La semana pasada dimos un rápido repaso a los 8 primeros capítulos de 2ª Reyes, centrándonos en aquellos pasajes que no fueron estudiados con anterioridad.
Pudimos ver una vez más, que aunque la lectura parece ser sobre los hechos realizados por los diferentes reyes de los reinos de Israel y de Judá, el centro de la historia es Dios trabajando para su pueblo a través de sus profetas Elías y Eliseo.
Terminamos con los primeros versículos de 2ª Reyes 9, donde Jehú es ungido como rey de Israel. El no pertenecía a ninguno de los linajes anteriores y es encomendado para realizar una profunda limpieza en el reino del norte.
2ª Reyes 9: 14-29. Jehú asesina a Jorán y a Ocozías.
Tal y como fue ungido atendió al mandato de Dios y conspiró contra su Jorán, su rey. Recordad que estuvimos viendo como Israel y Judá estaban luchando contra los arameos en Ramot de Gallad.
Durante esa guerra Jorán fue herido y lo llevaros a Jezrel para ser atendido. Como no podría ser rey mientras Jorán viviera, fue también a Jezrel para terminar con Jorán.
16 Luego se montó en su carro de combate y fue a Jezrel, pues allí se estaba recuperando Jorán, a quien también Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar.
Desde la torre de vigilancia en Jezrel pudieron ver que se acercaban tropas y el rey Jorán mandó para que se les preguntara si llegaban en son de paz.
18 El jinete se fue al encuentro de Jehú y le dijo: El rey quiere saber si vienen en son de paz. ¿Y a ti qué te importa? —respondió Jehú—. Ponte allí atrás. Entonces el centinela anunció: El mensajero ya llegó hasta ellos, pero no lo veo regresar.
Ante esa circunstancia Jorán volvió a enviar a otro jinete para que le preguntara de nuevo y Jehú hizo lo mismo que con el anterior: Lo apartó y mandó ponerse atrás.
El centinela ya podía distinguir a Jehú en la tropa que venía hacia ellos a toda velocidad. Jorán se montó en su carro para salir a su encuentro y lo mismo hizo Ocozías.
Los tres cabalgaron y se encontraron en la propiedad que en momento perteneció a Nabot el jezralita. ¿Recuerda qué hizo Jezabel con el dueño de esa propiedad? ¿Recuerda como Acab se lo quedó? Pues ahora veremos como se cumplirá lo profetizado por Elías a Acab.
22 Cuando Jorán vio a Jehú, preguntó: Jehú, ¿vienes en son de paz? —¿Cómo puede haber paz mientras haya tantas idolatrías y hechicerías de tu madre Jezabel? —respondió Jehú. 23 Jorán se dio la vuelta para huir, mientras gritaba: ¡Traición, Ocozías!
Pero por mucho que quisiera corre, Jorán ya estaba sentenciado y Jehú lo mató, atravesándole una flecha el corazón. No tuvo piedad.
25 y Jehú ordenó a su ayudante Bidcar: Saca el cadáver y tíralo en el terreno que fue propiedad de Nabot, el jezrelita. Recuerda el día en que tú y yo conducíamos juntos detrás de Acab, padre de Jorán, y el Señor pronunció contra él esta sentencia: 26 “Ayer vi aquí la sangre de Nabot y de sus hijos. Por lo tanto, juro que en este mismo terreno te haré pagar por ese crimen. Yo, el Señor, lo afirmo”. Saca, pues, el cadáver y tíralo en el terreno, según la palabra que dio a conocer el Señor.
Cuando vio lo que estaba pasando, salió pitando y aunque Jehú lo hirió pudo llegar hasta Meguido. Murió también y aunque no tenía la obligación de matarlo lo hizo. ¿Por qué lo hizo? ¿Porque era tan idólatra como Jorán? Lo podemos comentar.
2ª Reyes 9: 30-37. Muerte de Jezabel.
Cuando Jezabel se enteró que Jehú volvía a Jezrel, muy segura de sí misma, en lugar de huir como haría cualquiera, se arregló el pelo, se puso guapa y se asomó a la ventana.
31 Al entrar Jehú por la puerta de la ciudad, ella preguntó: ¿Cómo estás, Zimri, asesino de tu señor? 32 Levantando la vista hacia la ventana, Jehú gritó: ¿Quién está de mi parte? ¿Quién? Entonces se asomaron dos o tres oficiales 33 y Jehú les ordenó: ¡Arrójenla de allí! Así lo hicieron y su sangre salpicó la pared y a los caballos que la pisotearon. 34 Luego Jehú se sentó a comer y beber y dio esta orden: Ocúpense de esa maldita mujer; denle sepultura, pues era hija de un rey.
¿Por qué lo llamó Zimri? Entiendo que fue una provocación en toda regla. Lo estaba acusando de conspirador y también provocando.
Como ya pudimos ver en su momento, Zimri fue un conspirador. Fue un oficial que mató a su rey y su reinado sólo duró 7 días. Le estaba diciendo, que duraría menos que...
Después de mandarla tirar por la ventana, al cabo de un rato parece que recapacitó y pidió que se le diera sepultura, porque al fin y al cabo era hija de un rey. Pero al bajar sólo encontraron el cráneo, las manos y los pies.
36 Así que volvieron para informarle a Jehú y este comentó: Se ha cumplido la palabra que el Señor dio a conocer por medio de su siervo Elías el tisbita, que dijo: “En el campo de Jezrel los perros se comerán a Jezabel”. 37 De hecho, el cadáver de Jezabel será como estiércol en el campo de Jezrel y nadie podrá identificarla ni decir: “Esta era Jezabel”.
De nuevo tenemos aquí a Elías. Con la muerte de Jezabel y de la forma que fue, tenemos el cumplimiento completo de la profecía que Dios mandó a través de Elías.
Al menos al final Jezabel cumplió su cometido: ser estiércol.
2ª Reyes 10: 1-17. Jehú extermina a la familia de Acab.
Su cometido no terminó con la muerte de Jorán y de Jezabel. Debía borrar toda la descendencia de Acab por completo.
Jehú mandó carta a los 70 hijos de Acab que vivían en Samaria. Advirtiéndoles que él iría contra el que nombraran rey y contra todos ellos.
4 Ellos se aterrorizaron y dijeron: «Si dos reyes no pudieron hacerle frente, ¿cómo podremos hacerlo nosotros?».5 Por lo tanto, el administrador del palacio, el gobernador de la ciudad, los jefes y los protectores enviaron este mensaje a Jehú: «Nosotros somos sus servidores, y haremos lo que usted nos diga. No haremos rey a nadie. Haga usted lo que mejor le parezca». 6 Entonces Jehú les escribió otra carta, en la que decía: «Si ustedes están de mi parte y de veras están dispuestos a obedecerme, vengan a Jezrel mañana a esta hora y tráiganme las cabezas de los hijos de Acab».
Tal y como les llegó la carta, lo hicieron. Mataron y decapitaron a los 70 hijos de Acab y Jehú mando poner sus cabezas en 2 montones a la entrada de Jezrel.
Por la mañana habló al pueblo en Jezrel y les dijo que eran inocentes, pero a continuación liquidó a los familiares de Acab que vivían allí junto con sus dignatarios, amigos íntimos y sacerdotes. “No dejó ninguno de ellos con vida”.
Pero hubo más. A continuación se fue a Samaria y por el camino se encontró con unos familiares del difunto Ocozías rey de Judá que iban a visitar a la familia real de Israel. Recordad que Jehú mató a Ocozías y no desperdició tampoco la oportunidad de matarlos sin dejar vivo a ninguno de ellos. Dice el texto que eran 42 hombres. Mató a Ocozías rey de Judá, ¿pero por qué mató también a los familiares? Lo podemos comentar.
15 Al dejar ese lugar, Jehú se encontró con Jonadab, hijo de Recab, que había ido a verlo. Jehú lo saludó y le preguntó: ¿Me eres leal como yo lo soy contigo? —Lo soy —respondió Jonadab. Jehú respondió: Si es así, dame la mano. Jonadab le dio la mano y Jehú, haciéndolo subir con él a su carro,16 le dijo: Ven conmigo, para que veas el celo que tengo por el Señor. Y lo llevó en su carro. 17 Tan pronto como Jehú llegó a Samaria, exterminó a la familia de Acab, matando a todos los que quedaban allí, según la palabra que el Señor había dado a conocer a Elías.
2ª Reyes 10: 18-36. Jehú elimina a los adoradores de Baal.
Parece que con la exterminio del resto de la familia de Acab en Samaria sería suficiente, pero no fue así.
18 Entonces Jehú reunió a todo el pueblo y dijo: «Acab adoró a Baal con pocas ganas; Jehú lo hará con devoción.
Tendió una trampa a todos los ministros y sacerdotes de Baal.
19 Llamen, pues, a todos los profetas de Baal, junto con todos sus ministros y sacerdotes. Que no falte ninguno de ellos, pues voy a ofrecerle a Baal un sacrificio grandioso. Todo el que falte, morirá». En realidad, Jehú no era sincero, pues tenía el propósito de eliminar a los adoradores de Baal.
Puso una guardia en la puerta para que nadie escapara y al terminar el sacrificio Jehú mando que entraran sus soldados y los mataran a todos sin dejar ninguno vivo (como de costumbre en él).
26 sacaron la piedra sagrada que estaba allí, y la quemaron. 27 Además de tumbar la piedra sagrada, derribaron el templo de Baal y lo convirtieron en un muladar. Así ha quedado hasta el día de hoy.
De esta forma se erradicó el culto a Baal en Israel. ¿Pero se volvió del todo a Dios?
29 Sin embargo, no se apartó del pecado que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a los israelitas, es decir, el de rendir culto a los becerros de oro en Betel y en Dan.
Desde luego, con lo bien que iba... Pues no pudo ser. No adoró a Baal, pero si rindió culto a los becerros de oro (de Egipto) como Jeroboán su antecesor.
30 El Señor dijo a Jehú: «Has actuado bien. Has hecho lo que me agrada, pues has llevado a cabo lo que yo me había propuesto hacer con la familia de Acab. Por lo tanto, durante cuatro generaciones tus descendientes ocuparán el trono de Israel». 31 Sin embargo, Jehú no cumplió con todo el corazón la Ley del Señor, Dios de Israel, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hizo pecar a los israelitas.
Termina el capítulo recordando que Jazael rey de los arameos seguía en guerra contra el reino de Israel. Sobre todo por los territorios al este del río Jordán que corresponde a las tierras de las tribus de Rubén, Gad y la mitad este de Manasés. Todo eso seguía estaba en juego con la guerra contra los arameos.
A la muerte de Jehú, reinó su hijo Joacaz en Samaria.
Al final, Jehú nos deja un mal sabor de boca. Lo que parecía una limpieza total para volverse él y el pueblo a Dios, no fue así. Luego todas las matanzas no sirvió casi para nada, porque ambos reinos y en concreto el de Israel siguió siendo idólatra y viviendo de espaldas a Dios.
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La próxima semana seguiremos los siguientes capítulos de 2ª Reyes. Deberemos seguir hasta el capítulo 14.
¡¡¡Bendiciones!!!
21/01/2024 ESCUELA DOMINICAL
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