El rápido colapso del gobierno en Kabul después de la retirada estadounidense enseña que Jerusalén debe defenderse por sí misma en el contexto iraní, contra los palestinos y otras amenazas.
Los infantes de marina de la 24a Unidad Expedicionaria de la Infantería de Marina de EE.UU. realizan los trámites para la evacuación del personal del Departamento de Estado en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, Kabul, Afganistán, 15 de agosto de 2021 (Cuerpo de Marines de EE. UU.)
• El rápido colapso del gobierno en Kabul después de la retirada estadounidense enseña que Jerusalén debe defenderse por sí misma en el contexto iraní, contra los palestinos y otras amenazas.• La debilidad proyectada por Washington enseña a los estados regionales que Israel se destaca como un pilar estable en la región.
La velocidad del colapso del gobierno afgano y sus fuerzas de seguridad respaldadas por Estados Unidos con sus 300.000 soldados y equipos avanzados contra las fuerzas del Talibán causa gran vergüenza a la administración Biden. En base a evaluaciones de inteligencia, los líderes de EE. UU. prometieron hasta el último minuto que no se esperaría tal escenario.
El rápido colapso muestra cómo el intento estadounidense de inculcar en los afganos una cosmovisión liberal en el espacio de 20 años era política y culturalmente imposible y cuán equivocado era ese enfoque en primer lugar. También proporcionó más evidencia de la dificultad que tiene Occidente en general, y la inteligencia de EE. UU. en particular, en la comprensión del mundo islámico, el papel de la religión y la afiliación tribal.
Pero el problema más fundamental es que la decisión de abandonar Afganistán, que condujo al colapso, es parte de una estrategia estadounidense, de la que Trump también fue en parte socio, pero se intensificó bajo la administración Biden, para reducir el papel de EE. UU. como superpotencia internacional, especialmente en el Medio Oriente, con todo lo que implica. Por lo tanto, el colapso quedará registrado en la historia como otra manifestación de la debilidad estadounidense derivada de la renuencia a pagar el precio en vidas humanas y el costo financiero involucrado en la lucha en curso contra el Islam radical. Este fracaso estadounidense puede fortalecer a elementos islámicos radicales como Irán, Al Qaeda e ISIS [Estado Islámico], y también a elementos de los Hermanos Musulmanes, incluido Hamas, y alentarlos a desafiar a Estados Unidos y sus aliados, incluyendo a Israel.
El presidente Biden trató de justificar su decisión de retirarse describiendo la guerra en Afganistán como una guerra civil local, como si Occidente no tuviera interés en el resultado de este conflicto. De hecho, esta es una guerra entre dos escuelas de pensamiento dentro del Islam; el resultado puede tener un impacto duradero no solo en el tipo de vida que va a tener la gente del mundo musulmán, sino también en la seguridad global. Por lo tanto, Occidente debería haber mostrado mucha más paciencia al ayudar a las fuerzas moderadas que, en algunos lugares, no pueden permanecer en el poder sin un apoyo cercano. La falta de disposición de la única superpotencia occidental para hacerlo significa que los extremistas pueden sentir que tienen mucho menos que perder en el futuro si desafían a Occidente, ya que no va a suceder otro intento de construir un gobierno moderado que funcione.
La lección esencial para Israel de los dramáticos eventos en Kabul es que, con toda la importancia de la asociación estratégica de Israel con los Estados Unidos, que es insustituible, Israel debe reconocer las limitaciones del respaldo de una superpotencia y, por lo tanto, adherirse más estrechamente al principio de que Israel se defenderá por sí mismo. Esta es una lección relevante en el contexto iraní cuando los estadounidenses proyectan vacilación en respuesta a las muchas provocaciones de Teherán, y esto es cierto en el contexto palestino. Una vez más, queda claro cuán crítica es la responsabilidad israelí por la seguridad en Judea y Samaria y el Valle del Jordán. Es inquietante la idea de que hubo elementos del sistema de seguridad israelí que en 2013 consideraron seriamente el plan de seguridad de EE. UU. del general John Allen, que proponía colocar fuerzas extranjeras en el Valle del Jordán y dar a los estadounidenses un papel clave en la gestión del problema de la seguridad como parte de las propuestas de la administración Obama para un acuerdo permanente.
Un avión de la Fuerza Aérea de EE.UU. transporta aproximadamente a 640 ciudadanos afganos desde el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, el 15 de agosto de 2021. (Defense One)
Precisamente ante la debilidad proyectada por Estados Unidos, Israel se destaca en el escenario regional como un pilar estable en el que pueden contar los moderados de la región. Esta es una oportunidad para aprovechar los desarrollos problemáticos en Afganistán para fortalecer y expandir los Acuerdos de Abraham entre Israel y los estados árabes moderados, que resistieron la prueba del primer año de la firma de los Acuerdos, así como para construir lazos con otros desilusionados con el funcionamiento problemático de Washington. Con este propósito, también es posible aprovechar el predicamento en el que se encuentran sometidos Irán y sus representantes en todo el Medio Oriente en este momento.
Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs
22/08/2021 en AURORA
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