"La UNRWA existe no para mitigar los efectos del conflicto árabe-israelí sino para exacerbarlos".
El Parlamento Europeo (PE) aprobó el mes pasado una resolución presupuestaria en la que se arremete contra la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) por predicar el odio a Israel en sus manuales escolares y se demanda que se condicione la ayuda financiera que se le destina a la eliminación de dichos contenidos. Esta resolución da cuenta del potencial para un debate europeo de calado sobre si la agenda de esa agencia onusiana es compatible con las metas que se ha marcado la UE en lo atinente a la cuestión palestina.
El PE incluyó su reprimenda en una resolución de aprobación, un mecanismo para la supervisión del gasto comunitario. La UNRWA reaccionó diciendo que las preocupaciones de la Eurocámara son “aseveraciones infundadas”.
La resolución de marras refleja dos tendencias en la implicación europea en la cuestión palestina. En primer lugar, los europeos están cada vez más preocupados por la incitación antisemita y antiisraelí en los libros de enseñanza palestinos. Así como por el uso del dinero europeo para la financiación de actividades que fomentan la violencia o el terrorismo por parte de las facciones palestinas.
En segundo lugar: los políticos europeos están por fin preguntándose qué clase de organización es la UNRWA, y si a fin de cuentas facilita el establecimiento de la paz o no. La corrupción y mala gestión en la UNRWA, que mira para otro lado ante el uso improcedente de sus instalaciones por parte de organizaciones terroristas, y sus materiales escolares contrarios a la paz, están ahora en el punto de mira del PE y de un creciente número de actores políticos europeos.
En un primer momento los europeos abordaron el tema de la incitación con escepticismo, como algo propio de una “vasta campaña para deslegitimar la identidad política nacional palestina”, según escribió un analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Pero las actitudes están cambiando. Cuando la Administración Trump cerró por completo el grifo de la ayuda a la UNRWA, provocó un aumento reflejo de aportaciones por parte de la UE y de algunos de sus Estados miembros, especialmente de Alemania. Sin embargo, también desencadenó un discreto debate en las capitales europeas sobre el rol de la UNRWA en la prolongación del conflicto árabe-israelí.
El mayor problema de la UNRWA no es la corrupción o la mala gestión, ni siquiera la incitación. La UNRWA existe no para mitigar los efectos del conflicto árabe-israelí sino para exacerbarlos. En vez de resolver el problema de los refugiados, su deshonesto reconocimiento [como refugiados] de los descendientes de aquellos perpetúa el problema y asegura que la desorbitada demanda palestina de un derecho de retorno siga obstaculizando las negociaciones para una paz definitiva, tal y como ha venido sucediendo desde la fracasada cumbre de Camp David del año 2000.
En este contexto, las calladas discusiones en el PE y en unas cuantas cancillerías europeas sobre la UNRWA han llevado a un debate más amplio sobre esta. El ministro suizo de Exteriores suscitó la cuestión en 2018, pero no provocó un cambio de rumbo inmediato. Desde entonces, Suiza, los Países Bajos, Bélgica, Noruega y otros países europeos han suspendido temporalmente la ayuda a la UNRWA en respuesta a problemas específicos como la corrupción o como la incitación en los libros de texto.
Los Gobiernos europeos merecen reconocimiento por percatarse del abuso de la ayuda internacional por parte de la UNRWA. Ahora, Europa debería considerar si enviar esa ayuda a otras organizaciones beneficiaría más a los palestinos, a los que debería alentar a vivir en paz con Israel. Tal como están las cosas, esa ayuda es un dispendio. No hace sino excitar a distintas generaciones a que abracen el irredentismo que pretende acabar con Israel para reemplazarlo.
***Ex director de Política Exterior en el Consejo de Seguridad Nacional de Israel.
© Versión original (en inglés): FDD
© Versión en español: Revista El Medio
10/05/2021 en POR ISRAEL
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