MITO:
«Irak nunca fue una amenaza para Israel»
REALIDAD:
Desde su ascenso al poder, el presidente iraquí Saddam Hussein había sido un líder de los estados árabes que rechazaban cualquier arreglo con Israel y uno de sus adversarios más beligerantes. El 2 de abril de 1990, la retórica de Saddam se hizo más amenazante: «juro a Dios que dejaré que nuestro fuego devore a la mitad de Israel si intenta hacer algo contra Irak» Saddam dijo que la capacidad de las armas químicas de su nación era sólo igualada por la de Estados Unidos y la Unión Soviética, y que él aniquilaría a cualquiera que amenazara a Irak con una bomba atómica con el «doble de agentes químicos».
Varios días después, Saddam dijo que la guerra con Israel no terminaría hasta que todo el territorio controlado por los israelíes volviese a manos árabes. Añadió que Irak podía lanzar armas químicas contra Israel desde varios puntos diferentes. El líder iraquí hizo la alarmante revelación de que sus comandantes tenían la libertad de lanzar ataques contra Israel sin consultar con el alto mando, si Israel atacaba a Irak. El jefe de la Fuerza Aérea iraquí afirmó subsecuentemente que él tenía órdenes de atacar a Israel si el Estado judío lanzaba una incursión contra Irak o cualquier otro país árabe.
El 18 de junio de 1990, Saddam dijo en una reunión de la Conferencia Islámica en Bagdad: «Los atacaremos a los israelíes con todas las armas que poseemos, si atacan a Irak o a los árabes». Él declaró, «se han robado a Palestina, y exhortó al mundo árabe a «recobrar los derechos usurpados en Palestina y liberar a Jerusalén de la cautividad sionista».
La amenaza de Saddam se produjo a raíz de las revelaciones de que Gran Bretaña y Estados Unidos habían frustrado un intento de venderle de contrabando detonadores nucleares «Krytron» a Irak. El servicio de inteligencia británico MI6 preparó una evaluación secreta en que se probaba que Hussein había ordenado un esfuerzo total para desarrollar armas nucleares. Luego de que Saddam usara armas químicas contra su propia población kurda en Halabja en 1988, pocas personas dudaron de su determinación a usar armas nucleares contra los judíos en Israel si él tenía la oportunidad.
Los temores de los israelíes se suscitaron aún más con los informes de la prensa árabe, a partir de enero de 1990, de que Jordania e Irak habían formado «batallones militares conjuntos» tomados de varias unidades de tierra, aire y mar. «Estos batallones servirán como fuerzas de emergencia para hacerle frente a cualquier agresión o amenaza extranjera contra cualquiera de los dos países», decía un periódico.
Se decía, además, que los dos países habían formado un escuadrón aéreo conjunto. Éste habría de ser el primer paso hacia un cuerpo de ejército conjunto, revelaba el columnista jordano Mu'nis al-Razzaz. «Si no nos apuramos y comenzamos a formar una fuerza militar árabe unificada, no podremos hacerles frente a las ambiciones sionistas apoyadas por la ayuda de EE.UU.», afirmaba. Dada la historia de las alianzas árabes que se formaron como preludio a un plan de ataque, a Israel le alarmaron estos acontecimientos.
En abril de 1990, funcionarios de la aduana británica encontraron unos tubos, a punto de ser cargados en un barco iraquí fletado, que se creía eran parte de un gigantesco cañón que le permitiría a Bagdad lanzar misiles nucleares o químicos en Israel o en Irán. Irak negó que estuviera fabricando un «supercañón», pero, después de la guerra, se supo que Irak había llegado a construir tal arma.
Irak salió de la guerra con Irán como una de las fuerzas militares mayores y mejor equipadas del mundo. De hecho, Irak tenía un millón de soldados probados en batalla, más de 700 aviones de combate, 6.000 tanques, misiles balísticos y armas químicas. Aunque los EE.UU. y sus aliados ganaron una rápida victoria, la magnitud del arsenal de Hussein sólo se hizo clara después de la guerra cuando los investigadores de NACIONES UNIDAS encontraron pruebas de un vasto programa para construir armas químicas y nudeares.
Irak también sirvió como base de varios grupos terroristas que amenazaban a Israel, entre ellos la OLP y el Consejo Revolucionario Fatah de Abú Nidal.
Después de la invasión iraquí a Kuwait, Saddam Hussein persistió en amenazar con atacar a Israel si su país era atacado. Si EE.UU. se disponía a atacar a Irak, dijo él en diciembre de 1990, «entonces Tel Aviv recibirá el próximo ataque, participe Israel o no». En una conferencia de prensa, luego de su reunión el 9 de enero de 1991 con el secretario de Estado James Baker, al ministro de relaciones exteriores iraquí Tariq Aziz le preguntaron si Irak atacaría a Israel en caso de guerra. Él replicó bruscamente: «Sí. Absolutamente, sí».
Tariq Aziz
Finalmente, Saddam llevó a cabo su amenaza.
Fuente:
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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