El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el grueso de la comunidad internacional representada en el G-20 intentan evitar que el mandatario norteamericano, Barack Obama, les involucre o se lance en solitario a una operación militar contra Siria por el uso de armas químicas del régimen contra civiles.
En el primer día de la cumbre que se celebra en el palacio de Constantino, en Strelna, a las afueras de San Petersburgo, los países de la Unión Europea (UE) trataron de no dejar desamparado al líder estadounidense, que se dejo a sí mismo un escaso margen de maniobra.
Obama se colocó en una situación difícil al pedir el apoyo del Congreso para una operación militar, que es rechazada por Rusia, China, Alemania e incluso el Reino Unido, entre otros.
Los cinco mayores países de la UE trabajan para lograr una posición común de «mínimos» con objeto de afrontar la situación en Siria, según informó el diario israelí «Haaretz» en su edición digital.
Los aliados europeos de EE.UU podrían perfilar una fórmula complicada, si de lo que se trata es compatibilizar la vía política y la vía militar que Obama transformó en una disyuntiva radical. También podrían buscar nuevos elementos que abran nuevas posibilidades para sacar al presidente estadounidense del callejón sin salida en el que parece haberse metido.
Entre los aliados europeos presentes en la cumbre del G-20, Obama cuenta sólo con el apoyo de Francia para su intento de resolver el problema de Siria por la vía militar. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y el presidente del Consejo, Herman van Rompuy, se expresaron rotundamente por la vía política.
La posible intervención militar de EE.UU en Siria, que de entrada no figuraba en el orden del día del G-20, pasó a ser objeto de debate de la cena de los líderes a propuesta de Putin, quien dijo hacerse eco de las peticiones en ese sentido de varios de sus colegas. La canciller alemana, Ángela Merkel, expresó dudas sobre la posibilidad de llegar a una posición común, según informó «Haaretz».
Manteniendo correctamente las formas, Putin y Obama se estrecharon la mano y sonrieron a la llegada del presidente norteamericano al palacio de Constantino. Ambos líderes se encuentran bajo el mismo techo y hablarán en los pasillos, pero no estaba previsto una cita formal entre ellos, según declaró el secretario de Prensa de Putin, Dmitri Peskov.
Peskov agregó que en «en los últimos tiempos existen serios desacuerdos en las relaciones ruso-norteamericanas».
«Putin ve a Obama como un político débil, contradictorio e imprevisible, que desconoce cómo funcionan los mecanismos de la política internacional real», opinó el analista político Konstantin von Eggert citado por el rotativo hebreo.
«Putin se sintió engañado por Obama en Libia y no quiere que se repita en Siria el modelo aplicado a aquel país del norte de África, cuando una abstención suya en el Consejo de Seguridad permitió la intervención que acabó con el régimen de Gaddafi», señaló Von Eggert.
Por otra parte, tanto el ministerio de Defensa como el jefe de la Administración del Kremlin, Sergei Ivanov, que también ocupó la cartera de Defensa, reaccionaron airadamente ante las acusaciones del Pentágono de haber suministrado armas químicas al régimen sirio.
«Estas alegaciones son falsas y aspiran a crear nuevos pretextos para agredir a un Estado soberano», aseveró el viceministro de Defensa ruso, Anatoli Antonov.
«Rusia siempre fue y será un socio responsable y previsible y un aliado para prevenir la difusión de armas de destrucción masiva. Somos depositarios del Tratado de no Proliferación y cumplimos nuestras obligaciones derivadas de la Convención de Armas Químicas y la Convención de Armas Biológicas», manifestó Antonov.
Ivanov, por su parte, se declaró «sorprendido y conmocionado por las acusaciones estadounidenses» y recordó que él mismo fue presidente de la comisión gubernamental de controles a la exportación destinados a evitar la proliferación de armas químicas, nucleares y bacteriológicas.
Escrito por Andrea Daskal
06/09/2013 en ISRAEL EN LINEA
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