ELIE WIESEL
A continuación presentamos extractos de una columna de Elie Wiesel, extraído de los archivos de The Forward, publicado el lunes 12 de junio de 1967, tras la sorprendente victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días.
Las futuras generaciones probablemente nunca lo creerán. Los profesores tendrán dificultades para convencer a sus estudiantes de que lo que parece legendario realmente ocurrió. Los niños absorberán cada
palabra, pero más tarde, como adultos, asentirán con la cabeza y sonreirán, señalando que son fantasías de la historia.
palabra, pero más tarde, como adultos, asentirán con la cabeza y sonreirán, señalando que son fantasías de la historia.
No creerán que este pequeño Estado, rodeado de odio, fuego y asesinato, haya logrado tan rápidamente un milagro. Será difícil describir cómo, en medio de un mar de odio, un diminuto ejército expulsó y humilló a varias hordas de soldados bien equipados de quién sabe cuántos países árabes.
Según el aclamado erudito y genio talmúdico Shaul Lieberman, en 2,000 años, la gente verá estos eventos como nosotros concebimos las descripciones de los Macabeos y sus victorias.
¿He dicho en 2,000 años? Quizás en un año, o incluso mañana.
El pasado domingo, los árabes y sus aliados amenazaron a Israel que si se atrevía a hacer otro movimiento, pagaría con su existencia. Y varias horas después, nuestros héroes judíos avanzaron, y el mundo entero seguía sus movimientos mientras contenía el aliento.
Usted recordará las emisiones de radio al principio de la semana que anunciaban cómo cada hora, un gobierno árabe declaraba la guerra a Israel. Egipto, Jordania, Siria, el Yemen, Líbano, Arabia Saudita. Luego Marruecos, Túnez y Argel. En Túnez, una muchedumbre incitada desencadenó un pogrom en el barrio judío. Otros países musulmanes se unieron a la “guerra santa” del presidente egipcio Gamal Abdul Nasser: Malasia, Sudán, Malí, Guinea y otros.
Nos mordimos los labios, nos tronamos los dedos y no encontramos un espacio cómodo dónde estar. En silencio, preguntamos si no era demasiado esta vez. ¿Se exigía demasiado del pueblo judío y de su tierra? ¿Cómo podíamos esperar ser redimidos ante ejércitos enemigos de decenas y cientos de millones, contra sólo 2 millones de judíos en Israel?
Y luego, entre Pesaj y Shavuot, ocurrió el milagro de Janucá. No pasó mucho tiempo hasta que el supuestamente poderoso enemigo se quedara sin habla y perdiera su ímpetu. Incluso el embajador soviético ante la ONU, Nikolai Fedorenko, cambió repentinamente de tono. En lugar de preocuparse de si Nasser finalmente controlaría su apetito por el poder, los líderes mundiales comenzaron a buscar maneras de retribuirle al primer ministro israelí Levi Eshkol.
Era como si un director de escena, poco familiarizado con su elenco, de pronto cambie el diálogo de sus actores: aquellos que se habían opuesto obstinadamente a nosotros ahora pedían misericordia, mientras sus antiguos protectores se distanciaban de ellos. Durante la noche, el ambiente en el Consejo de Seguridad de la ONU era irreconocible.
Debemos todos pronunciar la oración de Halel por el privilegio de ser testigos de estos eventos. La batalla aún no ha terminado, pero el enemigo ya se ha retirado y no se recuperará fácilmente.
Posiblemente las futuras generaciones no comprendan cómo Israel venció a sus enemigos. Sí, hay sacrificios, pero a la larga nada se pierde.
Y sin embargo la sangre derramada por nuestros jóvenes leones, los sacrificios que soportaron, todo será inscrito. Las lágrimas de cada viuda, la muerte de cada soldado – no pasarán desapercibidas para nuestros descendientes.
Para los judíos de todo el mundo, estos últimos acontecimientos son un profundo motivo de orgullo. Todos los judíos presenciaron y sobrevivieron a este juicio juntos. Rara vez, como pueblo, sentimos una conexión tan profunda entre nosotros, una conexión de lealtad a los principios más puros impulsados por nuestra historia compartida.
¿Recuerda cómo miles de jóvenes judíos acudieron a los consulados israelíes, pidiendo ser enviados como voluntarios a Israel? ¿Recuerda las manifestaciones masivas en las calles? ¿Y los innumerables judíos, incluidos los más pobres de los pobres, que donaban sus escasos ahorros a las alcancías o pushkes del United Jewish Appeal?
Este nuevo despertar judío es parte de ese milagro, una parte de la victoria judía. Aquellos que creyeron que los judíos temían a los grandes ejércitos estaban equivocados, y aquellos que pensaban que podían separar al Estado judío del pueblo judío en el mundo claramente nos subestimaron.
Fuente: The Forward / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
04/05/2017 en ENLACE JUDIO.
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