domingo, 11 de diciembre de 2022

Un paseo por Ammán, mucho más que la puerta de entrada a Petra

* La intensa capital de Jordania es mucho más que un aeropuerto. Es, entre otras cosas, cultura, gastronomía e historia.
* Todo lo que necesitas saber para organizar un viaje a Jordania, en este enlace.

Vista aérea de Ammán, con el teatro romano en el centro de la imagen (Getty Images)

Filadelfia quiere decir, en griego, ciudad del amor fraternal. Y así llamaron los griegos a Ammán, la capital de Jordania, una bulliciosa urbe repleta de interés que, muchas veces, queda relegada a mera escala de entrada y salida de Jordania. Ammán alberga el aeropuerto internacional que sirve de principal puerta de acceso al país y, eclipsada por las muchas joyas del reino hachemita -con Petra a la cabeza, pero sin olvidar el mar Muerto, las playas de Aqaba, el desierto de Wadi Rum, la ciudad romana de Jerash o los innumerables escenarios bíblicos-, se queda a menudo injustamente olvidada por los viajeros.


Cruce de civilizaciones

Y es una lástima porque la capital tiene mucho y muy bueno que ofrecer al viajero más exigente. Las treinta colinas por las que se desparrama la ciudad, en el más puro frenesí caótico urbanístico, han visto presencia humana desde el neolítico. Además de griegos, antes que ellos amonitas, asirios, persas y, después, romanos, han dejado en la ciudad su impronta; especialmente los romanos, que convirtieron Ammán en una de las decapolis, las diez ciudades romanas más importantes de Oriente Medio.

El templo romano de Ammán conserva una mano gigante de Hércules Joel Carillet

Un buen punto de partida para explorar a fondo la capital es la ciudadela, en la colina más alta y más importante de las siete sobre las que se fundó Ammán. Aquí se han hallado numerosos restos romanos, bizantinos e islámicos tempranos, y ofrece unas vistas sensacionales del caos amable de la ciudad, pespunteado por los rascacielos del barrio de Abdali, infinidad de cometas y, a según qué horas, los cantos de los muecines. También a según qué horas -las de la mañana-, la colina es un enjambre de escolares, que corretean entre las ruinas y atienden a los profesores; por la tarde, parejas y amigos hacen de la ciudadela el lugar de reunión más popular y agradable en verano por el aire que lo ventea de Ammán.

El Museo Arqueológico de Jordania -un modesto edificio de riquísima colección, tal vez expuesta de manera algo caótica-, una iglesia bizantina y el complejo del palacio de los omeyas, que data del 730, comparten explanada con los restos del templo de Hércules, que domina la colina. Del templo, que llegó a ser el más grande de todo el imperio, quedan hoy las inmensas columnas, de diez metros de altura, partes del basamento y un fragmento gigantesco –una mano- de la estatua del semidiós.

Desde la ciudadela se contempla el otro gran tesoro histórico, el teatro romano, que fue construido entre los años 138 y 161 a.C. sobre el antiguo foro. Sus gradas se conservan muy bien, hasta el punto de que en nuestros días alberga conciertos y diversos eventos; pero el espectáculo está también muy cerca, en la calle que lo flanquea, la avenida Al Hashimi. Esta vía es la artería principal de la ciudad, repleta de puestos callejeros, tiendas, cafés y la mezquita de Al-Husseini, una de las más grandes de toda Jordania. A la avenida dan las callejuelas del mercado (no tiene Ammán un zoco al estilo tradicional), bullicioso y muy auténtico.

Otro de los lugares más interesantes de la capital jordana es la estación de ferrocarril de Hejaz, en el barrio de Mahatta. Era la estación término de una línea de tren que, durante gran parte del siglo pasado, transportaba desde Damasco a los peregrinos que iban camino de La Meca. Hoy, el edificio acoge un museo con antiguas locomotoras y uno de los vagones que empleaba la familia real en sus desplazamientos.

Mezquita Al-Husseini de Ammán Tomas Guardia Bencomo

El Real Museo del Automóvil es otra visita interesante: alberga la espectacular colección de vehículos de la familia real jordana, desde los tiempos del rey Abdullah I, el fundador del reino, hasta hoy. Unidades de Rolls Royce, Mercedes, Bugatti, el Lincoln que usó el rey Hussein en su coronación son algunas de las joyas automovilísticas que atesora.

La avenida Abu Bakr al Siddiq (aunque todo el mundo, incluso los habitantes de la ciudad, se refieren a ella como Rainbow Street) y aledañas es la zona donde se concentran los mejores restaurantes de Ammán. Hay a lo largo de todas ellas cafeterías ideales para disfrutar de la tarde tomando un excelente café tras otro o una shisha, actividades ambas muy populares entre los locales, como en cualquier otra ciudad de Oriente Medio. Es aquí, en el nº 26 de Rainbow Street, donde está el restaurante de más fama de la ciudad, Sufra, parada obligada para los famosos que visitan el país, y en cuya carta destacan el hummus, el mansaf (el plato tradicional jordano, a base de arroz, cordero y la salsa de yogur jameed) o la muttabal (una crema de berenjenas).

En Ammán abundan también los puestos callejeros de comida: kebabs, pitas, zumos, sándwiches…

Abundan también en Ammán los puestos callejeros de comida: kebabs, pitas, zumos, sándwiches… El más recomendable de todos es el Shawerma Reem (segunda plaza, al lado del Intercontinental Hotel), donde siempre hay concentrada una pequeña multitud: sirve al día más de 5.000 de estos bocadillos de pan de pita con cordero, salsas, hortalizas y especias.

Y para terminar del mejor modo este paseo por Ammán, nada como volver a subir a las alturas: en este caso, a la terraza del Ghoroub Bar, el local más elegante de Ammán, situado en la azotea del Landmark Hotel. Desde allí, con un cóctel en la mano, el atardecer sobre Ammán se convierte en un momento mágico.

Rascacielos en el barrio de Abdali de la capital jordana  (Visit Jordan)


16/07/2022 en LA VANGUARDIA





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