Enlace Judío – La crueldad de Adolfo Hitler es incuestionable y sus ideales expansionistas también.
El 12 de marzo de 1938 los nazis invadieron Austria. Con esto Hitler expandía su poder territorial, e Inglaterra y Francia lo veían posicionarse de los territorios a los que su política expansionista ambicionaba, pero el mundo, el mundo solo observaba.
Seis meses después de la anexión de Austria, Hitler ambicionó más y exigió ahora los sudetes de Checoslovaquia; las potencias accedieron, con la condición que Hitler no hiciera ni un solo movimiento bélico más.
El entonces primer ministro de Gran Bretaña, Arthur Neville Chamberlain, regresó a su país orgulloso, y mientras mostraba el documento que la Alemania nazi había firmado, se posicionaba como el hombre que había prevenido una guerra gracias a sus exitosos métodos diplomáticos. Sin embargo, seis meses después del compromiso entre ambas naciones, Hitler invadió otra parte de Checoslovaquia violando de nuevo otro acuerdo.
El primer ministro Chamberlain quedó anonadado, Hitler se había burlado de él ante la mirada internacional, pero ante la humillación y el incumpliendo del acuerdo, los países burlados decidieron no actuar.
Fue así como Hitler puso en ridículo a las potencias mundiales, las mismas que decidieron no tomar ninguna represalia considerable.
El 9 de noviembre de 1938 la sociedad y miembros del partido nazi se abalanzaron contra las sinagogas, las tiendas y las casas de judíos. 7,500 negocios fueron afectados, 1,000 sinagogas fueron incendiadas o saqueadas sin que nadie fuera capturado y lo más grave fue que 91 judíos fueron asesinados.
Aquella noche de noviembre pasó a la historia con el nombre de la “noche de los cristales rotos”. El terror nazi se intensificaba y el mundo, el mundo solo observaba.
El 1 de septiembre de 1939 Hitler atacó Polonia, iniciándose con esto la Segunda Guerra Mundial. Ahora sí, a las respectivas potencias no les quedó otra alternativa más que reaccionar.
El que pensaba que Hitler y su fanatismo era solo problema de los judíos estaba en un error, ahora cada país europeo estaba en riesgo de ser invadido y entrar a la guerra se convirtió en la única opción.
Tal vez hubiera sido bueno reaccionar antes en aquellos días en los que el mandatario nazi comenzaba a incumplir con el tratado de Versalles. Y es que mientras el mundo solo se mantuvo observando, Hitler ganó un poder peligroso y desproporcionado, combatirlo implicaría ahora la unión de muchos ejércitos y un esfuerzo infrahumano.
Un cáncer no debe ignorarse porque si se ignora se vuelve más amenazante. La lección fue dura pero tal vez quedó aprendida. Lo trágico es que aprender esta lección costó 50 millones de vidas.
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07/04/2021 en ENLACE JUDIO
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