jueves, 28 de junio de 2018

¿Por qué vino el príncipe Guillermo a Israel?


Pablo Sklarevich

La Argentina de Messi no llegó a Israel; pero en cambio Gran Bretaña envió como consuelo al príncipe Guillermo. El duque de Cambridge es el segundo en la línea de sucesión al trono, después de su padre, Carlos, el príncipe de Gales. Su esposa Catalina Middleton no ha venido porque ha dado a luz en abril pasado.

El príncipe Guillermo fue despachado a Israel especialmente en el marco de los festejos del septuagésimo aniversario del establecimiento del Estado. Paradójicamente, su presencia pone de relieve lo que ha sido hasta ahora prácticamente un insulto. Esto es, que hasta el momento de su llegada ningún miembro de la realeza había visitado en forma oficial el país. Aquellos integrantes de la familia real británica que, desde entonces, aparecieron en Tierra Santa lo hicieron sólo a título personal.

Tradicionalmente, el Palacio de Kensington busca posicionar la actividad de la familia real, y especialmente esta gira, como “apolítica”. No nos engañemos, la visita es “ultrapolítica” hasta la médula.

Gran Bretaña sigue temiendo enfurecer a los árabes, sobre todo a los palestinos que aún le reprochan la Declaración Balfour, de 1918. Sin embargo, ha enviado a un caro símbolo de la monarquía estatal para escenificar su apoyo a Israel con el que mantiene una importante relación comercial y de defensa, especialmente en los bravos tiempos del “brexit”.

Tras la salida de la Unión Europea (UE), Londres buscará renovar su alianza transatlántica con Estados Unidos y no hay mejor manera de espolear esa iniciativa que reactivando los lazos con Israel, el aliado histórico de Washington en el Oriente Medio.

También como alternativa a la UE, Londres intenta reavivar la Mancomunidad Británica de Naciones o el “Commonwealth” reforzando los vínculos con aquellos países que algún momento formaron parte de sus colonias, protectorados, etc.

De cualquier manera, desde el punto de vista del Palacio de Kensington el viaje a Tierra Santa equivale a atravesar un campo minado (político, religioso, étnico, diplomático, etc.), que el príncipe Guillermo debe surcar con una cautela extrema en lo que tal vez haya sido hasta ahora su mayor prueba.


27/06/2018 en AURORA DIGITAL





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