Durante la última semana de su vida, cobró un particular impulso la cuestión de, si su inminente desaparición estaba siendo causada por el SIDA, probablemente contraído, según informes filtrados de inteligencia extranjera, por su orgiásquico y omnívoro apetito sexual. Esto es como si, después de tres cuartos de siglo de megalo-sadismo, fueran necesarios indicios adicionales de la palpitante depravación de Yasser Arafat. Y así, evidentemente, fue. Así, la reflexión sobre su vida, un emblema distintivo del triunfo del terror y el fraude de fines del siglo XX sobre la seguridad y la razón, es tan instructiva en nuestros tiempos.
La vida de un matón