Las elecciones del pasado 23 de marzo han vuelto a dibujar un difícil panorama. Los israelíes optaron mayoritariamente por partidos de derecha, pero parece casi imposible conseguir formar un nuevo gobierno.
En los próximos días veremos infinidad de reuniones y declaraciones por parte de todos los partidos y de sus líderes. Saben muy bien que está en juego el futuro inmediato de Israel y también el de sus propios partidos. Cualquier paso en falso, puede tener terribles consecuencias y nadie quiere ser el culpable de unas quintas elecciones.
Los partidos se deben a las promesas realizadas en campaña y los anti-Bibi saben que pactar con él sería su suicidio, como así lo fue para el partido AZUL Y BLANCO de Benny Gantz.
¿Pero estamos seguros que nadie quiere ir a quintas elecciones? ¿A quién beneficiaría? Esa es la cuestión.
Netanyahu es todo un estratega y con muy buen ojo para amarrar a sus aliados. Su liderazgo en el LIKUD es incuestionable y sus logros en el gobierno durante todos estos años han sido impresionantes. Y sigue luchando como un león, contra los procesos abiertos por corrupción y soborno. Son precisamente esos procesos judiciales los que hacen que la mayoría de los partidos de la KNESSET sean anti-Bibi.
La alianza a largo plazo con los partidos religiosos ortodoxos (SHAS, UNITED TORAH JUDAISM y RELIGIOUS ZIONISM) dificulta o incluso imposibilita la formación de cualquier otro tipo de gobierno porque se necesita al menos 61 asientos de los 120 existentes en la KNESSET. En estas últimas elecciones su bloque ha conseguido 52, a sólo 9 de poder formar gobierno.
El resto de los partidos de la KNESSET nunca podrán conseguir formar gobierno entre si, salvo que renuncien a parte de sus convicciones y promesas electorales, como medio para echar a Netanyahu del poder. Pero es bastante improbable porque ya sabemos que nadie puede dar un paso en falso.
El grupo de Netanyahu está presionando al límite al partido YAMINA y a NUEVA ESPERANZA para que se unan a ellos, pero no están accediendo (al menos de momento), porque son conscientes que correrían la misma suerte del partido AZUL Y BLANCO.
La cuestión es que todo pasa por el bloque de Netanyahu. ¿Sería posible romperlo de alguna forma? ¿Estarían dispuestos los partidos religiosos ortodoxos a escuchar otras opciones diferentes a las del LIKUD? ¿Podrían Bennett y Sa'ar ofrecer mejores opciones que las actuales de Netanyahu?
Estos partidos religiosos no se desprenderán de Netanyahu mientras lo sigan viendo fuerte como un león. En estos momentos la solución sigue pasando por un gobierno de derechas liderado por el LIKUD. A Netanyahu y su bloque no les importa tanto unas quintas elecciones, porque saben que tendrán menos desgaste que el resto de la KNESSET.
Además en los próximos días y semanas, los israelíes podrán ver con más claridad los efectos positivos de la campaña de vacunación contra el COVID-19. Ya se están cerrando las últimas plantas en los Hospitales para los enfermos con COVID-19. La economía se sigue reactivando a buen ritmo y paso a paso están consiguiendo volver a la normalidad.
La victoria contra el COVID-19 en Israel es una victoria personal de Netanyahu que sólo ha tenido un efecto parcial en las elecciones del pasado 23 de marzo. ¿Sería suficiente la victoria sobre el COVID-19, como para ganar el gobierno en unas quintas elecciones? Nadie lo sabe.
En estos momentos sólo nos queda esperar y ver los pasos que siguen cada uno, porque el futuro de Israel depende directamente de ellos. Dios quiera que sean sabios e inteligentes por el bien común de todos.
01/04/2021
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