque muchos de ellos cruzan todos los días hacia Israel porque trabajan allí.

Sin embargo, esta situación tiene un límite. Cuando se ha logrado la vacunación del 70% de la población, se espera que se logre la llamada “inmunidad de rebaño”. Es decir, la inmunización generalizada de la población. Ese 70% es una masa crítica que permite que los contagios se contengan y la expansión de la pandemia o epidemia se reduzca al mínimo posible. Por supuesto, tienes que seguir tomando precauciones, pero digamos que ya estás en territorio controlado.

¿Qué pasa si tus vecinos son un foco de infección? Sencillo: restringes su acceso a tu territorio. 

Ese es el primer punto donde Abbas está jugando con fuego (y ya ha demostrado en muchas ocasiones que no es muy hábil para eso): si se llega a un punto en el que la población palestina represente un riesgo sanitario para Israel, las fronteras se cerrarán. Sí, eso afectaría a Israel respecto a la mano de obra que se perdería, pero eso —en caso extremo— se puede resolver con programas de contratación de extranjeros. Ya hay mucha experiencia en esa materia, y en Israel trabaja mucha gente proveniente de extremo oriente.

Y, por supuesto, hay un segundo riesgo que es el peor: si los palestinos no implementan una campaña eficiente de vacunación, estarán expuestos a rebrotes que van a diezmar a su población. Sería una situación crítica: sin poder trabajar en Israel y con la gente muriendo en los hospitales.

Y todo, porque Abbas no está dispuesto a recibir ayuda israelí.

¿Quién sale perdiendo de esta innecesaria confrontación? Los palestinos, como de costumbre. Pero eso no parece molestarle a Abbas. Está acostumbrado a un pasmoso grado de impunidad porque sabe que la comunidad internacional no lo va a presionar demasiado. Vamos, nadie lo va a molestar este próximo 9 de enero cuando celebre el decimoquinto aniversario de su toma de posesión como presidente de la Autoridad Palestina, cargo para el que fue elegido por un período de cuatro años.

Tampoco le van a reclamar que el dinero que se gasta en salarios de terroristas lo podría usar en vacunas. Menos aún le van a insistir en que sería mejor recibir la ayuda israelí para que los palestinos tuvieran acceso a la vacuna de Pfizer o de Moderna, en vez de seguir adelante con su plan de conseguir la vacuna Sputnik, producida por Rusia, y que no es la que mejor prestigio tenga en este momento.

Pero supongamos que los países que siempre terminan regalándole dinero a Abbas hicieran todo lo posible para que los palestinos dispongan de buenas vacunas. Aun así, está el problema logístico. Y es que no es cualquier cosa lanzar una campaña de vacunación de emergencia, cuyo objetivo no sería otro sino vacunar en el menor tiempo posible a la mayor cantidad de población.

Ese tema ha sido todo un hito en Israel, país que hasta el momento ha desplegado la mejor logística del mundo. De hecho, Israel no sólo podría ser un apoyo y referente para los palestinos, sino para cualquier país. En todos lados están impresionados por la eficiencia de los servicios de salud israelíes que, en apenas unas dos semanas, han vacunado al 18% de la población. Es un hecho que Israel será el primer país en llegar a la mágica cifra del 70% de la población con vacuna aplicada. Es decir, es un hecho que Israel será el primer país en salir de la pandemia, siempre y cuando la vacuna funcione como debe funcionar.

Lamentablemente, la política palestina parece ser la misma de siempre: primero muertos que concederle algo a Israel.

¿Será una consecuencia inevitable de que los palestinos han sido envenenados durante décadas con eso que, sin mayor problema, podemos definir como una genuina cultura de la muerte? Un pueblo al que se le enseña que no hay mayor gloria que la del martirio, al que se le repite que debe matar a su vecino o morir en el intento, al que se le promete que mientras más israelíes mate en un atentado, más dinero recibirá su familia como salario mensual, o al que —en el nivel verdaderamente extremo— se le usa como escudo humano cuando hay conflictos contra el ejército de Israel.

Pregunto: un pueblo al que se le ha educado de ese modo ¿está listo para colaborar con sus “enemigos” en una emergencia sanitaria?

Por lo menos, tal parece que sus autoridades no están listas, y podemos sospechar que se comportarán de tal modo que los resultados serán catastróficos para la población palestina. Pero a Abbas y su gente no le importa demasiado. Ya saben que nunca faltara la estulticia de la prensa europea o de izquierda que culpe a Israel por todas las desgracias autoinflingidas.

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.



07/01/2020 en ENLACE JUDIO




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