El incidente del presidente francés en la iglesia de Santa Ana recuerda uno similar protagonizado por Jacques Chirac en 1996.
Macron se ha encarado con los agentes de seguridad israelíes en Jerusalén (LUDOVIC MARIN - LUDOVIC MARIN / AFP)
Francia, muy celosa de su autonomía geopolítica, no tolera ningún gesto de ninguneo en la escena internacional. Eso explica, en parte, el incidente protagonizado hoy por Emmanuel Macron en la ciudad vieja de Jerusalén. El presidente francés se ha encarado con los agentes de seguridad israelíes que querían controlar el interior de la iglesia de Santa Ana, un templo bajo jurisdicción francesa. El rifirrafe ha recordado otro similar vivido por Jacques Chirac en 1996.
Después de una visita al Santo Sepulcro, Macron ha decidido, de manera improvisada, seguir un periplo por la ciudad vieja, hasta la cercana iglesia de Santa Ana. Fue allí donde se ha producido el problema, pues los guardaespaldas israelíes, muy estrictos, pretendían vigilar el acceso e instalarse también en el interior. Entonces el presidente francés se ha plantado y ha recordado que debían cumplirse las normas. Al ser un lugar extraterritorial, bajo jurisdicción francesa desde la época del imperio otomano, Macron ha exigido que fuera su servicio de seguridad quien entrara en el templo y no los israelíes. Pese a que el titular del Elíseo ha animado a su comitiva a entrar, los israelíes han hecho caso omiso a las instrucciones del huésped y han querido cerrar el paso los policías franceses. Entre los dos grupos ha habido incluso un forcejeo un poco violento.
"¡No me gusta lo que han hecho delante de mí! Salgan fuera, fuera!"
EMMANUEL MACRON Presidente francés
Ya en el interior, Macron ha hablado en inglés, en un tono alto y un poco alterado, para que los guardias israelíes lo entendieran bien. Ha pedido calma a todos y ha vuelto a recordar las reglas. “¡Todo el mundo conoce las normas! -ha dicho, con firmeza- ¡No me gusta lo que han hecho delante de mí! Salgan fuera, fuera! Lo siento. Sabemos las reglas. Nadie tiene que provocar a nadie”. El presidente ha admitido que los policías le habían protegido bien durante su paseo, pero ha insistido en que no tienen derecho a entrar en la iglesia. “Por favor respeten las normas como han sido durante siglos -ha añadido-. No van a cambiarse por mí. Se lo digo. ¿Ok? Que todos respeten las normas, por favor”. Minutos después los israelíes han salido y Macron ha podido almorzar con la comunidad cristiana.
El episodio de tensión no ha evitado que Macron, después, visitara otro lugar aún más delicado, la explanada de las mezquitas. Ha entrado por una de las puertas reservadas a los musulmanes, algo bastante insólito. A continuación se ha dirigido al muro de las lamentaciones. El presidente ha explicado que, visitando los lugares santos de las tres religiones, ha querido mostrar que, pese a los problemas, es posible vivir juntos y reconciliados.
El incidente del presidente francés en la iglesia de Santa Ana recuerda este similar protagonizado por Jacques Chirac en 1996 (JIM HOLLANDER / AFP)
En 1996, Chirac se irritó mucho por la manera ruda con que actuaban los agentes de seguridad israelíes durante su paseo por Jerusalén. En un momento dado expresó en voz alta su indignación, primero en francés y luego en inglés. “Empiezo a estar harto -les espetó-. ¿Quieren que coja mi avión y regrese a Francia?”.
No es la primera vez que Macron es protagonista de un incidente en la calle. Al presidente le gusta la confrontación, cara a cara, también con la gente que le critica y le hace reproches. No se corta. Suele dar sus argumentos, a veces en un tono que suena hasta arrogante. Eso le ha granjeado algunos problemas.
Antes del rifirrafe, el presidente había mantenido encuentros con el presidente israelí, Reuven Rivlin, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y el líder opositor, Benny Gantz. En su agenda estaba prevista, al término de la jornada, una entrevista con el líder palestino, Mahmud Abbas, en Ramallah.
La relación con el Estado de Israel es muy importante para Francia. En el Hexágono vive la segunda comunidad judía más numerosa de la diáspora, después de la de Estados Unidos. Los judíos franceses pasan por un momento delicado, debido a los actos antisemitas de los últimos años. Según una reciente encuesta, el 34% de los hebreos galos se sienten amenazados en su vida cotidiana por razón de su fe religiosa. El 70% dicen haber sido víctimas directas de algún acto antisemita. El porcentaje es mayor entre los jóvenes.
22/01/2020 en LA VANGUARDIA
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