MITO: Los judíos mataron a Jesús
VERDAD: Durante siglos al pueblo judío se lo acusó de la muerte de Jesús, y este fue el justificativo de innumerables matanzas. Solamente con el Concilio Vaticano II y la declaración “Nostra Aetate” esta acusación fue anulada.
Si queremos encontrar el origen de la misma, debemos remitirnos a la época en que vivió Jesús.
Dentro del pueblo judío había tres grupos definidos que se disputaban el poder político (a pesar que en esa época Judea estaba bajo gobierno romano y en el trono estaba Herodes, que no era judío sino edomita):
* LOS FARISEOS: Representaban la ortodoxia religiosa judía.
* LOS SADUCEOS: Herederos de los helenistas de la época de los Macabeos, buscaban adaptar las normas religiosas a las costumbres del resto de los pueblos.
* LOS CELOTES: Rebeldes contra el poderío romano, creían que podrían liberar a Israel por medio de una gran rebelión armada.
También existía un cuarto grupo que se mantenía al margen de las luchas políticas: LOS ESENIOS, quienes vivían en comunidades principalmente en la zona del Mar Muerto en condiciones de ascetismo y extrema pureza ritual, dedicados al estudio profundo de las Escrituras.
La situación en Judea distaba mucho de estar en calma, máxime teniendo en cuenta que muchas instituciones tradicionales judías como el Sacerdocio y el Sanedrín (supremo tribunal judío) habían visto sus poderes grandemente limitados, sobre todo el Sanedrín, que ya no funcionaba en el Templo, sino en la ciudad de Tiberiades y no podía emitir sentencias capitales. Ese es el panorama de Judea en el siglo I.
Como dijimos antes, en el trono había un rey puesto por los romanos, Herodes Antipas. Su corte era un antro de corrupción. Y allí llegó un predicador itinerante relacionado con los esenios llamado Iojanan (o Juan), quien acusó a Herodes Antipas por todos sus actos en contra de la religión judía y anunciando la llegada de otro mensajero. Juan es ejecutado, pero en su lugar se levanta alguien que, según se cree, era discípulo de Juan, llamado Jesús. Su prédica también es molesta para Herodes, quien decide hacerlo arrestar y enviarlo al Sanedrín para que lo juzgue por blasfemia. El Sanedrín, para no comprometerse en los manejos de Herodes Antipas, se escuda en la prohibición de emitir sentencias de muerte y lo derivan al procurador romano Poncio Pilatos, quien, gran amigo de Herodes, lo condena a muerte en la cruz (cabe destacar que según la Torá hay cuatro formas de ejecución (y ninguna es la cruz): lapidación, estrangulamiento, decapitación y fuego). De acuerdo a la tradición romana, como era una época festiva en Judea se propone al pueblo la liberación de un condenado a muerte, y para ello había dos candidatos: Jesús y un tal Barrabás o Bar Abbas, quien aparentemente era miembro importante del partido de los celotes, y es a este último a quien el pueblo elige, siendo ejecutado Jesús. Hasta ahí el entorno histórico.
Quien recopila por primera vez este relato fue un tal Pablo o Saúl de Tarso, un prominente judío partidario de los saduceos, que se hizo seguidor de las enseñanzas de Jesús (que no eran en esa época otra cosa que el judaísmo), y en ese relato aprovechó para atacar a los fariseos acusándolos de haber ejecutado a Jesús.
Cuando el cristianismo se transforma en religión oficial del Imperio, este relato de Pablo es tomado como verdad y en él se engloba a todo el pueblo judío como ejecutor de Jesús. De ahí surge la acusación de deicidio contra los judíos.
Como detalle debo agregar que cuando Poncio Pilatos se lava las manos, no hace otra cosa que seguir la tradición romana en la que un juez que condenaba a muerte, al lavarse las manos demostraba que no tenía culpa alguna en la muerte de esa persona, pues había juzgado justamente.
04/07/2017 en POR ISRAEL.
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