viernes, 24 de febrero de 2023

Los protocolos de los sabios de Sion y el Holocausto

Este año se cumple el 90 aniversario de la llegada de Hitler al poder y conviene recordar el clima y el ambiente que propició el ascenso del nazismo en la sociedad alemana.

A la izq. ilustración de la portada de la edición de 1911 – A la derecha edición española de Los protocolos de los sabios de Sion. – Fotos: Wikipedia – Dominio Público

El libelo Los Protocolos de los Sabios de Sión, una burda falsificación histórica convertida en libro de cabecera de los jerarcas nazis y del mismísimo Hitler, tuvo una gran influencia en la propagación del antisemitismo en Alemania y en la puesta en marcha de la tristemente conocida como la “solución final”.

Una reciente reedición de la obra El mito de la conspiración judía, del historiador Norman Cohn, vuelve a demostrar con ingentes argumentos que los famosos Los Protocolos de los sabios de Sion fue una burda falsificación y que los mismos, seguramente, fueron elaborados por algún agente de los servicios secretos de la Rusia zarista y utilizados por los círculos derechistas y nacionalistas rusos para justificar las indiscriminadas matanzas y pogromos contra los judíos. Publicado por primera vez en 1902, el librito rápidamente se tradujo a otras lenguas y se exportó, con numerosas ediciones y éxito, a Alemania, Francia, el Reino Unido, Polonia, Estados Unidos y más tardíamente a España, Portugal e incluso América Latina.

El libro fue utilizado, además, para explicar el origen judío del bolchevismo y el comunismo que pretendían, en opinión del autor o autores, destruir las principales naciones de Europa en nombre de una supuesta conspiración judeo-masónica mundial liderada por judíos prominentes de varios países que actuaban coordinadamente para conseguir ese objetivo.

El tal documento era en realidad una mera maniobra de distracción por parte del régimen imperial ruso para justificar sus excesos antisemitas, pero después adquirió una notable difusión en los círculos antisemitas europeos y fue editado con notable profusión en Alemania antes de la llegada de los nazis al poder. Su éxito, a pesar de que pronto fue desenmascarado por varios medios europeos, entre ellos el periódico The Times de Londres, tanto por su carácter de plagio como de falsificación, fue sorprendente y alcanzó una notable notoriedad en los años 20, 30 y 40.


LOS PROTOCOLOS LLEGAN A ALEMANIA

Este libro, Los protocolos, “representó la expresión más influyente de la teoría según la cual los judíos habían emprendido una conspiración mundial con el fin de derribar la sociedad y y sus instituciones -una teoría que desembocaría directamente en el Holocausto, en buena medida por la influencia que ejerció sobre Adolf Hitler-”, señalaba el historiador Richard J. Evans al referirse al impacto que causó en el líder nazi.

Los Protocolos de los sabios de Sion alcanzaron un gran éxito en la Alemania de la posguerra y se publicaron numerosas ediciones, sin que sus lectores pudieran distinguir entre la farsa que representaba el falso documento y la reproducción, casi al pie de la letra, de todos los tópicos del discurso antisemita alemán tan en boga tras el final de la primera contienda mundial y la aceptación por parte de casi todos los alemanes de la tesis de la “puñalada” por la espalda, en la que, supuestamente, los judíos habían tenido un papel fundamental para llevar a Alemania hasta la derrota y la claudicación.

“Con la publicación en alemán de Los Protocolos de los sabios de Sion la teoría de la conspiración se había convertido en un elemento clave de la propaganda étnico-chovinista alemana”, aseguraba el biógrafo más reciente de Hitler, Volker Ullrich. El controvertido libelo en cuestión legitimaba, en cierta medida, la teoría según la cual la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, la caída del régimen del káiser y el advenimiento de la democracia en la República de Weimar eran tres pruebas claras de la veracidad de Los Protocolos. Por tanto, los denostados judíos habían triunfado y no tenían la necesidad de ocultar el texto en secreto en el que presentaban sus planes al mundo, como según se sostenía hasta entonces habían hecho.

Como señalaba el historiador Saul Friedländer, “Los Protocolos de los sabios de Sion son, evidentemente, la acentuación frenética de los temas que ya hemos encontrado en las proyecciones antisemitas de la preguerra; sin embargo, dan al peligro judío una forma a la vez más concreta y más terrible que antes. Para millares de alemanes, será evidente en adelante que la lucha contra en peligro judío tendrá que ser una lucha a muerte. Los Protocolos no son, por otra parte, sino uno de los libros más conocidos de todos los panfletos consagrados al mismo tema. La Alemania de posguerra verá aparecer decenas de publicaciones que, en una forma u otra, describen todas las maquinaciones judías para dominar el mundo. La lógica delirante que implican esos fantasmas impide toda refutación”.


CAMINO AL HOLOCAUSTO

La estrecha ligazón entre el Holocausto y el auge y la creación de un ambiente favorable al espíritu antisemita que desembocaría en el mismo tiene mucho que ver como los famosos Protocolos, tal señalaba el estudioso Michael Butter, quien asegura que “hasta nuestros días es el texto esencial sobre la conspiración mundial de los judíos porque ayudó a crear una atmósfera que acabó desembocando en el genocidio de los judíos europeos”. Otro estudioso del tema, Norman Cohn, aseguraba que el libelo fue “la expresión y el vehículo supremo del mito de la conspiración de los judíos” y que “Hitler se obsesionó con el documento, y que este se convirtió en la ideología de sus partidarios más fanáticos, tanto en Alemania como en el extranjero, lo que ayudó a preparar el camino para el exterminio casi total de los judíos europeos”. En definitiva, Los protocolos vinculan al judaísmo con el comunismo, el bolchevismo y, en general, con todo lo que huela a socialismo e izquierda, vinculando a la revolución alemana tras la Primera Guerra Mundial a los judíos.

“Los defensores de esta tesis fantasmagórica consideran el comunismo un invento de los judíos, que habrían asumido el papel de revolucionarios para extender su poder por todo el mundo. En tanto, responsables de los crímenes comunistas, habrían provocado la reacción antisemita que sancionó sus fechorías. En el tumulto de la guerra de 1914-1918 y la Revolución rusa de 1917, que provocaron el hundimiento de los imperios de Europa del Este, el mito judeo-bolchevique, persistente entre los rusos ´blancos´ (contrarrevolucionarios) y los grupos armados fieles al Gobierno nacional ucraniano, desencadena una oleada de pogromos que causa la muerte de 180.000 judíos y hunde a 500.000 de ellos en la miseria más absoluta. En Hungría, tras el hundimiento de un efímero régimen bolchevique, los contrarrevolucionarios instauran un ´terror blanco´ que deja tres mil muertos, la mitad de ellos judíos. Europa Occidental y Estados Unidos, presos del mismo pánico, temen que esa población perseguida de Europa del Este que huye del caos traiga con ella el germen revolucionario. Los llamamientos para cerrar las fronteras se multiplican”, sigue contando sobre este efecto de contagio antisemita el profesor Paul Hanebrink. Los nazis, por supuesto, no harían más que reproducir esos tópicos habituales en la prensa occidental de entonces para atizar el fuego antisemita.

De la misma forma que los anteriores autores, el historiador Timothy Snyder se refiere a este asunto en su obra Tierra negra: “Los adeptos a la tesis judeo-bolchevique se contaban entre los cientos de miles de súbditos sometidos que inundaron la Alemania derrotada. Uno de ellos llevaba consigo una copia de Los protocolos de los sabios de Sion, que apareció en traducción al alemán en enero de 1920. Entre quienes huían del Estado de Lenin había alemanes de la región del báltico, que podían trasladar la idea judeo-bolchevique al alemán sin necesidad de ningún texto. Dos de ellos eran Max Erwin von Scheubner-Richter y Alfred Rosenberg, dos de las primeras influencias nazis de Hitler. En 1919 y 1920, después de haber hablado con personas que conocían Los protocolos y de haberlos leído él mismo, Hitler asimiló el mito judeo-bolchevique y la noción de que los judíos matan por inanición”. Cuando Hitler y los suyos fracasan en el intento de golpe de Estado de 1923, los nazis vieron el fracaso como un triunfo, no tanto de la joven República de Weimar en Alemania sino del poder judeo-bolchevique al que creían estar haciendo frente.

Los nazis, después de su llegada al poder en 1933, nunca más necesitarían utilizar la demagogia inmanente a Los protocolos, pues tenían nuevas armas de propaganda mucho más efectivas, como el cine, tan utilizado por Goebbels, tal como señala Evans: “A este respecto, el contenido vago e inespecífico de Los protocolos combinaba a la perfección con el tono básico que caracterizó de entrada la ideología nazi. Durante los años de la guerra, cuando la persecución nazi y el genocidio de los judíos europeos estaban estrechamente ligados a su terrible régimen, Los protocolos ya no se reeditó más en Alemania. Los nazis habían llegado a la conclusión de que el mensaje ya no era necesario, lo había superado una propaganda más directa y poderosa como las películas El judío eterno y El judío Süsss, ambos estrenadas en 1940”.

Sin embargo, Los protocolos de los sabios de Sion se seguirían publicando después de la caída del régimen nazi, en 1945, y el libro sería traducido a numerosas lenguas, incluido el árabe, siendo un libro todavía muy popular, vendido y conocido en América Latina, Oriente Medio, el Este de Europa y en círculos nazis y fascistas europeos. Tristemente, la “moda” nazi sigue vigente en el mundo, también el antisemitismo.

Ricardo Angoso


18/02/2023 en AURORA





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