viernes, 17 de marzo de 2017

AÑO DE JUBILEO EN JERUSALÉN

¡Ha llegado el momento de favorecer a Sión!

By: David Parsons
Posted on: 3 Mar 2017 (All day)


A cincuenta años de distancia, es difícil para nosotros imaginar hoy la dolorosa división de Jerusalén entre 1948 y 1967. ¡La capital de Israel es ahora tan bulliciosa y viva! Pero los ancianos le dirán que la vida era extremadamente difícil aquí durante esos desafortunados diecinueve años en que la ciudad estaba dividida entre Israel y los jordanos.

Los residentes judíos locales sin duda se sintieron aliviados en 1948 cuando el asedio en Jerusalén occidental fue levantado por la llegada de convoyes de ayuda a lo largo de la "Carretera de Birmania". Pero durante las dos décadas siguientes, la mitad judía de la ciudad permaneció precariamente rodeada por fuerzas árabes en tres costados, con un estrecho corredor a través de las colinas de Jerusalén que la unía al resto del país. Aún enfrentaban la amenaza del fuego de francotiradores de las tropas jordanas estacionadas en las murallas de la Ciudad Vieja. Las baterías de artillería árabes rodeaban con vista dominante las colinas alrededor del lado judío de la ciudad. Las ventanas permanecían cegadas con tablas en muchos hogares y negocios. Algunos vecindarios tenían toques de queda por la noche.

Quizás la mayor dificultad para la población judía de la ciudad era el estar separada de la Ciudad Vieja y el Muro Occidental. El Barrio Judío había sido vaciado a punta de pistola durante los combates en 1948. Las tumbas judías fueron profanadas y las sinagogas destruidas. Los invasores árabes construyeron chozas de latas frente al Muro Occidental. Una larga hilera de búnkeres, muros de hormigón, campos de minas y cercas de alambre de púas estaban esparcidas a lo largo de la tierra de nadie, cortando la ciudad por la mitad. El camino principal a la Puerta de Yafo terminó en una zona de guerra.

Las antiguas comunidades cristianas de Jerusalén también enfrentaban abusos bajo el gobierno jordano. La Ciudad Vieja y Belén sólo se abrían a los visitantes cristianos en Navidad y Pascua. Los cristianos no podían comprar propiedades y las escuelas dirigidas por iglesias se vieron obligadas a enseñar el Corán. Debido a estas políticas represivas, la mitad de los 25,000 árabes cristianos en Jerusalén oriental abandonaron la ciudad entre 1949 y junio de 1967.

Luego vino la Guerra de los Seis Días, cuando las fuerzas israelíes obtuvieron una victoria sorprendentemente rápida y completa sobre cinco ejércitos árabes, y liberaron a la amada ciudad de Jerusalén. Después de dos décadas de división, aislamiento y abandono, una Jerusalén reunificada fue libre para crecer y prosperar una vez más.

Este año, el pueblo israelí celebrará el 50 aniversario de la reunificación de la ciudad, un momento increíble inmortalizado en la canción "Jerusalén de Oro". También se cumplen cien años desde que el general británico Edmund Allenby liberó a la ciudad de otro gobierno musulmán - los turcos otomanos. Estos dos hitos principales en la historia de la Jerusalén moderna atestiguan que hay un ciclo jubilar que opera sobre la ciudad de Dios, impulsándolo hacia adelante en su destino final en Él.

La Biblia describe el Jubileo como un tiempo especial cada cincuenta años, cuando la Tierra de Israel debía ser liberada de todos los arrendamientos y gravámenes, y todos sus habitantes liberados de deudas y servidumbres. Según los mandamientos dados en Levítico 25, todas las tierras debían volver a sus dueños originales. A través de los siglos, Israel rara vez fue capaz de cumplir todos los requisitos del Jubileo. Pero hoy, podemos ver que Dios mismo sigue trabajando en los ciclos del Jubileo. Esto significa que si Jerusalén experimentó una dramática liberación hace cien años y otros cincuenta años atrás, podemos esperar otra liberación increíble para la ciudad este mismo año de 2017. Dios está lenta, pero seguramente haciendo retroceder las fuerzas que continuarían el gobierno gentil sobre Jerusalén, para que la ciudad pueda finalmente alcanzar su destino en manos judías. Ese destino es ser el trono del Mesías y una "casa de oración para todas las naciones" (Isaías 56:7, Lucas 19:46, Salmos 2:6, Isaías 2:3, Isaías 24:23 y Apocalipsis 14 :1).

Un pasaje clave de la Escritura a este respecto es el Salmo 102, que declara que hay un tiempo designado de favor divino en Sión. En el versículo 16, el salmista proclama: "Porque el Señor edificará a Sión; Aparecerá en Su gloria". Dos versículos más tarde se nos dice que esto fue escrito "para la generación venidera"; en el hebreo original se lee dor ajoron, o "última generación". Así que este Salmo se refiere a la restauración de Israel en los últimos días, y específicamente al retorno judío a Jerusalén.

El nombre Sión aparece unas 170 veces en la Biblia y generalmente se refiere a Jerusalén. Pero la palabra hebrea tzion צִיּוֹן)) significa un "lugar quemado o reseco" y así apunta más específicamente al monte Sión, donde estaban el Templo y el altar del sacrificio. Desde sus primeras menciones en la Escritura (Génesis 14:18 y 22:2), esta ciudad y esta montaña específica están siempre vinculadas a los propósitos redentores de Dios. Eventualmente, el Señor colocó Su presencia shekiná allí, y más tarde dio Su vida como rescate por el pecado en esta misma montaña.

Hoy, el Señor está edificando una vez más a Sión para propósitos redentores. Pero lo hace a través del pueblo judío. En la Escritura, son identificados como los "constructores" de Jerusalén. Podemos recoger esto de los libros de Esdras y Nehemías, así como de la poderosa referencia en el Salmo 118:22. Del mismo modo, el Salmo 147:2 dice que el Señor edifica Jerusalén "reuniendo a los desterrados de Israel". Esta es una obra de la que Él está "muy celoso" (Zacarías 1:14, 8:2).

En última instancia, sabemos que "el Libertador saldrá de Sión, y Él quitará la impiedad de Jacob..." (Romanos 11:26, Salmo 14:7, Salmo 53:6 e Isaías 59:20, 21). Así que en el mismo lugar donde una vez rechazaron a su Mesías, ahora lo recibirán como Rey.

Sin duda, es por eso que hay una intensa batalla diplomática sobre el destino de Jerusalén, pero en el fondo es una batalla espiritual. El nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, ha expresado su deseo de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a la capital israelí. Muchas figuras árabes e islámicas están enfurecidas y amenazan una respuesta violenta. Pero en un año de Jubileo, podemos orar y esperar el favor divino, para que toda la ciudad vuelva a sus dueños originales y sea liberada en los propósitos de Dios.



03/03/2017 en ICEJ. 




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