domingo, 2 de septiembre de 2018

El suicidio de un Estado binacional israelí – palestino.


Un artículo similar a este lo publiqué en el año 2012, sin embargo dadas las circunstancias de la imposibilidad para que se llegue a un acuerdo entre israelíes y palestinos, he decido rehacerlo y plantearlo de cara a la situación actual. Cuantas más veces se aleja la posibilidad de llegar a un acuerdo de Dos Estados para dos pueblos, insistiré en retomar lo planteado en este documento.

Aunque no todas las posiciones israelíes estén de acuerdo con las soluciones que planteen la necesidad de ceder territorios, suspensión de expansiones coloniales o al menos una hoja de ruta cumplida que evidencie la falta de voluntad política de los palestinos a negociar. Lo cierto del caso es que la nueva realidad está empujando a un destino todavía mucho más turbio para que la existencia de Israel como Estado Judío se conserve en este “statu quo”.

La realidad es que en estos momentos la nueva estrategia para intentar destruir la naturaleza judía de Israel no es a través del reconocimiento que logró hace algunos años como Estado No Miembro de ONU la Autoridad Palestina; algo que no deja de ser más que una victoria política sin mayor gloria para las intenciones palestinas ya que los palestinos en sí mismos por el momento no cumplen con los principios de estatidad contemplados por la declaración de Montevideo de 1933.

La verdadera técnica que está implementando la inteligencia palestina es la promoción del establecimiento de un “Estado Binacional”. En otras palabras que se termine anexando a Israel los territorios de Cisjordania y Gaza, con toda su población (además de los refugiados según la resolución 194 de ONU). Y para mencionar que esta estrategia es la planteada se puede recurrir a dos ejemplos; uno reciente y otro no tanto.

Tareq Abbas hijo del Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Abu Mazen, en manifestaciones recopiladas por el medio ruso Sputnik, manifestó que se opone a la creación del Estado palestino al lado de Israel y por el contrario es partidario de la creación de un único Estado binacional, judío y palestino, en toda la Palestina histórica.

Anteriormente, el ex primer ministro palestino Ahmed Qurei manifestaría en el 2004 manifestó que si no se lograba un acuerdo con los palestinos, estos deberían propugnar por gestar un único Estado, y en el 2012 en manifestaciones al medio palestino Al Quds Al Arabi, pidió a los ciudadanos palestinos reconsiderar la posibilidad de un solo territorio nacional como solución, culpando a Israel de haber enterrado el proceso de paz. Durante el propio 2012, en una encuesta realizada por la “Jerusalem Media and Communications Centre (JMCC)” al menos un 22% de la población palestina considera viable esta posición y puede ser una opción nada descartable si ven que el proceso de paz continúa estando en el “impasse” que vive en la actualidad.

El ex jefe del Shabak (servicio secreto), Yaakov Peri, advirtió sobre esta posición que puede llevar a Israel a condenar al país a su extinción como fue fundado en 1948, en cuanto a su naturaleza judía, algo que podría querer combatir la actual ley básica impulsada por el gobierno de Netanyahu de Israel Estado Nación del pueblo judío como una forma de combatir la posibilidad que alguna minoría pudiera en un momento determinado proclamar su autodeterminación dentro del territorio del Estado de Israel.

El temor no es infundado, es de tomar en cuenta que el crecimiento demográfico palestino es superior al de los israelíes promedio (exceptuando los grupos religiosos). Según la ONG “Por Palestina”, solamente en Cisjordania tienen una tasa de crecimiento de 5,4 y hasta el año 2008 se realizaron estudios que el crecimiento demográfico de dichos territorios eran de al menos el 30% en la última década. Desde el año indicado (2008) hasta el último informe del 2017 la población palestina ha pasado de ser 3 millones 600 mil ciudadanos a sumar 4 millones 685 mil habitantes en un crecimiento del 24%.

Pueden pensar que el análisis está un poco fantasioso al exponer la necesidad de generar un Estado Palestino en los territorios de Cisjordania y Gaza, pero lo cierto del caso es que una actitud intransigente ante dicha solución basada en el principio de “Dos Estados para dos pueblos” por parte de Israel los puede lanzar innecesariamente a un planteamiento complejo de decidir qué hacer con los millones de palestinos; no solo los que habitan hoy en Judea y Samaria y la Franja de Gaza, sino también con el reclamo de los millones de refugiados que están bajo el cobijo de la UNRWA y que también piden un derecho de retorno. Hacer a todas estas personas ciudadanos israelíes, con el riesgo civil, social, económico y militar que esto implicaría, desviaría las características actuales del conflicto “internacional” y lo transformarían en una guerra civil de características insostenibles y desequilibrantes; pasaría a ser una especie de “Primavera Israelí”.

Si bien algunos han planteado la afirmación que el Reino Hachemita de Jordania es un Estado de ciudadanos palestinos; la naturaleza de su Estado territorialmente es proveniente de la Palestina Británica y gran parte de su población son migrantes asentados en esa zona y emparentados con los palestinos de Judea y Samaria en muchos casos. No será sencillo explicarlo al mundo y mucho menos generar que se ejecute un plan de este tipo como una solución viable para los hoy millones de “refugiados palestinos” alrededor del mundo o para que Jordania quien renunció desde los 80’s a los territorios conquistados por Israel durante la guerra de 1967, quiera adoptar a sus hermanos dándoles lo que los conflictos y el abandono de los árabes no quisieron brindarles, legislando en algunas ocasiones en contra de los palestinos, limitando sus derechos en ocasiones confinándolos a campos que son verdaderos guetos.

Por esta razón, es que el planteamiento, ejecución o imposición de la solución de establecer un Estado para los palestinos, es sin duda el camino mejor aceptado para la continuidad de Israel como Estado judío, tal y como lo dictó la resolución de 1947, basado en los principios de inoperancia de un eventual Estado binacional.

Desde un análisis muy personal; aunque coincidente con otros analistas, ningún planteamiento puede impulsar algo que sea distinto al establecimiento de un Estado para los palestinos como un escudo para su propio resguardo nacional. El propio gobierno de Donald Trump ha planteado que se debe llegar a un acuerdo; denominado “Del Siglo”, donde se busca imponer una solución que mantenga viva la posibilidad de dos Estados y no una solución suicida de tener que legislar para anexarse los territorios en su totalidad junto con la población que en muchos casos es hostil con los israelíes, donde tampoco se puede considerar una anexión sin los habitantes, porque eso plantearía una solución radical con resultados nefastos.

El propio planteamiento del presidente Trump ha dejado en claro que si bien el gobierno en Washington ha respaldado a Israel en temas altamente delicados como Jerusalén; lo cual ha sido muy problemático que la situación que ha vivido la zona en más de 50 años bajo administración israelí, también el líder estadounidense ha dejado en claro que se exigirá al gobierno de Israel hacer concesiones en lo que ha llamado “pagar el precio”, lo que se debe interpretar como renunciar a algunos lugares determinantes y reubicar asentamientos en zonas bajo administración no disputada de Israel.

De igual manera, el gobierno estadounidense promueve asfixiar y sacar del juego a la UNRWA, intentando que se traslade las operaciones que maneja este organismo de refugiados palestinos, a las operaciones de la ACNUR, colocando un tope a la cantidad de palestinos considerados refugiados, porque al ritmo que van será insostenible tanto económicamente como políticamente, al intentar resolver este tópico como parte importante del conflicto palestino – israelí.

No se debería cansar el gobierno israelí de mostrarle al mundo que ellos proponen ideas para llegar a establecer las bases fronterizas similares a las anteriores al conflicto de 1967, con planes como el de Ehud Barak, Ehud Olmert, y hasta la aceptación de acuerdos previos internacionales. Sabiendo de antemano que no ha existido esta reciprocidad de plantear soluciones que puedan ser “ganar – perder” (para ambas partes) del lado de los liderazgos palestinos quienes han interrumpido las “treguas”, se han retirado de las negociaciones, no han hecho contra propuestas a los planteado por Israel y peor aún han optado por reactivar la violencia y en los últimos años tomaron el camino “diplomático” de acudir unilateralmente frente a las entidades internacionales que les fortalezcan sus planteamientos.

La intención de los líderes palestinos y sus patrocinadores árabes e islamistas es la misma; acabar con Israel, ya sea por medio de la lucha armada como lo marca la carta fundamental del Hamás que gobierna Gaza o del Hezbollah al Sur del Líbano, buscando un Estado islamista que se extiende desde el Río Jordán hasta el Mar Mediterráneo, “Jüdenfrei” (libre de judíos).

También intentan acabarlo a través de las vías diplomáticas, demográficas, económicas y legales como lo plantean quienes promueven la idea del “boicot económico” contra productos israelíes o como lo expone esta misiva, a través de la promoción de la unificación de todos los territorios divididos en el 47 para generar lo que la comisión Peel planteó como irrealizable y por lo que se hizo la repartición al sistema “salomónico”; muy frecuente durante los procesos de descolonización. La idea de un Estado Binacional es absurda por la incompatibilidad de ambos pueblos que expone desde hace más de 70 años la necesidad de “dos Estados para dos pueblos”.

Para los islamistas como Hamas el “fin justifica los medios”, siempre y cuando puedan acabar con el Estado no Musulmán levantado en el corazón del Islam, destruir Israel se logra de dos modos, o sometiéndolos por la lucha armada generando un nuevo genocidio judío; que en la realidad actual es poco probable. Y la otra es a través del “Caballo de Troya” demográfico, inundando el país con los ciudadanos palestinos y de este modo transformar poco a poco su naturaleza.

Finalmente la intención es tener un nuevo Estado islámico en Israel, y la forma pasiva lo logrará si la fórmula de dos Estados no es acelerada cuanto antes o si no se ofrece una alternativa a la misma, por ejemplo una propuesta de Estado Federal palestino o la conformación de Dos Estados de facto palestinos (en Gaza y Cisjordania), lo cual no cuenta con simpatías en estos momentos, pero están en la lista de propuestas contrarias a la solución binacional.

Mientras por su parte, para los palestinos “laicos moderados”, la propuesta binacional supone un objetivo político donde puedan mantener vigente el conflicto que les genera a sus líderes altos flujos económicos para desviarlos en detrimento de la población civil y sin solucionar efectivamente el conflicto contra Israel.

Además el liderazgo palestino traslada la inoperancia y falta de voluntad para una solución real y se lo tiran al gobierno israelí, por lo que los movimientos para lograr llegar a un acuerdo no aceleran lo suficiente salvo cuando se sienten presionados como lo ha logrado la propuesta del “Acuerdo del Siglo” norteamericano, o como lo haría una acción de manera unilateral que imponga una solución que les corte la cantidad de recursos que consumen desde varios benefactores, algo que se nota en la necesidad de los países árabes que tienen de llegar a solucionar este conflicto para dedicar sus fuerzas a temas más determinantes para su estabilidad como lo es el crecimiento de la influencia iraní en la zona o los cambios económicos de cara a la agenda 2030 con un descenso significativo en la explotación de recursos que les han servido además de mecanismo disuasorio durante décadas.


30/08/2018 en POR ISRAEL





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