Tradicional carrera beduina de camellos en el norte del Neguev Foto: Shy Halatzi Wikimedia CC BY-SA 3.0
La poligamia, prevalente en el sector beduino de la población israelí y no ajena a otros, como el árabe musulmán y el judío oriental, es ilegal en Israel, pero hasta hace poco se ha hecho la vista gorda sobre estas conductas, algo que empieza a cambiar.
Próximamente, un hombre beduino de 36 años casado con dos mujeres irá a la cárcel por polígamo, en el primer caso desde hace décadas y en cumplimiento del anuncio en 2015 de la ministra de Justicia, Ayelet Shaked, de la reactivación de la ley antipoligamia.
El hombre, identificado por el tribunal como A. y residente en la zona desértica del Neguev, en el sur del país, se casó con su primera esposa en 2002 y en 2017 le pidió al padre de otra mujer permiso para casarse con ella. El padre accedió sin informar a su hija.
“La poligamia se ha convertido en norma en el Neguev”, lamenta Insaf Abu Shareb, beduina, abogada y directora de Itaj, organización para la justicia social en Beersheva (Neguev).
Según el estudio “Redefiniendo la poligamia en los palestinos beduinos de Israel”, de Rawa Abu Rabia, también beduina y especialista en género, este fenómeno conlleva sometimiento y anulación de una de las partes: la mujer.
Aunque la poligamia es ilegal desde 1977 y está penada con un máximo de cinco años en prisión y multa, muy pocas acusaciones han llegado a los tribunales hasta la reactivación de la ley y se recuerdan casos contados (el último en los noventa) de polígamos encarcelados.
Abu Rabia considera que Israel no se ha tomado en serio la lucha contra la poligamia porque la población más afectada, la beduina, es pequeña (unos 250.000 personas, el 4% de la población) y por el rechazo a enfrentarse a ese sector árabe.
En las primeras décadas de existencia del Estado, los judíos que llegaban del norte de África y Yemen también practicaban la poligamia, pero la aplicación estricta de la ley y la mirada social hostil acabó rápidamente con ella.
Mujeres beduinas en clases de alfabetización Foto: Mahmud Wikimedia CC BY 2.5
Hoy se estima que un 40 por ciento de familias beduinas del Neguev son polígamas, y Abu Rabia señala que ese número ha ido aumentando de modo ininterrumpido, no sólo entre los beduinos sino también entre los árabes del norte del país.
“Mi madre es la primera mujer de mi padre y no recuerdo mi infancia con cariño. Mi padre no trataba bien a mi madre y nosotros, los hijos de la primera, no éramos amigos de los hijos de la segunda”, rememora Mwafaq Z., un árabe israelí.
Abu Shareb destaca que el fenómeno a menudo está acompañado de violencia doméstica, violaciones y pobreza, y desde su asociación, Itaj, atiende a muchas beduinas víctimas de violencia doméstica, en su mayoría casadas con polígamos.
Es el caso de Aisha, uno de los pocos casos que ha llegado a ser litigado en los últimos años. Esta beduina aceptó la boda de su marido con una segunda mujer, después de que él la convenciera de que no dejaría de cuidarla, pero a los dos meses, comenzó el maltrato y ella y sus hijos fueron expulsados de la vivienda familiar.
Abu Shareb denuncia que, cada vez más, en las comunidades beduinas un hombre se casa, tiene hijos y en un momento dado decide tomar una segunda esposa, dejando a la primera y a sus hijos atrás y sin medios de sustento.
La primera esposa no puede divorciarse, a riesgo de sufrir ostracismo social, ni casarse de nuevo, y debe permanecer disponible por si el hombre decide volver con ella.
“En el pasado sólo los ricos podían tomar más de una mujer, pero hoy en día es sólo un asunto de ego y de control, muestra que son machos”, explica la abogada de 35 años.
Aunque practicada sobre todo en las zonas aisladas del Neguev, la poligamia también está presente en la vida cotidiana israelí: el parlamentario beduino Taleb Abu Arar, es bígamo.
La imputación de A., ha causado un impacto: “Se están asustando y también hay hombres que han parado los procesos para casarse”, expone Abu Sharab.
Los expertos indican que la situación se exacerba por el aislamiento geográfico y cultural de los beduinos del resto de Israel, ya que las niñas a menudo no van al colegio por ser mixtos.
“La educación y la aplicación de la ley son las únicas soluciones a esta lacra, que hace mujeres infelices, las enferma mental y psíquicamente, y familias desdichadas, en un país donde no debería existir ni rastro de este fenómeno”, estima la abogada Abu Shareb. EFE
09/11/2017 en AURORA DIGITAL
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