lunes, 5 de octubre de 2020

La ONU anula la resolución que condenaba el sionismo como una forma de racismo


La Asamblea General de las Naciones Unidas revocó anoche por abrumadora mayoría la resolución que desde 1975 declaraba el sionismo como una forma de racismo. Promovida por Estados Unidos y apoyada por 85 países, la decisión constituye un triunfo para Israel. Anoche se esperaba un gesto de gratitud israelí -en forma de flexibilidad diplomática- para extraer del estancamiento las negociaciones entre árabes e israelíes que se celebran en Washington, la segunda fase del histórico proceso de Madrid.

Con una escueta resolución que mereció 111 votos a favor, 25 en contra y 13 abstenciones, la Asamblea General de la ONU eliminó de un plumazo la controvertida resolución 3379 del 10 de noviembre de 1975.La primera voz de alarma por la decisión de la ONU fue la del representante libanés Jalíl Makkaui, quién deploró lo que interpretó como una maniobra que va en detrimento de la. causa árabe en general y de la palestina en particular.

"La aprobación de la nueva resolución que elimina la 3379", dijo, "no sólo aumentará el apetito de los extremistas israelíes, empeñados en aplicar su política de anexión, sino que inflamará las pasiones de aquellos árabes que ven el actual proceso de paz corno un mero ejercicio de futilidad".

Entre ellos ayer había que incluir sobre todo a los palestinos. Horas antes de la votación, la profesora Hanán Ashraui había denunciado que la táctica israelí era la de colmar la paciencia de los árabes.

Irritada pero sin abandonar totalmente el tono conciliatorio, Ashraul emplazó a los israelíes a demostrar que realmente quieren hablar de paz. La portavoz de la delegación palestina dijo que reinaba la desazón.

Sus palabras reflejaron fielmente un amplio sentimiento árabe de impaciencia y frustración por la forma en que Israel ha ido maniobrando en la última semana. Su negativa a reunirse a solas con los palestinos, su reiterado rechazo a considerar el principio de "paz a cambio de territorios", inspirado en las resoluciones 242 y 338, y la más reciente ocupación de casas árabes por colonos judíos en el barrio de Siluán, en Jerusalén, han ido ensombreciendo el panorama de las negociaciones en Washington.

Benjamín Netanyahu, el portavoz de la delegación israelí, hurgó aún más la herida al pedir a los árabes que demostraran su voluntad de paz sumándose a la condena de la difunta resolución 3379.

Siria, por su parte, comenzó a dar señales de fatiga y frustración por la intransigencia israelí. Muafak Al Alaf, el jefe de la delegación enviada por Damasco, reconoció que las veinte horas de conversaciones con los israelíes no han producido el más mínimo progreso.

Con mayor estridencia, los gobiernos árabes están acusando a Israel de eludir las cuestiones de fondo para aferrarse a asuntos de procedimiento a Fin de dilatar las discusiones durante el mayor tiempo posible.



17/12/1991 en EL PAIS




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