jueves, 30 de enero de 2014

MITOS Y REALIDADES. #105. Los Refugiados.

MITO:
«Los líderes árabes nunca alentaron a los palestinos a huir».
 


REALIDAD:
Existen múltiples pruebas que demuestran que los palestinos fueron alentados a dejar sus hogares para darle cabida a la invasión de los ejércitos árabes.

The Economist, frecuente crítico de los sionistas, reportaba el 2 de octubre de 1948: de los 62.000 árabes que antes vivían en Haifa no quedan más de 5.000 o 6.000. Varios factores influyeron en su decisión de buscar seguridad en la fuga. Muy poca duda cabe de que los factores más poderosos fueron los anuncios que hizo por radio el Supremo Ejecutivo Árabe, instando a los árabes a irse… Se insinuaba claramente que los árabes que permanecieran en Haifa y aceptaran la protección de los judíos serían considerados como traidores».
 
El informe de Time de la batalla de Haifa (3 de mayo de 1948) fue similar: «la evacuación masiva, provocada en parte por el miedo, en parte por órdenes de los líderes árabes, dejó al barrio árabe de Haifa convertido en una ciudad fantasma…Con la retirada de los trabajadores árabes sus líderes esperaban paralizar a Haifa».

Benny Morris, el historiador que documentó ocasiones en que los palestinos fueron expulsados, también descubrió que los líderes árabes alentaban a sus hermanos a irse. El Comité Nacional Árabe de Jerusalén, siguiendo las instrucciones del Supremo Comité Árabe del 8 de marzo de 1948, ordenó a las mujeres, niños y ancianos de varias partes de Jerusalén a abandonar sus casas: «Cualquier oposición a esta orden…es un obstáculo a la guerra santa…y obstaculizará las operaciones de los combatientes en esos distritos».
Morris también dijo que a principios de mayo unidades de la Legión Árabe habían ordenado la evacuación de todas las mujeres y niños del pueblo de Beisán. También se informó que el Ejército Árabe de Liberación había ordenado la evacuación de otra aldea al sur de Haifa. La salida de las mujeres y los niños, dice Morris «tendía a socavar la moral de los hombres que se quedaron detrás para guardar los hogares y los campos, contribuyendo en último término a la evacuación final de las aldeas. Tal evacuación en dos partes -mujeres y niños primero, y los hombres semanas después- ocurrió en Qumiya en el Valle de Jezreel, entre los beduinos de Auama, en la Bahía de Haifa y en varios otros lugares».

¿Quién dio tales órdenes? Líderes como el primer ministro iraquí Nuri Said, que declaró: «aplastaremos al país con nuestros cañones y barreremos todos los sitios en que los judíos busquen refugio. Los árabes deben llevar a sus mujeres y sus hijos a áreas seguras hasta que el combate haya terminado».
 
    Nuri Said.

El secretario de la Oficina de la Liga Árabe en Londres, Edward Atiyah, escribió en su libro, The Arabs: Este éxodo al por mayor se debió en parte a la creencia de los árabes, alentada por la jactanciosa y poco realista prensa árabe y las irresponsables declaraciones de algunos líderes árabes, de que podía ser sólo un asunto de semanas antes de que los judíos fueran derrotados por los ejércitos de los estados árabes y los árabes palestinos pudieran reingresar y retomar posesión de su país».

«El problema (de los refugiados) fue una consecuencia directa de la guerra que los palestinos -y…los estados árabes circundantes- habían lanzado»                                  
Benny Morris, historiador israelí.


En sus memorias, Haled Al Azm, el primer ministro sirio de 1948-49, también reconoció el papel de los árabes en persuadir a los refugiados a irse:
 
Desde 1948 hemos estado exigiendo el regreso de los refugiados a sus hogares. Pero nosotros mismos fuimos los primeros en alentarlos a irse. Sólo unos pocos meses mediaron entre nuestro llamado a ellos a irse y nuestra petición a las Naciones Unidas de que resolviera su regreso.
 
    Haled Al Azm.

«Los refugiados confiaban en que su ausencia no duraría mucho, y que estarían de vuelta dentro de una o dos semanas», declaró monseñor Geoge Hakim, un obispo ortodoxo griego de Galilea, al periódico de Beirut Sada al-Janub (el 16 de agosto de 1948). «Sus líderes les habían prometido que los ejércitos árabes aplastarían a las «bandas sionistas» muy rápidamente y que no había ninguna necesidad de asustarse o temer un largo exilio».

El 3 de abril de 1949, la Near East Broadcasting Station (de Chipre) dijo: «no debe olvidarse que el Supremo Comité Árabe alentó la fuga de los refugiados de sus hogares en Jaffa, Haifa y Jerusalén».

«Los estados árabes alentaron a los árabes de Palestina a irse de sus casas temporalmente a fin de no estorbar a los ejércitos invasores árabes», según el periódico jordano Filastín (19 de febrero de 1949).

Un refugiado a quien citaban en el periódico jordano Ad Difaa (6 de septiembre de 1954) decía: «el gobierno árabe nos dijo: salgan para que nosotros podamos entrar. De manera que salimos, pero ellos no lograron entrar».
«El secretario general de la Liga Árabe, Azzam Pashá, les aseguró a los pueblos árabes que la ocupación de Palestina y Tel Aviv será tan sencilla como un desfile militar», dijo Habib Issa en el periódico libanés de Nueva York Al Hoda (8 de junio de 1951). «Él señaló que ellos ya estaban en las fronteras y que todos los millones que los judíos habían gastado en tierras y en desarrollo económico serían un fácil botín, porque sería tan sencillo como arrojar a los judíos al Mediterráneo… A los árabes de Palestina se les dio el fraterno consejo de dejar su tierra, sus hogares y sus propiedades y establecerse temporalmente en los vecinos estados fraternos, no fuera que las armas de los ejércitos árabes invasores los arrasaran».
 
 

El temor de los árabes fue naturalmente exacerbado por relatos fabricados de atrocidades judías que siguieron al ataque de Deir Yassín. La población nativa carecía de líderes que pudieran calmarlos; sus portavoces, tales como el Supremo Comité Árabe, operaban desde la seguridad de los estados vecinos, e hicieron más para levantar sus temores que para aplacarlos. Los líderes militares locales servían de poco o de ningún consuelo. En un momento, el comandante de las tropas árabes en Safed se fue a Damasco. Al día siguiente, sus tropas se retiraron del pueblo. Cuando los residentes se dieron cuenta de que se encontraban indefensos, huyeron en estado de pánico.

Según el Dr. Walid al-Qamhawi, ex miembro del Comité Ejecutivo de la OLP, «fue un miedo colectivo, una desintegración moral y un caos en todos los terrenos lo que llevó al exilio a los árabes de Tiberias, Haifa y docenas de pueblos y aldeas».

Según el pánico se extendía por Palestina, el goteo original de los refugiados se convirtió en una inundación, que ascendía a más de 200.000 en el momento en que el gobierno provisional declaró la independencia del Estado de Israel.

Incluso el rey Abdula de Jordania, en sus memorias, culpaba a los líderes palestinos del problema de los refugiados:

La tragedia de los palestinos fue que la mayoría de sus líderes se paralizaron con falsas e infundadas promesas de que no estaban solos; que 80 millones de árabes y 400 millones de musulmanes instantánea y milagrosamente acudirían a su rescate.
 
Rey Abdula de Jordania.

 
«Los ejércitos árabes entraron en Palestina para proteger a los palestinos de la tiranía sionista, pero, en lugar de hacer esto, los abandonaron, obligándolos a emigrar y a dejar su patria, y arrojándolos en prisiones semejantes a los guetos en que los judíos acostumbraban a vivir».                                                              Mahmud Abbas («Abu Mazen») portavoz de la OLP.
           



     Fuente:
     Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.



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