sábado, 3 de febrero de 2024

#30. HISTORIA DE ISRAEL Y JUDA A TRAVES DE LOS PROFETAS: Jonás, el profeta que fue llamado a predicar a los extranjeros.

La semana pasada nos quedamos con la introducción al libro de Jonás, pero hoy entraremos de pleno en el estudio del libro de Jonás.


Podríamos definir a Jonás como el profeta rebelde, que llegó a odiar a Dios por amar a sus enemigos.

Con anterioridad pudimos ver como Israel y Judá fueron asediados por los arameos. En los tiempos de Jonás estaba el Imperio Asirio, que mucho mayor que dominó toda la zona desde los ríos Tigris y Éufrates, hasta llegar al Mediterráneo. De hecho Israel estaba en guerra contra ellos y tenían serias dificultades para combatirlos.

Y justo en ese momento concreto, Dios le dice a Jonás que vaya a la capital de los asirios a predicarles. ¿No parece una contradicción?

Es un libro muy breve; de sólo 4 capítulos. Es interesante ver el diálogo que mantienen ambos.





Jonás 1.     Jonás desobedece al Señor.

1 La palabra del Señor vino a Jonás, hijo de Amitay: 2 «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia».

El libro empieza diciendo quien era (Jonás, hijo de Amitay), pero a diferencia de otros libros proféticos, no indica que rey estaba gobernando mientras fue profeta. No obstante, la semana pasada pudimos ver en 2ª Reyes 14:25 que vivió durante el reinado de Jeroboán II, rey de Israel.

El libro continua con el encargo de Dios de ir a la ciudad de Nínive y para proclamar su mensaje. 

Sabedor de como actúa Dios, no quiso ir a dar ese mensaje de advertencia y decidió salir en sentido opuesto, al lugar conocido más lejano de entonces.

3 Pero Jonás huyó del Señor y se dirigió a Tarsis. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis, pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor.

En ocasiones actuamos como Jonás, respondiendo a lo que nos pide pero a nuestra manera (en sentido contrario), porque creemos tener la razón. ¿A que es así? 

Pues así hizo Jonás y tomó un barco para venir a nuestra tierra, a la tierra de Tarsis.

Su rebelión obligó a Dios a actuar sobre Jonás. Su desobediencia no podía quedar impune, ni tampoco se podía dejar en el olvido el mensaje a los ninivitas.

Dios levantó un tremendo viento con tormenta en el mar y el barco estaba por partirse en dos. Cada uno de los marineros clamó a sus dios de la forma que podía. Tiraron todo el cargamento, para así poder mantenerse a flote y mientras todo eso ocurría, Jonás permanecía en el fondo del barco durmiendo tranquilamente. 

¿Cómo es posible eso?

6 El capitán del barco se le acercó y dijo: —¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu Dios! Quizá tenga piedad de nosotros y no perezcamos. 7 Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros: —¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre! Así lo hicieron y la suerte recayó en Jonás.

Jonás les contó lo que estaba pasando y que él era el causante de todo. Lejos de tranquilizar al resto de los marineros, se atemorizaron aún mas, porque veían que morirían por causa del Dios de Jonás.

En medio de ese diálogo, el mar se enfurecía más y más, así que Jonás les dijo qué hacer para calmar el mar.

12 Tómenme y láncenme al mar, verán que el mar se calmará —les respondió—. Yo sé bien que por mi culpa se ha desatado sobre ustedes esta terrible tormenta.

¿Es posible que alguno de nosotros hayamos causado alguna tormenta así afectando a otros por nuestra rebeldía a Dios? A que sí...

Por más que intentaban llevar a tierra firme el barco, no les fue posible y oraron a Dios explicando lo que harían con Jonás, por si acaso.

14 Entonces clamaron al Señor: «Oh Señor, tú haces lo que quieres. No nos hagas perecer por quitarle la vida a este hombre ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente». 15 Así que tomaron a Jonás, lo lanzaron al agua y la furia del mar se aplacó. 16 Al ver esto, se apoderó de ellos un profundo temor al Señor y le ofrecieron un sacrificio e hicieron promesas.

No sabemos nada más sobre esos marineros; si realmente esta experiencia les sirvió para querer conocer más a Dios, pero lo que si sabemos es que aunque el mar se calmó, pasaron un susto de muerte y de paso se quedaron sin su mercancía. Todo por la desobediencia de Jonás.

Los errores y la rebeldía en este caso tubo consecuencias claras y evidentes para el resto de los que estaban en el barco.





Jonás 1:17 - 2.     Oración de Jonás,

Dios no sólo calmó el mar, sino que dispuso de un enorme pez para que se tragara a Jonás. Pasó en él 3 días y 3 noches, donde tuvo tiempo para orar y meditar sobre todo lo ocurrido.

Necesitó tiempo para entender lo que estaba pasando y lo que Dios le estaba demandando.

Y Jonás oró a Dios desde el fondo del mar y de su corazón. Leamos el capítulo 2.

1 Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez.
2 Dijo: «En mi angustia clamé al Señor, y él me respondió.
Desde lo profundo de los dominios de la muerte pedí auxilio, y tú escuchaste mi clamor.
3 A lo profundo me arrojaste, al corazón mismo de los mares; las corrientes me envolvían,
todas tus ondas y tus olas pasaban sobre mí.
4 Y pensé: “He sido expulsado de tu presencia; pero volveré a contemplar tu santo Templo”.
5 Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo del mar me envolvía; las algas se me enredaban en la cabeza, 6 arrastrándome a los cimientos de las montañas.
Me tragó la tierra y para siempre sus cerrojos se cerraron tras de mí.
Pero tú, Señor, Dios mío, rescataste mi vida de la fosa.
7 »Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo.
8 »Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios. 9 Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud.
Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del Señor!».

Finalmente, una vez que entendió su cometido y se arrepintió. Luego Dios mandó al pez que lo vomitara en tierra firme. ¿Pero dónde?

Pues me imagino de nuevo en Jope o muy cerca de allí, donde tomó el barco. Supongo que como en el juego del MONOPOLI, volvió de nuevo a la “casilla de salida”. Al principio de todo, para acometer ya de una vez la misión que Dios le había dado.

Jonás fue contemporáneo del profeta Amós. Amós si que fue obediente a Dios, en la corte de Jeroboán II. De haber llamado a Amós, quien sabe si el mensaje de Dios hubiera llegado mejor. ¿No crees? ¿Se hubieran arrepentido como hicieron con Jonás? Dios sabe. ¿Qué os parece?





Jonás 3.     Jonás obedece al Señor,

1 La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: 2 «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar».

De nuevo Dios le dice que vaya a Nínive, a la capital del Imperio que está guerreando contra el reino de Israel.

3 Jonás se levantó y se encaminó a Nínive, como el Señor le ordenó. Nínive era una ciudad tan grande que se necesitaban tres días para recorrerla. 4 Jonás entró en la ciudad y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!».

Parece que no se adentró mucho en la ciudad, porque si hacía falta 3 días para recorrerla, sólo empleó 1 para dar el mensaje de Dios a los ninivitas.

Pero lo sorprendente es que aun así fue suficiente, porque el pueblo se arrepintió.

5 Y los ninivitas creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron con ropa áspera en señal de arrepentimiento.

Y al saberlo el rey, veamos que mandó hacer.

6 Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, se vistió con ropa áspera y se sentó sobre ceniza.

7 Luego mandó que se pregonara en Nínive: «Por decreto del rey y de su corte: »Ninguna persona o animal, ni ovejas ni vacas, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. 8 Personas y animales vestirán telas ásperas y clamarán a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos.

9 ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos».

Dice el texto, que al ver Dios todo lo que hicieron, cambió de parecer y no los destruyó.





Jonás 4.     El enojo de Jonás,

Hasta aquí todo bien. ¿Pero por qué se enojó Jonás con Dios? ¿No le quedó claro que debía respetar su soberanía, por encima de todo? ¿Es que necesitaba otro pez para pasar otros 3 días?

Leamos el texto y veamos la reacción de Jonás.

1 Pero esto disgustó mucho a Jonás y lo hizo enfurecer. 2 Así que oró al Señor de esta manera: —¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes. 3 Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!

Es en este momento cuando Jonás abre su corazón para decir la verdad. El motivo por el que se fue al principio corriendo, para no cumplir el mandato de Dios. Sintió su orgullo herido y no lo podía soportar.

“pues bien sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes.”

¡Prefiero morir que seguir viviendo!

Y por eso, quiso enmendar a Dios para “hacer lo correcto según su criterio”, porque el pueblo asirio de Nínive merecía la destrucción, según el parecer de Jonás.

La respuesta de Dios es tremenda.

4 ¿Tienes razón de enfurecerte tanto? —respondió el Señor.

En lugar de volver a su tierra, que quedó al este de la ciudad  de Nínive para contemplar que sucedería en la ciudad y se construyó para ello un cobertizo.

6 Para aliviarlo de su malestar, Dios el Señor dispuso una planta, la cual creció hasta cubrirle a Jonás la cabeza con su sombra. Jonás se alegró muchísimo por la planta. 7 Pero al amanecer del día siguiente Dios dispuso que un gusano la hiriera y la planta se marchitó. 8 Al salir el sol, Dios dispuso un abrasador viento del este. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que este desfallecía. Con deseos de morirse, exclamó: «¡Prefiero morir que seguir viviendo!».

Con esa planta Dios le estaba hablando directamente a Jonás y le vuelve a preguntar.

9 Pero Dios dijo a Jonás: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta?

¡Claro que la tengo! —respondió—. ¡Me muero de rabia!

Y nuevamente respondió con rabia, pero el texto termina con la sabia respuesta de Dios.

10 El Señor dijo: Tú te compadeces de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una noche y en la otra pereció.

11 Y de Nínive, una gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda y tanto ganado, ¿no habría yo de compadecerme?

Dios mira más allá de todo. No hace distinción de pueblos ni de naciones. Todos son importantes para Él.

Jonás no lo podía entender y el texto aunque no lo indica, espero si que terminara por entender el mensaje de Dios. Un mensaje que era tanto para el pueblo de Nínive, como para Jonás y también para todos los que después hemos leído el libro.

Tuvo que entender que aunque estaban viviendo momentos de angustia por el asedio de los asirios a Israel, los ninivitas también necesitaban del mensaje de Dios.

Te animo a que sigas estudiando con más profundidad este libro de Jonás.

¡¡¡Bendiciones!!!

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La semana próxima seguiremos con 2ª Reyes, para enlazar luego con el profeta Amós.


04/02/2024 ESCUELA BIBLICA DOMINICAL





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