viernes, 6 de septiembre de 2019

Erdogan quiere la bomba nuclear

Las veladas ambiciones nucleares de Turquía solo pueden zarandear aún más las relaciones de Ankara con sus socios de la OTAN.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante la ceremonia de apertura del año judicial en Ankara, el 2 de septiembre de 2019 (Adem Altan / AFP)

”Algunos tienen ojivas nucleares y me dicen que yo no puedo tenerlas. Pues no lo acepto”. Recep Tayyip Erdogan, dejó entrever hace unas horas con estas palabras que aspira a dotar a Turquía dearmas nucleares. El presidente ha lanzado tranquilamente la bomba en un el Foro Económico Anatolio, en Sivas, arrancando unos aplausos más sorprendidos que entusiastas entre el empresariado que llenaba el auditorio.

Las veladas ambiciones nucleares de Turquía, con las que se especula desde hace tiempo, solo pueden zarandear aún más las relaciones de Ankara con sus socios de la OTAN. Erdogan argumentó que “Estados Unidos o Rusia tienen doce o quince mil ojivas, todos los países avanzados tienen armas nucleares”. Antes de añadir: “Aquí al lado ¿Las tiene Israel? Sí, las tiene. Y nadie les toca un pelo”.

Turquía acoge misiles nucleares desde hace muchas décadas

Dentro de la misma perorata sobre su controvertida política de defensa, Erdogan ha defendido su adquisición del sistema ruso de baterías antiaéreas y antimisiles S-400. “Decían que era imposible. Que no podía. ¡Y eso que estamos hablando de un sistema defensivo, no ofensivo!” Erdogan también ha dicho que las baterías de S-400 estarán en servicio “a partir de abril, si Dios quiere”. Militares turcos están en Rusia desde esta semana para recibir adiestramiento.

“Si no tienes un plan alternativo, te rompen el espinazo”, ha asegurado Erdogan en el mismo discurso. Como ejemplo ha citado la supuesta apertura de Donald Trump a venderle también misiles Patriot “con las mismas condiciones que los rusos”.

La adquisición de los S-400 rusos ha supuesto la expulsión de Turquía por parte de EE.UU. del programa del caza furtivo F-35. Al hilo de dicha exclusión, Erdogan fue invitado la semana pasada por Vladimir Putin a la Feria Aérea de Moscú, para ver con sus propios ojos los cazas furtivos de Sujói.

En realidad, Turquía acoge misiles nucleares desde hace muchas décadas. Aunque la OTAN no lo confirma, se da por supuesto que la base militar de Incirlik, de uso conjunto, alberga un número indeterminado de armas nucleares tácticas estadounidense, desde los tiempos de la Guerra Fría. De hecho, la famosa crisis de los misiles de Cuba tuvo que ver con los planes de despliegue de ojivas nucleares estadounidenses en Turquía, que entonces compartía frontera con la Unión Soviética.

Actualmente, la rusa Rosatom construye en el Mediterráneo, no muy lejos de Incirlik, en Akkuyu, la que será la primera central nuclear turca. Deberá entrar en funcionamiento en 2023. Los planes de una segunda central franco-nipona están atascados, mientras que siguen adelante las conversaciones para una central de la estadounidense Westinghouse.

Turquía, a diferencia de Israel, es firmante del tratado de antiproliferación nuclear. Algunos críticos a Erdogan ven en su exabrupto atómico una táctica de distracción, ante la crisis económica, los problemas en Siria y los desafíos políticos. Tras perder los ayuntamientos de Estmabul y Ankara, varias figuras históricas de su partido se preparan para constituir una formación alternativa. Sin embargo, Erdogan y la cúpula del ejército comparten la aprensión ante el apoyo militar de potencias como EE.UU. y Francia a la filial en Siria del separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en guerra con Ankara desde hace treinta y cinco años.

04/08/2019 en LA VANGUARDIA





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