lunes, 4 de mayo de 2015

Netanyahu sigue sin formar coalición a dos días del plazo.

A dos días del plazo para presentar su nuevo gobierno, el primer ministro, Biniamín Netanyahu, aún debe completar las negociaciones con al menos otros dos partidos para poder alcanzar con ellos la mayoría parlamentaria de 61 escaños.

Se trata de las formaciones ultra ortodoxa Shas, que preside el rabino Arie Deri, y la nacional-religiosa Hogar Judío, liderada por Naftalí Bennett, mientras en espera podría quedar el partido nacionalista laico Israel Beitenu, del actual titular de Exteriores, Avigdor Lieberman.

Las conversaciones con las dos primeras formaciones están a punto de desembocar en un acuerdo y solo quedan por cerrar algunas diferencias en las que Bennett y Deri están enfrentados.

La principal discordancia gira alrededor del Ministerio de Culto, que pasaría a manos de Shas con la propuesta de Netanyahu para que haya también un viceministro de Hogar Judío, dado que ambos partidos son religiosos y tienen intereses políticos en esa cartera.

Sin embargo, Deri, que el sábado por la noche se reunió con Netanyahu, rechaza cualquier intromisión por parte del partido rival en los asuntos del Ministerio, sobre todo porque ambos tienen una política divergente sobre la actuación de los tribunales rabínicos y la ley de conversiones.

Shas quiere mantener el monopolio sobre ambas cuestiones, mientras que los nacionalistas religiosos, más modernos y pragmáticos, tratan de aligerar la burocracia y romper ese absoluto control en manos de los ultra ortodoxos.

También hay algunas diferencias entre el Likud de Netanyahu y Hogar Judío en cuanto a la forma de limitar el poder de la Corte Suprema, y sobre si las líneas del gobierno deben incluir un relanzamiento de la construcción en Jerusalén este y los territorios de Cisjordania (Judea y Samaria).

En el Likud ven ambas exigencias como innecesarias porque conducirían a un enfrentamiento con la comunidad internacional.

Según el diario Yediot Aharonot, en los tres días que quedan hasta que venza el plazo concedido a Netanyahu por el jefe del Estado, Reuven Rivlin, para formar gobierno se tratarán de encontrar soluciones creativas a todas esas cuestiones.

Por el momento el Likud, que ganó los comicios del pasado 17 de marzo con 30 escaños, ha conseguido firmar acuerdos de coalición con el ultra ortodoxo Judaísmo Unido de la Torá, que aporta seis diputados, y Kulanu (centro), que aporta diez.

Sin embargo, a Netanyahu aún le faltan 15 diputados para alcanzar la mayoría absoluta en La Kneset y necesita que al menos Shas, con 7 escaños, y Hogar Judío, con 8, estén en su ejecutivo, pues de lo contrario podría tener que devolverle el mandato a Rivlin o convocar a partidos que en principio han anunciado que permanecen en la oposición.

Menos necesarios le son a corto plazo los 6 diputados de Israel Beitenu, aunque el primer ministro es consciente de que con una muy ajustada mayoría de 61 diputados (de un total de 120 que conforman la Kneset) le sería difícil gobernar.

Lieberman, estrecho aliado de Netanyahu en los comicios de 2013, se ve ahora en la disyuntiva de violar las promesas a su electorado o estar en el gobierno.

"Intentan ponernos ante la prueba de elegir entre ministerios o principios", resumió la situación el jefe de sus negociadores, Robert Ilatov.

El problema en este caso gira en torno a los compromisos que Netanyahu ha adquirido en su acuerdo con el Judaísmo Unido de la Torá, que elimina todas las reforma seculares de los últimos dos años y anula la responsabilidad penal de aquellos jóvenes ultra ortodoxos que no se incorporen a las filas del servicio militar, según una histórica ley de enrolamiento aprobada en la pasada legislatura.

En declaraciones al diario Yediot Aharonot, Ilatov manifestó que necesitan "saber si esta es una coalición de fuerzas nacionalistas o de oportunistas", dado el precio que Netanyahu ha tenido que pagar a los ultra ortodoxos para tenerlos en su ejecutivo.

El primer ministro ha comprometido la suma de unos 8.000 millones de shékels (unos 1.882 millones de euros o 2.067 millones de dólares) en partidas presupuestarias, de las que aproximadamente dos tercios irían a parar a los ultra ortodoxos.

Estas partidas contrastan con la necesidad del próximo gobierno de reducir su presupuesto debido a una desaceleración de la economía y a las advertencias del Banco de Israel (emisor) de que deberá aumentar los impuestos para encontrar financiación a estas partidas. EFE




04/05/2015 en AURORA DIGITAL.
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