jueves, 21 de noviembre de 2019

El pulso de Israel e Irán en Siria puede incendiar todo Oriente Medio

La aviación israelí destruye decenas de objetivos militares iraníes en Siria.

Un tanque Merkava israelí maniobrando ayer en los altos del Golán, en la frontera con Siria (ATEF SAFADI / EFE)

Irán no es rival militar para Israel, pero aun así es su principal enemigo y ahora, como sucedió hace dos días, es capaz de lanzar cuatro misiles a 40 kilómetros de distancia del territorio bajo control israelí en los altos del Golán. Fue el sexto desde febrero del 2018 y el que recibió una respuesta más fuerte por parte de ejército israelí. Ayer, antes de la salida del sol, la aviación judía alcanzó varias decenas de objetivos militares, la mayoría iraníes, en Damasco y sus alrededores.

Horas después, con el sol rozando el mediodía, la vida seguía inalterada en esta disputada esquina de Oriente Medio. Los turistas israelíes subían al monte Bental, a 1.165 metros de altura y 65 kilómetros de Damasco; los viticultores preparaban las viñas para el invierno, y los soldados nepalíes de la ONU, situados en lo más alto del monte Hermón, levantaban acta de otra jornada rutinaria.

Israel destruye el comando central de los Guardianes
 de la Revolución en el aeropuerto de Damasco.

El pulso bélico entre Israel e Irán en Siria va para largo, un conflicto de momento localizado y de baja intensidad que, como cualquier otro en esta región, tiene el potencial de incendiarlo todo.

Los cazas israelíes, según nos explicó un portavoz militar, destruyeron el comando central de Al Quds, fuerza militar iraní de los Guardianes de la Revolución, situada en el edificio de Cristal del aeropuerto de Damasco. Desde allí aseguró que “Irán dirigía el tráfico de armas a sus aliados en Siria y a Hizbulah en Líbano”.

La incursión aérea causó 21 muertos, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos. El Gobierno sirio confirmó dos muertos y dijo que sus defensas habían repelido gran parte del ataque. En todo caso, los cazas israelíes destruyen bases de misiles, almacenes de armas y puestos de control, tanto de Al Quds como de milicias chiíes aliadas de Irán y del ejército sirio.

Israel calcula que Irán ha gastado unos 20.000 millones de dólares construyendo bases de operaciones en Siria y armando a las milicias chiíes. Desde estas bases, los 1.700 kilómetros de distancia entre Teherán y Tel Aviv quedan reducidos a unos 200. Es la cercanía de esta amenaza, explica el portavoz militar, la que justifica los aproximadamente 300 ataques israelíes efectuados en Siria durante los últimos tres años.

Segundos antes de este último, el ejército israelí avisó al sirio de sus intenciones. Si las defensas antiaéreas no abrían fuego, no serían atacadas. No fue el caso, y quedaron destruidas. Con más margen de tiempo, también anticipó sus planes al mando ruso en Siria. Entre los dos ejércitos funciona un protocolo para minimizar las fricciones. El protocolo funcionó, pero, aun así, el Kremlin denunció la ofensiva. Dijo que era una violación del derecho internacional.

Las leyes, incluso las más universales, como saben bien los bandos armados que pugnan por un punto de hegemonía en este conflicto, son papel mojado. Israel hará todo lo que esté en su mano para eliminar la amenaza iraní, mientras que Irán hará todo lo posible para aumentarla.

El régimen sirio de Bashar el Asad le debe la vida a Irán tanto como a Rusia, y no está en condiciones de imponer nada. Rusia cree que ha llegado el momento de la reconstrucción –y de su amplio dominio en Siria– y puede presionar a Irán para que no ponga en peligro la precaria estabilidad que va abriéndose camino después de ocho años de guerra y más de medio millón de muertos.

La república islámica, sin embargo, agoniza bajo el peso de las sanciones económicas y su incapacidad para satisfacer las necesidades básicas de la población. Mantener sus posiciones en Líbano, Siria, Irak, Gaza y Yemen, hostigar a los petroleros en el Golfo y reanudar su programa nuclear son las bazas que le quedan, y las que auguran un conflicto largo y complejo.

A Israel seguirá atosigándolo con drones y misiles que el sistema defensivo de la Cúpula de Hierro seguirá destruyendo con una efectividad que roza la perfección. Aquí, en el norte de Israel, dispone de 30 segundos para interceptar los cohetes, el doble que en Gaza.


20/11/2019 en LA VANGUARDIA





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