El modo en que trata la justicia jordana a las mujeres no favorecería a la hermana del rey, que sin hablar ha tomado partido: en su última última visita a los Emiratos Árabes está su respuesta.
Abdalá, Haya y Rania de Jordania. D.R.
En febrero de 2019, Rania de Jordania subía al escenario del Forum Global de las Mujeres que se celebró en Dubái: “Empodera a una mujer y empoderarás una sociedad”, dijo ante las autoridades de Emiratos Árabes Unidos, a las que agradeció que hubieran nombrado recientemente a varias ministras. Entre los presentes, el hijo del emir, el príncipe Sheikh Hamdan bin Mohammed bin Rashid Al Maktoum, hijastro de la Princesa Haya, hoy en Reino Unido a la espera de un juicio en el que ha solicitado protección para que sus hijos no se vean abocados a un matrimonio forzoso. Ese príncipe apoyó a su padre públicamente, del mismo modo que Alí, hermano de Haya, la acompañó a la vista que tuvo lugar en Londres. Pero nada han dicho todavía Rania, ni Abdalá de Jordania, país donde nació la princesa y donde no ha pedido refugio.
No es de extrañar si se tiene en cuenta lo que cuenta Amnistía Internacional sobre la justicia de ese país: “Como muchas de las barreras que enfrentan las mujeres jordanas, la disparidad se basa en una red de códigos sociales estrictos, respaldada por un sistema legal que frecuentemente socava los derechos de las mujeres y refuerza el statu quo patriarcal”. He ahí otro motivo por el que la princesa ha preferido los tribunales ingleses a los de su país, donde siguen vigentes artículos del Código Penal como el 340, que permite reducir la pena al cónyuge que mate a su pareja si la encuentra en “situación adúltera”. La medida rige sobre hombres y mujeres, pero es fácil averiguar a quienes beneficia en un sistema que permite la poligamia solo a los primeros.
Esa manera de impartir justicia tiene su reflejo en la sociedad: “En Jordania las mujeres tienen acceso a la educación, trabajan, construyen carreras, pero luego la familia pesa, la tradición pesa y muchas abandonan”, cuenta a Vanity Fair María Toledano, que supervisa procesos electorales para Naciones Unidas y trabajó durante un año en Jordania con refugiados. Esa diferencia entre lo que se pregona y lo que se hace en relación a la igualdad entre hombres y mujeres no se da solo en el reino hachemita, pero en el caso de este país también es reflejo de una realidad política y social muy dual.
Por un lado, Jordania está muy occidentalizada, pero por otro, el ejército y los líderes tribales siguen siendo los valedores de una monarquía que tiene entre sus tareas parecer un país moderno. Eso es lo que el investigador del Centro de Estudios del Medio Oriente de la Universidad de California-Berkeley, Glenn E. Robinson denomina “democracia defensiva”: una que aplica medidas aperturistas si le interesa, y que se reserva el derecho a dar pasos atrás si le conviene. Y en el caso de las mujeres y sus derechos es especialmente elocuente.
El papel de la reina Rania
El rostro más conocido de Jordania en el mundo es el de Rania. Estudió en la Universidad Americana de El Cairo, es glamourosa y defiende los derechos de las mujeres y su desarrollo profesional en un país donde hasta el año pasado la justicia permitía que los violadores eludieran ir a juicio si se casaban con sus víctimas.
Esa imagen que da Rania de mujer trabajadora y comprometida se ve también en las calles de la Jordania urbana, pero con algunos matices. “Mis compañeras de trabajo habían estudiado su carrera, iban sin velo, hacían una vida normal, pero otras tenían que pedir permiso a sus padres para todo. Conocía a varias que se casaban para salir de eso, pero luego eran el marido o los hijos, los que determinaban si seguían o no con las vidas que habían elegido”, cuenta Toledano mostrando el peso que aún tiene la tradición en una sociedad donde no existe la sharia.
Rania ha puesto esfuerzo en deshacer tópicos sobre las mujeres en el Islam y por eso creó, entre otras cosas, una asociación para que los medios de comunicación dejaran de usar clichés y dieran una dimensión más realista de la mujer en el mundo árabe. Pero Rania también sabe que debe tener cuidado con lo que declara por varios motivos: porque como consorte tiene unas atribuciones limitadas; porque conoce las contradicciones que el caso de su cuñada pone de manifiesto y porque ella es la imagen más atractiva del régimen en el exterior, pero no en su país, donde es la brecha por la que los opositores atacan al rey Abdalá.
Abdalá y Rania el día de su boda. GETTY IMAGES.
Difícil equilibrio
“Cuando se casaron, algunos vieron la boda como una venta del país a una nueva élite palestina”, explica Luis Melián, politólogo y experto en el mundo árabe en relación a cómo han usado a Rania para hacer críticas que no se atreven a dirigir directamente al rey. El analista cuenta que el apoyo de las tribus y el ejército solo se ha roto una vez, en 2011, tras las revueltas de lo que se conoció como Primavera Árabe: “Entonces lanzaron un comunicado en el que criticaban el estilo de vida demasiado occidental de Rania y que celebrara un cumpleaños en el desierto con tanto lujo en un país con tanta pobreza”, dice añadiendo que esa misma vida llevan Abdalá y el príncipe heredero, pero nadie lo comenta. “Lo más fuerte que se ha dicho del rey actual es que cuando subió al trono hablaba bien el dialecto jordano, pero no pronunciaba bien alguna letra del árabe”, resume el experto indicando que la crítica hacía referencia a que el príncipe se había formado en Inglaterra y EEUU.
Para Melián, el principal problema de Abdalá, hoy como siempre, es mantener el equilibrio. Como indican Géraldine Barré y Luigi Masciulli en “Jordania: la supervivencia de la monarquía”, sin agua, sin petróleo y sin otros recursos naturales, es normal que el primer país que visitó Abdalá una vez nombrado rey fuera Omán y los Emiratos Árabes Unidos, el país que dirige su aún cuñado. Eso da cuenta de cuáles son sus principales aliados en la zona. Más aún desde que EEUU rebajó su aportación económica: “Ese flujo de dinero, pero también de trabajo para los jordanos que emigran porque no tienen empleo en su país, lo ha suplido Emiratos” Por todo eso, la razón principal de la decisión de Haya de irse a Inglaterra y del silencio de Abdalá es diplomática.
Pero el monarca tiene en la actualidad otros problemas. Los lazos con el EEUU de Donald Trump se han estrechado y eso ha provocado que en los últimos meses se hayan organizado en Amán varias manifestaciones. “Ese apoyo tan claro del rey a Trump, que es socio de Israel, no ha gustado a los Hermanos Musulmanes”, dice el politólogo en referencia a uno de los grupos opositores que tiene el rey. Esa oposición es la que no ha sido escuchada nunca por los países occidentales: “Son grupos moderados, no han pedido nunca la caída del régimen, solo reformas. Pero también es cierto que los países occidentales nunca han querido en Jordania una democracia, han preferido la estabilidad de un rey que la incertidumbre que causaría un presidente, que no se sabe por dónde puede salir”, cuenta Melián.
El papel de los medios
En su vida cotidiana, a Toledano le chocaba mucho que nadie comentara nada sobre la casa real, ni para bien ni para mal. “Solo cuando tenía mucha confianza con alguien salía ese tema y casi siempre en positivo", explica y añade que en el ámbito de las ONG, también contribuía a ese silencio que Rania o algún otro miembro de la familia real jordana formara parte de prácticamente todos los patronatos.
Los medios de comunicación también protegen a la monarquía. A veces por lealtad, otras porque después de la última reforma de la Constitución se sometió a un control estricto (censura) también a los medios digitales, último bastión donde se ejercía cierta fiscalización al poder. Por eso Melián, denomina esas reformas como “maquillaje menor sin efectos reales”, una descripción que usa en su libro, Primavera Árabe y cambio político en Túnez, Egipto y Jordania, y que redunda en esa idea de Jordania que quieren los países occidentales, pero también los del Golfo, de los que tanto depende el monarca hachemita.
Una imagen de los dos matrimonios tomada en 2007. CORDON PRESS.
Cómo lo ven las feministas
Los medios emiratíes tampoco le dan cabida ahora a la situación de Haya, que si antes aparecía en todos los medios femeninos del mundo árabe, ahora no sale ni para criticarla. Un ejemplo claro es el de Emirates Woman, que solía sacar todas y cada una de las apariciones públicas de la princesa (a caballo, en un acto social, en un acto de la ONU, en una recepción o un desfile de moda) y que desde que se fue a Londres no han dado ninguna noticia sobre ella. Sí la siguen sacando en la prensa “seria”, donde antes alababan cualquiera de sus actividades y ahora hay analistas que se refieren a ella como “arpía” y “traidora”, términos que no habrían usado cuando aun vivía con el emir. En Jordania, silencio.
Haya tampoco recibe el apoyo completo de las entidades feministas de la región, que la acusan de haber vivido rodeada de privilegios en una sociedad en la que para proteger a una mujer maltratada se la tiene que detener, tal y como denuncia la ONG Solidaridad Internacional, y donde los niveles de pobreza les impiden, como a ella, huir a un país extranjero. También le reprochan que no aprovechara su altavoz para hablar más de esas cosas cuando vivía en Dubái. También puede pesar su empeño en aclarar siempre que ella no es feminista: “Prefiero el equilibrio a la igualdad, porque si hay equilibrio, se logra la igualdad”, dijo a la ABC en 2017 la mujer que ha contado en su huida con el apoyo de la reina Isabel II.
Sobre si el país elegido puede ocasionarle problemas a su hermano, Melián lo tiene claro: “No habrá ninguno. La madre de Abdalá era inglesa, y tiene muy buena sintonía con la Isabel II. Haya igual, estudió allí y siempre han tenido mucha simpatía. Creo que Londres era la mejor opción porque será beneficioso para su caso, está como en casa y no pone en riesgo las relaciones de su hermano con otros países". Sobre la postura de Abdalá, Melián tiene algunas dudas: "Creo, pero es una percepción muy subjetiva, que en su silencio también ha pesado que Haya y él son hermanos solo de padre". Para Melián, que el rey no haya hablado públicamente no quier decir que no haya dejado muy clara su postura en este caso: "Lo hizo con su última visita a Emiratos Árabes. Era la segunda en poco tiempo, sin motivo aparente, y cuando su hermana Haya ya había dejado a su marido".
14/08/2019 en VANITY FAIR
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