Hace tres días, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que Israel debe “renunciar a la posesión de armas nucleares” en una votación de 153 a favor, 6 en contra y 25 abstenciones.
Se le pidió a Israel “no desarrollar, producir, probar o adquirir de otra manera armas nucleares”, y “que renuncie a la posesión de armas nucleares y someta todas sus instalaciones nucleares no sujetas a salvaguardias a las salvaguardias totales del Organismo como importante medida de fomento de la confianza entre todos los Estados de la región y como paso para mejorar la paz y la seguridad”.
Naciones Unidas presume que Israel es una de las nueve potencias nucleares del mundo, pero Israel nunca ha admitido la posesión de armas nucleares y nadie lo ha demostrado. Hay ocho países reconocidos como potencias nucleares, cinco de los cuales han firmado el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares.
Los cinco firmantes son: China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos. Otros tres países que no son signatarios del tratado, han admitido probar y poseer armas nucleares: India, Corea del Norte y Pakistán.
Este lunes 153 países hicieron un llamado exclusivo a Israel para que firme el Tratado de No Proliferación y renuncie a sus presuntas armas en la resolución titulada “El Riesgo de Proliferación Nuclear en el Medio Oriente”. La resolución es parte de dos paquetes. Uno, que pide en forma genérica el desarme nuclear en el mundo y en Medio Oriente, pero sólo nombra a Israel.
El otro paquete es el cúmulo de 20 resoluciones por año por las cuales Naciones Unidas hace tiro al blanco, un deporte que sólo practica contra Israel. Mientras tanto, en el resto del mundo pueden usar armas químicas en Siria, desplazar millones de civiles por la hambruna venezolana, y a nadie se le ocurre que el organismo haga nada real y tangible, salvo informes inertes.
En el centro de estas votaciones hay varias obscenidades.
Quizás la mayor sea que entre los patrocinadores de esta seudo resolución disfrazada de pedido inútil estuvieron Egipto, Jordania, y Emiratos Árabes. Hay muchas maneras de leer un mensaje así.
En lo que nos respecta si tres países que tienen acuerdos de paz y relaciones diplomáticas, políticas y económicas con Israel patrocinan semejante propuesta es porque consideran que están dentro de un gran circo y todo esto es una burla menor e intrascendente.
De lo contrario, estaríamos hablando de la razón de la sinrazón. Entre los países que se abstuvieron como manifestación modesta de no querer ser parte del juego, se encuentran quince europeos(Alemania, Bélgica, Croacia, Dinamarca, Estonia, Francia, Georgia, Hungría, Italia, Lituania, Luxemburgo, Mónaco, Países Bajos, Polonia y Reino Unido),Australia, y varios africanos. De toda América Latina, toda, subrayo, sólo una abstención: Panamá.
La obsesión de persecución de Israel por parte de Naciones Unidas no es innovadora. El año pasado se planteó este mismo tema, con el mismo texto y con la misma votación salvo Croacia que este año se abstuvo.
Y también se planteó en 2018 y más atrás e incluso antes de caer el Muro de Berlín. Más de treinta años aumentando las capacidades nucleares de las potencias, amenazándose cada vez que les ha convenido, viendo el crecimiento nuclear de Corea del Norte y sus ostentaciones del armamento que posee, pero lo único que muestra el archivo es que la Asamblea General lleva décadas votando pedidos a un solo Estado porque sin que se pueda probar que armamento pueda tener, no importa, más de 150 miembros de la ONU quieren dejar establecido una vez por año que si Medio Oriente está en peligro, es por culpa de Israel. India y Pakistán se amenazan con sus armas nucleares desde que las tienen, y de eso, hace mucho tiempo. Pero claro, ¿a quién se le ocurre pedirles que acepten la no proliferación?
Irán firmó un Acuerdo sobre armas nucleares que quiere y no tiene. Mintió a todos los firmantes del Acuerdo y a la Organización de Energía Atómica cuando no se había secado la tinta de lo que firmó.
Proclama desde los podios de Naciones Unidas que hará desaparecer a Israel. Jamás se ha discutido en la Asamblea General sobre el comportamiento y amenazas de Irán cuando una vez por año se habla de armas nucleares en el mundo y Medio Oriente.
La periodista Ana Beris escribió esta semana que “El problema no es que se ansíe vivir en un mundo sin armas nucleares. Compartimos ese objetivo plenamente. El problema con la votación en la ONU es que, como siempre, se coloca a Israel en el banquillo de acusados, fruto de una enfermiza obsesión con el Estado judío”.
¿Qué cambió en 30 años respecto de esta resolución anual sobre armas nucleares?.
Sobre Israel: gobiernos que cambiaron y desde sus ideologías marcaron a Israel como el centro del tiro al blanco. En 1991 hubo 65 votos condenando a Israel y 64 abstenciones. Menos países en la ONU y más honestidad. América Latina entonces se abstuvo, pero no parcialmente, toda América Latina. Y no era tiempo de dictaduras, al contrario, se salía de la década de las dictaduras salvajes que asolaron en los 70 y los 80.
Hace dos semanas señalamos en esta columna que la Asamblea General se preparaba para dedicar una jornada a votar cinco resoluciones contra Israel. Y sucedió tal cual hace 8 días. A pesar del aumento de abstenciones, la Autoridad Palestina logró mayoría para aprobar su oficina sobre los Derechos del Pueblo Palestino, que como lo dijimos entonces, recibe mucho dinero y en lugar de dedicarlo a las enormes necesidades de la gente, lo gasta en buscar boicot a a productos israelíes (aunque los obreros sean palestinos y se queden sin trabajo) y a intensificar el relato de que sin acuerdos entre Israel y los palestinos, Medio Oriente no tendrá otros tratados de paz.
En las cinco votaciones del miércoles 2 de diciembre, América Latina demostró una vez más, que está muy lejos de sus equilibrios políticos y emocionales de la década del 90 a la que nos referimos antes. Se pusieron de pie junto a Israel: Brasil, Colombia, Guatemala y Honduras. No les importó las presiones. Votaron en contra y punto. Se abstuvieron México (quizás una sorpresa para muchos), Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay. Obviamente no sería razonable descalificar los votos de Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua, porque ellos se encargan de descalificarse solos.
La irracionalidad política no piensa qué consecuencias pueden traer cuatro o cinco votos que incitan al odio antisemita a nivel universal y se dedica a manipular a placer unas Naciones Unidas cada vez más parecidas a la difunta Sociedad de Naciones que la llegada del nazismo supo sepultar. Que Chile, Argentina, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana, El Salvador, se asocien al estropicio no les va a traer beneficios políticos y económicos como probablemente crean.
Al revés, eso de sistemáticamente unirse a los votos de Venezuela, Cuba, Rusia, Irán, Turquía, Corea del Norte, queda escrito, registrado, rubricado. Y ese tipo de mancha, no hay tintorería que la borre.
*Eduardo Kohn (Montevideo, 1949) es Doctor de Relaciones Internacionales y. Director de Latinoamérica en B´Nai B´rith
10/12/2020 en POR ISRAEL
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