domingo, 22 de julio de 2018

Cómo contabilizamos el tiempo los judíos


Los judíos cuentan el tiempo de forma distinta al resto del mundo. Descubre por qué el calendario empieza con la Creación, el mes con la luna nueva y el día con el atardecer.
por Rab Maurice Lamm

La mayoría de las ideas en el judaísmo aunque no son tangibles, son accesibles ya que están conectadas al tiempo. Son celebradas en días específicos dentro de un ciclo anual de fiestas y ayunos, y ancladas al espacio por medio de materia palpable como son las matzot, las velas o las cabañas. Algo que podría ser hecho en cualquier momento y por cualquier persona, no será hecho nunca por nadie. El judaísmo preserva los principios y eventos cataclísmicos de la historia mediante un sistema definido y estructurado de prácticas específicas que requieren nuestra adherencia a ellas.


Los Años hebreos

Los antiguos pueblos empezaban a contar los años de sus calendarios con el reinado de cada nuevo monarca. Cuando el cristianismo comenzó a dominar el mundo occidental, empezó a contar la historia a partir del nacimiento de su propio “rey” y después lo hizo según en el calendario gregoriano. Por lo tanto – según ellos – la historia fue dividida en dos períodos: antes del nacimiento de su “rey” y después del nacimiento de su “rey”.

Sin embargo, el judaísmo no estuvo de acuerdo en dividir la historia de esta forma; ni siquiera dividió la historia universal para marcar la fecha del nacimiento de Abraham o de Moshé. Por lo tanto, el calendario judío nunca estuvo orientado de esta manera.

Por muchos siglos, los judíos contaron los años a partir de un evento – el evento formativo que le dio existencia como pueblo: el Éxodo de Egipto. Sin embargo, después de la destrucción del Segundo Templo en el año 70 de la cuenta común, este evento sustituyó por algún tiempo el uso del Éxodo como la fecha inicial de la cuenta.

Pero el sentimiento del pueblo judío – el cual se expresó sólo algunos siglos más tarde – fue que incluso un evento de tal magnitud como fue la destrucción del Templo, no era suficiente motivo como para trazar una línea a través del tiempo recomenzando a contar la historia del mundo a partir de ese momento.

Sólo un acontecimiento pudo servir para ser el principio de la historia: el principio de la historia misma.

El judaísmo determinó contar los años del calendario bajo una escala universal desde la creación del universo. Pero exactamente, ¿cuántos años tiene la tierra?

Inclusive los científicos con los instrumentos más avanzados y precisos sólo están seguros de una respuesta: no hay una respuesta precisa sobre esto. El único método para los sabios fue contar los años de acuerdo con la cuenta literal de la creación, escrita en la Biblia.

Por lo tanto, lo que en el calendario hebreo es 5777, implica de acuerdo a la Torá, 5777 años de soberanía de Dios en el mundo, y ese es su significado eterno.

Pero esto representa un problema. Los judíos, dondequiera que estuvieran, siempre fueron una minoría, y mientras ellos contaban el tiempo según su propio calendario, ellos estaban viviendo en un mundo en el que la mayoría de la gente difería con su método de contar el tiempo. Los judíos no podían ignorar la manera mediante la que el mundo contaba el tiempo – la base de la vida diaria del ser humano. A pesar de que el judaísmo busca idealmente trascender éste mundo, de hecho está en “éste” mundo. Por eso, la comunidad judía necesitó adaptarse a un calendario secular para usos globales.

Como resultado, el judaísmo tuvo que vivir su vida secular de acuerdo a las demás “naciones” y dividir la historia de acuerdo a las fechas del calendario gregoriano.

Pero el judaísmo nunca pudo adaptarse a los términos que indican que la línea divisoria de la historia comenzó con el nacimiento de un cristo (voz que deriva del griego – christós – y que literalmente significa: ungido) y es por eso que no usamos los términos A.C. y D.C. para marcar las fechas, sino que decimos: “antes de la era común – A.E.C.” y “de la era común – E.C.”.

En términos judíos estamos viviendo en el año 2000 de la era común; el antiguo Templo fue destruido en el 70 de la era común; los Macabeos se rebelaron en el 165 antes de la era común.

Sin embargo, el calendario judío, no reconoce esta manera de contar el tiempo, manteniendo su forma original a partir de la creación del hombre.

Los judíos celebramos Rosh Hashaná (el comienzo del año), en el día en que la Torá considera que fue la creación del hombre, de acuerdo con su cálculo literal, el primer día del mes hebreo Tishrei, que generalmente cae a finales de septiembre.

Los Meses hebreos

Los judíos contamos los meses de acuerdo al ciclo de la luna, mientras que los patrones de la civilización occidental son a partir del sol. Esto presenta un dilema. La luna rota más lento que el sol – aproximadamente 48 minutos en un día, y es por eso que en un lapso de 12 ciclos lunares (cada ciclo lunar tiene una duración de 29 ½ días) el año de la luna es 11 días más corto que el año del sol (354 días). Y después de tres años la diferencia de días entre el ciclo solar y ciclo lunar es de 33 días.

Esta diferencia de días provoca un problema para el calendario judío, pues la Torá nos ordena que debemos festejar la fiesta de Pesaj en la época de la primavera. Pero por cuanto que el calendario lunar pierde más de un mes cada tres años solares, entonces Pesaj se va desplazando, y cada año caería en una diferente época del año, como ocurre con las fechas del calendario musulmán que solamente es lunar y sus días particulares – como el mes de ayuno llamado Ramadán – caen a veces en la primavera, a veces en verano, etc.

Pero los maestros del Talmud, encontraron una solución para salvar esa diferencia de once días entre el ciclo lunar y el solar. Ellos le hicieron un ajuste al calendario añadiéndole siete meses especiales (llamados “segundo Adar”) en un ciclo de 19 años. De esta manera, crearon un calendario que puede contar los meses de acuerdo con la luna a la vez que permite festejar las distintas fiestas en su estación correspondiente.

El primer día del mes lunar, llamado Rosh Jodesh, era proclamado originalmente por la corte central de Jerusalem después de que cada luna nueva era vista. Después de la destrucción de Jerusalem, el Rosh Jodesh era calculado por medio de un calendario astronómico que determinaba en qué días las festividades tendrían lugar.

La Torá designa ciertos días del mes como principio de las festividades. Como la gente no puede manejar meses de 29 ½ días, algunos meses son de 29 días y algunos de 30 días. Los meses con 30 días tienen dos días de Rosh Jodesh y los de 29 un solo día.

Como repetición de la tradición antigua de la proclamación de la luna nueva, el sábado antes de Rosh Jodesh se anuncia el comienzo del nuevo mes durante el servicio en la sinagoga. Los judíos celebran la venida del nuevo mes con rezos anexos al servicio normal.

Además, Rosh Jodesh es un día parcialmente festivo para las mujeres, y a ellas les fueron brindados estos días por el mérito de la rectitud de las mujeres de la generación del desierto, que no participaron junto a los hombres en la realización del becerro de oro.

Las Semanas hebreas

Los judíos cuentan las semanas de Shabat a Shabat. El Shabat es la corona de la semana; es la corona de las fiestas judías; la corona del espíritu judío. El Shabat es la reina. Es una pequeña muestra del mundo venidero. El Día del Perdón, Iom Kipur, es el único día que tiene más santidad que el Shabat.

“Más de lo que los judíos cuidan el Shabat, el Shabat los cuida a ellos” – alguna vez dijo un gran escritor.

Está tan presente en los seres humanos que no importa cuantas sociedades han tratado de anularlo, no han podido. Algunos pueblos, simplemente lo movieron de día: Los cristianos al domingo y los musulmanes al viernes. El Shabat pone una marca al individuo, a la nación, a la semana.

Todos los fines de semana dan lugar al Shabat. De hecho, los días no tienen nombres, sólo números, y todos éstos anticipan la llegada del séptimo día, la llegada del Shabat.

Los días de domingo a viernes son vistos psicológicamente así como físicamente, como pasos dirigidos hacia el Shabat, el “lugar en el tiempo”. Ropa linda es vestida en Shabat, comida especial es servida, invitados especiales acompañan a la familia en este día y conversaciones significativas son reservadas para el Shabat.

El viernes, por su proximidad al Shabat, realmente pierde su identidad; es simplemente Érev Shabat, el límite antes de Shabat, en el que inclusive los más grandes estudiosos ayudan en la cocina.

Siguiendo la analogía de los días de la semana como escalones hacia el Shabat, al final de este, los judíos experimentan un descenso en su espiritualidad a causa de su salida, pues la vida debe empezar nuevamente en su nivel más bajo el primer día de la semana para volver a elevarse.

Los Días hebreos

En el judaísmo el día no comienza y termina a la media noche como ocurre en el calendario secular. La media noche no es un evento astronómico significativo. En la era antes del reloj moderno, una hora específica de la noche no se podía saber con precisión, mientras que una hora del día era fácilmente determinada al ver la localización del sol. Para esto el día debía empezar con estandartes precisos, simples y universalmente reconocidos. Esto significaba que el día debía ser contado ya sea a partir del principio de la noche o del día.

En el concepto judío del tiempo, el día empieza con la puesta del sol en la noche (la aparición de las estrellas) seguido de la mañana (que técnicamente empieza con el amanecer). Lo previamente mencionado es descrito por la Torá de la siguiente manera: “Y fue la noche y fue la mañana; el primer día”.

Por esta razón, el Shabat empieza el viernes en la noche y termina con la aparición de las estrellas el sábado en la noche. Asimismo ocurre con las otras fechas y festividades, como ser Sucot, Pesaj, Shavuot, Rosh Hashaná, Iom Kipur, el ayuno de Tishá Beav, Januká y Purim.

El hecho de que el día comienza a la noche es una metáfora de la vida misma. La vida empieza con la oscuridad del vientre materno, después se enfrenta al resplandor de la luz y eventualmente finaliza con la oscuridad de la tumba, lo que precede a un nuevo amanecer en el mundo venidero.

La vida consiste en luz y oscuridad: “Y fue la noche, y fue la mañana”. Lo que hagamos con el tiempo es lo que cuenta.

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22/07/2018 en ISRAEL NOTICIAS





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