MITO:
«La información que presentaron los medios sobre la intifada fue equilibrada y justa».
«La información que presentaron los medios sobre la intifada fue equilibrada y justa».
REALIDAD:
Algunos miembros de la prensa reconocieron con sinceridad que la cobertura de la intifada fue falseada. Según Steven Emerson, entonces corresponsal de CNN, los reporteros norteamericanos se avinieron a que los palestinos controlaran lo que se filmaba. Un camarógrafo israelí que trabajaba para varias cadenas de EE.UU. le dijo a Emerson que, «si enfocábamos la cámara para la escena equivocada, estábamos muertos». En otros casos, las cadenas les entregaron docenas de cámaras de video a los palestinos para que pudieran proporcionar metraje de ataques, motines y funerales. «No hay ningún modo de confirmar la autenticidad de lo que se filmó, ni hay modo de evitar que las cámaras se usen como un instrumento para movilizar una manifestación», escribió Emerson.
Aunque casi un tercio de todos los palestinos asesinados en 1989 fueron muertos por sus hermanos árabes, sólo 12 de más de 150 historias presentadas por las cadenas de EE.UU. desde Cisjordania ese año se referían al conflicto intestino. «Mientras el terror político palestino en Cisjordania no consigue convertirse en noticia», observaba Emerson, «groseras fabricaciones acerca de la brutalidad israelí se reportan sin ningún análisis crítico».
Por ejemplo, a principios de 1988, llamaron a los reporteros al hospital el-Mokassed de Jerusalén para filmar a un muchacho palestino que se encontraba moribundo. Su médico palestino mostró los tubos que le sostenían la vida y afirmó que el niño había sido salvajemente apaleado por tropas israelíes. El 8 de febrero de ese año, Peter Jennings de ABC presentó el informe diciendo que funcionarios de las NU «decían que los israelíes habían matado a golpes a otro palestino en los territorios». NBC y CBS también les dieron a estas denuncias amplia publicidad.
Pero la historia no era cierta. Según la autopsia y la hoja clínica del niño, éste murió de una hemorragia cerebral. Había estado enfermo por más de un año. En general, las cadenas de EE.UU., escribió Emerson, han sido cómplices de un engaño masivo en torno al conflicto de Cisjordania».
Un artículo del Washington Post sobre el «ciclo de la muerte¸» en Cisjordania incluía una entrevista con Raed Karmi, un oficial de Fatah, la facción dominante de la Organización para la Liberación de Palestina de Yasser Arafat. El informe comienza con la observación de que Karmi va a salir corriendo a unirse a una batalla contra soldados israelíes y toma un rifle de asalto M-16. Lo que el artículo deja de mencionar es que sólo la policía palestina se supone que esté armada.
El informe periodístico implica que la violencia israelí y Palestina son equivalentes en este «ciclo» porque Karmi dijo que estaba actuando en venganza por la muerte de un palestino que los israelíes habían asesinado por organizar ataques terroristas. Kami admite que participó en el secuestro y asesinato de dos israelíes que habían estado almorzando en un restaurante de Tulkarm. Karmi fue encarcelado por la Autoridad Palestina, pero fue liberado a los cuatro meses y subsecuentemente mató a cuatro israelíes más, incluido un hombre que compraba víveres y un chofer que él emboscó. «Continuaré atacando a los israelíes», le dijo al Post.
Martin Fletcher, el jefe del buró de la NBC en Tel Aviv, reconoció que la intifada planteaba un problema de equidad, y hacía notar que los palestinos manipulaban los medios de difusión occidentales presentándose como «David» contra el «Goliat» israelí, una metáfora utilizada por Fletcher mismo en un informe de 1988.
«Toda la sublevación estuvo orientada hacia los medios de difusión y, sin duda, se mantuvo gracias a los medios», dijo. Fletcher abiertamente reconoció haber aceptado invitaciones de jóvenes palestinos para filmar ataques violentos contra residentes judíos de Cisjordania.
«Es realmente una cuestión de manipulación de los medios. Y la interrogante es: ¿Cuánto jugamos ese juego? [Lo hacemos] de la misma manera en que nos aparecíamos en esas buenas ocasiones para tomar fotos de Bush o de Reagan. Seguimos el juego porque necesitamos las fotos».
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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