Mahmoud Abbás y el Presidente Vladimir Putin - Foto Kremlin.
Por Federico Gaon
El miércoles pasado los medios dieron a conocer que Mahmud Abbás, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), habría sido reclutado por la KGB en los años 80. La información procede de los archivos desclasificados de agentes soviéticos, traídos a Gran Bretaña por Vasily Mitrokhin, un archivista ruso que desertó a la isla en 1991. Según lo revelado, para 1983 Abbás habría sido un agente soviético en Damasco, bajo el criptónimo de “Krotob”–ruso para topo, que es precisamente como se denomina en el mundo del espionaje a los agentes encubiertos.
Los documentos fueron estudiados por Isabella Ginor y por Gideon Remez, dos investigadores israelíes que trabajan con el Instituto Truman para la Paz. Afirman que, circunstancialmente, el oficial de Abbás (es decir el superior a quien este habría tenido que reportar) habría sido Mikhail Bogdanov, quien hoy actúa como el enviado de Vladimir Putin para Medio Oriente. ¿Fue Abbás cooptado entonces por la KGB?
Llamé por teléfono a Ginor para preguntarle más acerca de esta hipótesis, y me aseguró que la información es correcta porque procede de una fuente verificable.El archivo de Mitrokhin ha dado pie a dos libros que exploran las operaciones de la KGB alrededor del mundo. Escritos por Christopher Andrew, un historiador del espionaje, el primero fue publicado en el 2000, y el segundo en 2005. Si bien no he accedido directamente a estos trabajos, hasta donde tengo entendido se concede que la información reflejada en ellos es fidedigna, ya que nunca ha sido puesta en duda.
Cuando le pregunté acerca del trasfondo o bien los motivos que explicarían la participación de Abbás en la KGB, Ginor se limitó a contestar que ella solamente reproduce lo que extrajo de los archivos, y que en todo caso esta es una pregunta para hacerle a los rusos. Sin embargo, habiendo dicho esto, reconoció que cabe la posibilidad de que se encuentre nueva evidencia en dirección hacia otros dirigentes palestinos. Por lo pronto se sabe que, durante la Guerra Fría, la Unión Soviética (URRS) consideraba a Medio Oriente parte de su patio trasero, y que, a los efectos de ganarse a los revoltosos del vecindario, patrocinó en secreto a tipos como Wadi Haddad (Abu Hani). Haddad fue el responsable del ala armada del marxista Frente Popular para la Liberación de Palestina (o PFLP por sus siglas en inglés).
Ginor me comentó que Haddad estaba respaldado personalmente por Yuri Andropov, cuando este era efe de la KGB. (Mientras Haddad sería envenado por el Mossad en 1978, Andropov llegaría a ser secretario general de la URRS en 1982.) Esta información procede del segundo libro publicado por Andrew, que se centra en las operaciones de la KGB en el Tercer Mundo. De acuerdo con la reseña que hizo Barry Rubin de este libro, los soviéticos –por miedo a ser descubiertos– recurrieron extensivamente a grupos terroristas para hacer su trabajo sucio, incluyendo secuestros y asesinatos.
Una página compartida por Gideon Remez, uno de los investigadores israelíes, que incriminaría a Mahmud Abbás como agente de la KGB. La línea rusa lee “Krotov” (topo), y “Abbás, Mahmud, nacido en 1935 en Palestina, miembro del comité central de Fatah y la OLP, en Damasco. Agente KGB”. Crédito por la foto: Ammar Awad / Reuters.
En base a lo revelado por el segundo libro de Andrew, el otro gran agente soviético infiltrado en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) habría sido Hani al-Hassan, un confidente cercano de Yasir Arafat. Rubin escribió lo siguiente:
Moscú sospechaba de Arafat por varias razones, incluyendo su ideología, propensión a mentir, y vínculos cercanos con la inteligencia rumana (de la cual la KGB desconfiaba). Arafat se reunió con la KGB y fue promovido diplomáticamente por los soviéticos, pero la mala calidad de los alumnos que presentó la OLP –documentos internos acusan a la mitad de ellos de ser alcohólicos, de contrabandear dinero falso, y de perversiones sexuales– hicieron que la cooperación de inteligencia fuera más difícil. Tan desilusionados estaban los soviéticos en su trato con Arafat, que el líder soviético Mijaíl Gorbachov preguntó en 1988, de acuerdo con un asistente, ¿qué sentido tiene reunirme con él?
Sumándose a la discusión, Caroline Glick, editora del Jerusalem Post, explica que el vínculo entre la KGB y la OLP fue expuesto por primera vez hace más de 25 años, a través de la publicación del primer libro escrito por Ion Mihai Pacepa, un general de la policía secreta rumana que desertó a Estados Unidos en 1978. Pacepa argumenta que la OLP fue esencialmente una creación de la KGB. Fue bajo el patrocinio de los rumanos, y en efecto bajo la égida de Nicolae Ceaucescu, que Arafat se volcó al terrorismo, como método de guerra política.
En un artículo publicado en 2006, Pacepa dice que “el terrorismo internacional de hoy fue concebido en [el edificio de] Lubianka, el cuartel general de la KGB, tras la guerra de los Seis Días de 1967”. Citando las lacónicas instrucciones de su superior, el general Aleksandr Sakharovsky, dice que la consigna en ese momento era la siguiente:
En el mundo de hoy, cuando las armas nucleares han convertido a la fuerza militar en algo obsoleto, el terrorismo debería ser nuestra arma principal.
En el artículo, Pacepa expone sintéticamente su experiencia con agentes encargados de asistir a los grupos palestinos, y revela que el secuestro de aviones, recurrente en los años 70, fue una inversión de la inteligencia soviética. En conjunto, el material de Mitrokhin y Pacepa sugiere que la KGB, además de estar fuertemente involucrada en ataques terroristas contra judíos, estaba directamente obsesionada con el tema, llegando a revivir ideológicamente el mito de la conspiración global judía –construido por la policía secreta zarista–. En su artículo, Pacepa confiesa que “nosotros en el bloque soviético intentábamos conquistar mentes, porque sabíamos que no podíamos ganar ninguna batalla militar”. También reproduce, de la siguiente manera, cómo la KGB decidió exportar sus propios prejuicios hacia el mundo islámico:
En 1972, el Kremlin decidió poner a todo el mundo islámico contra Israel y Estados Unidos. Como jefe de la KGB, Yury Andropov me dijo, mil millones de adversarios podrán infligir mucho más daño en Estados Estados Unidos que unos pocos millones. Necesitamos instalar un odio hacia los judíos, al estilo nazi, a través del mundo islámico, y utilizar esta arma de emociones para generar un baño de sangre terrorista contra Israel y su principal aliado, Estados Unidos. Nadie en la esfera de influencia norteamericana y sionista debería poder seguir sintiéndose seguro.
¿Es posible entonces que los soviéticos hayan buscado engatusarse con Abbás? ¿Que lo hayan visto como un posible sucesor de Arafat, acaso más confiable? Esto es algo que no es posible determinar. Lo que sí es cierto es que Abbás hizo su doctorado en Moscú, donde presentó, en 1982, una tesis que negaba el holocausto, argumentando que los sionistas colaboraron activamente con los nazis en una conspiración.
A esto, Ginor me contestó “juzgá por vos mismo”. Si bien se concede que el archivo recolectado por Mitrokhin es una fuente válida, no existe suficiente información contextual para explicar los motivos precisos de la KGB en el caso particular de Abbás. Mitrokhin falleció en 2004, y, no obstante, incluso si permaneciera con vida, difícilmente sabría algo concreto. Su tarea se limitaba a archivar documentos. Por otro lado, tal como era de esperar, desde la ANP han rechazado el alegato, como una calumnia para desprestigiar al líder palestino.
En todo caso, más allá del pasado concreto de Abbás, el vínculo entre dirigentes palestinos y la inteligencia soviética es una realidad histórica probada. Agente secreto o no, lo cierto es que Abbás difícilmente pueda haber construido su carrera sin hacer contacto en algún punto con el Kremlin.
Mi opinión es que el caso debería servir como punto disparador para investigar más a fondo la relación de los servicios secretos soviéticos con los grupos terroristas. Al caso, Pacepa opina que el Gobierno de Putinencarna el renacimiento de la vieja guardia, y de la vieja usanza de hacer política mediante la desinformación y la intimidación. Esto es ciertamente lo que promueve Aleksandr Duguin, el geopolítico que asesora a Putin.
La última pregunta que le hice a Ginor tiene que ver con las posibles repercusiones de esta noticia. Incluso si se confirma que Abbás fue parte de la KGB, ¿cambiará algo la relación vis-a-vis entre negociadores israelíes y palestinos? Me contestó que esto no hace la diferencia, porque ya de por sí las relaciones no son fáciles. Pero me dijo que le gustaría que las charlas entre las partes sean directas, y que se hagan sin la interferencia malintencionada de ningún intermediador, sea Estados Unidos o Rusia, pues “caso contrario nunca llegaremos a ningún lado”.
11/09/2016 en AURORA DIGITAL.
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