El Gobierno de Naftali Bennett perdió su estrecha mayoría, el golpe más duro que recibe desde que hace apenas diez meses asumió el poder con una coalición inaudita, mientras el ex primer ministro Benjamin Netanyahu maniobra desde la oposición para tumbar el Ejecutivo.
A primera hora saltó la sorpresa cuando la diputada Idit Silman, del nacionalista religioso Yamina -partido que lidera el primer ministro Bennett-, anunció que retiraba su apoyo a la coalición, dejándola con 60 escaños en un Parlamento de 120. Esto supone la pérdida de la mayoría mínima de 61 diputados que se logró conseguir para asumir las tareas de Gobierno tras muchos esfuerzos el pasado junio.
Según los reportes, la deserción de Silman, que instó a formar un Gobierno alternativo y de derecha, se produjo sin aviso previo a Bennett, lo que deja aún más en la cuerda floja al primer ministro por ser esta una integrante de su partido que escapó de su control.
Tras su anuncio, Bennett se vio obligado a cancelar su agenda -estos días centrada en el fuerte repunte de tensión en Israel por graves ataques terroristas- para reunirse de emergencia con los miembros de su partido Yamina y los jefes de las otras formaciones socias de coalición.
Al mismo tiempo, Netanyahu, líder del bloque opositor desde que en 2021 fue destronado tras doce años seguidos en el poder, felicitaba a Silman por su «valiente paso» e instaba a otros diputados de perfil de derecha del actual Gobierno a pasarse a su bando.
Según la prensa, este acordó previamente el movimiento dado por Silman, a la que prometió una posición destacada en su partido derechista Likud y el cargo de ministra de Salud en un futuro Ejecutivo.
La actual coalición, sin precedentes en Israel, es una amalgama de ocho partidos de todo el arco ideológico, desde la derecha, centro o izquierda, e incluso con una formación islamista.
En este tiempo, pese a las dificultades para acordar múltiples cuestiones, lograron ciertos consensos y no resquebrajarse. Según analistas que le daban los días contados, la capacidad para seguir en pie del Gobierno ha sido hasta ahora bastante sorprendente.
Con todo, el bloque del Likud de Netanyahu con sus socios -los partidos ultraortodoxos y el Partido Sionista Religioso- no alcanza suficientes escaños para crear una coalición alternativa, y le faltan siete escaños para los 61 necesarios con los que formar Gobierno.
Otro de los grupos en la oposición es la Lista Conjunta, coalición árabe con seis escaños que no contempla apoyar a Netanyahu, por lo que si este quiere crear Ejecutivo sin pasar antes por las urnas deberá arrastrar a más posibles desertores de la actual coalición.
Ante ello, un gobierno de Netanyahu sin que haya antes «otras elecciones no es un escenario muy probable», remarca hoy el analista Anshel Pfeffer en el diario Haaretz.
Otra opción, añade, sería que el ex primer ministro obtuviera los 61 apoyos requeridos para votar la disolución del Parlamento (Knéset) y forzar comicios. Serían los quintos en Israel en cuatro años y sumirían de nuevo al país a un panorama político incierto, tras cuatro elecciones seguidas entre 2019 y 2021.
Sin embargo, también está la posibilidad que el actual Gobierno de Bennett cierre filas con los 60 escaños que mantiene, pero a partir de ahora le tocará gobernar desde una posición muy débil y necesitando el respaldo de parte de la oposición si quiere aprobar nuevas leyes.
«El Ejecutivo puede sobrevivir sin una mayoría si no hay más desertores», destaca Pfeffer. La coalición «sufrió un duro golpe, pero su caída no está garantizada». Para ello, se necesita cuadrar «complejas maniobras políticas» que podrían no resultar, agrega.
Según el analista, después de que el Ejecutivo de Bennett lograra aprobar el presupuesto estatal, ahora tiene casi un año hasta la fecha límite para la validación de las nuevas cuentas de 2023, lo que le da un cierto margen para aguantar pese a su debilidad.
«Sin mayoría», la coalición «no podrá aprobar ninguna legislación seria, pero los gobiernos cojos no son una rareza», indica Pfeffer.
En este contexto, Netanyahu aprovecha también estos días para endurecer sus críticas al Ejecutivo, tras tres ataques terroristas por parte de árabes-israelíes y un palestino que asesinaron a once personas en Israel y derivaron en un repunte de tensión.
Esta tarde participará en una protesta de derecha que reclama más contundencia por parte del Gobierno ante la situación de seguridad.
Aún así, el escenario político israelí se caracteriza en gran medida por su alta volatilidad. El panorama actual puede derivar hacia otros rumbos o cambiar de forma imprevisible en las próximas semanas o meses. Sin embargo, lo sucedido hoy añade un mayor grado de inestabilidad que probablemente tendrá más implicaciones. EFE y Aurora
06/04/2022 en AURORA
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