lunes, 6 de septiembre de 2021

Discurso de Geert Wilders en Tel Aviv, 5 de diciembre de 2010


Mi respuesta es «No». Deben ser culpados los dirigentes árabes – y debe ser culpado el Islam. Permítanme primero decirle por qué, y después les diré dónde puede encontrarse a Palestina.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, había 50 millones de refugiados. Hoy en día, todos los problemas de los refugiados que datan de antes de la década de 1950 se han resuelto. Todos, excepto uno – el problema de los palestinos.

¿Por qué este problema no se soluciona? La razón es simple: Porque los países árabes no permitieron que se resuelva. Y porque el Islam no permite que se resuelva.

En mayo de 1948, el número de judíos en los países árabes fue estimado en cerca de un millón. Hoy en día, menos de 8.000 judíos quedan en todo el mundo árabe. En 1948, los países árabes expulsaron a los judíos y confiscaron sus propiedades. Más judíos huyeron de los países árabes que árabes de Israel. ¿Dónde están los campos de refugiados judíos? No hay ninguno.

Así que, ¿Por qué hay campos de refugiados para palestinos en las zonas que rodean a Israel? Porque los palestinos no eran bienvenidos en los países árabes vecinos. No hubo solidaridad árabe, los refugiados fueron forzados a entrar a campos y barrios marginales, donde muchos de sus descendientes todavía perduran hoy.

Según las definiciones internacionales, la condición de refugiado o persona desplazada, sólo se aplica a los refugiados de primera generación. Sin embargo, la ONU hace una excepción para los palestinos. A los descendientes de los refugiados palestinos se les concede la misma condición de refugiado que a sus antepasados. En consecuencia, el número de los así llamados refugiados palestinos registrados en la ONU, pasó de 711.000 en 1950 a más de 4,7 millones en 2010. ***Estos refugiados están siendo utilizados como un arma demográfica en contra de Israel.

En lugar de culpar a los inhóspitos regímenes árabes, muchos culpan a Israel.

Amigos míos, la culpa debe ser ubicada donde pertenece: en el mundo árabe.

Los refugiados judíos construyeron una nueva vida para sí mismos. Hicieron lo que millones de refugiados han hecho en el curso de la historia incluyendo, en el siglo XX, a los alemanes que tuvieron que abandonar los Sudetes y las territorios al este de los ríos Oder y Neisse, los húngaros que huyeron de Transilvania, los griegos que fueron expulsados de la costa egea de Anatolia, los hindúes que huyeron del Punjab.

Con cada generación, el resentimiento de estos refugiados y sus descendientes, se disipa lentamente. El tiempo cura todas las heridas. La aceptación de la nueva situación es la norma.

El Islam, sin embargo, condiciona a los musulmanes a odiar a los judíos. Es un deber religioso hacerlo. Israel debe ser destruido, porque es la patria de los judíos.

Influyentes eruditos islámicos, como Muhammad Tantawi, el Gran Imán de Al-Azhar en El Cairo, el centro más prestigioso de estudios musulmanes, llama a los judíos «enemigos de Allah». Tantawi, que falleció en marzo pasado, generalmente era considerado un moderado por los medios de comunicación y los responsables políticos occidentales. Pero, ¿Cómo, este «moderado», se dirigió a una delegación de musulmanes palestinos que lo visitó en 2002?

Los instó a intensificar los ataques suicidas contra los israelíes, afirmando que toda, así llamada, «operación martirio» contra – cito – «cualquier israelí, incluyendo niños, mujeres y adolescentes, es un acto legítimo de acuerdo con la ley religiosa [islámica], y un mandamiento islámico, hasta que el pueblo de Palestina recupere sus tierras». – fin de la cita.

Nizar Qabbani, uno de los poetas más admirados en el mundo árabe, elogió la locura de aquellos que están cegados por una ideología de odio. En su poema Oda a la Intifada, escribió: «Oh, loco pueblo de Gaza, Mil saludos a los locos. La era de la razón política hace tiempo se ha ido. Así nos lo enseña la locura».

Esa es la naturaleza de los enemigos islámicos que enfrentan los judíos – pura locura.

Israel, por otra parte, es un faro de luz, es como una menorah de Hanukkah cuyas luces se han encendido en una región que, hasta 1948, se vio envuelta por la oscuridad.

Amigos, Israel no tiene la culpa de la situación en Medio Oriente. El problema es el rechazo del Islam al derecho de Israel a existir. Sólo el mes pasado, Fatah concluyó su convención en Ramallah declarando su ostensible rechazo a reconocer a Israel como estado judío.

El problema es, también, la negativa de nuestros líderes occidentales a entender que Israel es el canario de Occidente en la mina de carbón: si a los judíos se les niega el derecho a vivir en libertad y paz, pronto se nos negará a todos ese derecho. Si la luz de Israel se extinguiera, todos nosotros enfrentaríamos la oscuridad. Si Israel cae, cae Occidente. Es por eso que todos somos Israel.

Pero mientras Occidente se niegue a entender cómo los palestinos son utilizados como un arma contra Israel, no será capaz de ver quién es verdaderamente culpable; no será capaz de ver que no es el deber de Israel el proporcionar un estado palestino – por la simple razón de que ya existe un estado palestino, y ese estado es Jordania.

En realidad, mis amigos, Jordania es Palestina. Echen un vistazo al mapa de esta parte del mundo, tras el colapso del Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial.

Tanto el Israel contemporáneo como la actual Jordania eran parte del Mandato Británico de Palestina.

En 1922, los británicos dividieron Palestina en Cisjordania y Transjordania – este último abarcando el 78 por ciento del territorio de Palestina. Los británicos entregaron ese territorio a su aliado, el hombre fuerte Hachemita, Abdallah ibn Hussein. Abdallah era el hijo del emir Hussein bin Ali, guardián de la ciudad santa islámica de La Meca. Los hachemitas pertenecen a la tribu Quraish – la tribu de Mahoma, el fundador del Islam. Son un cuerpo extraño en Palestina.

En 1946, Transjordania se convirtió en un estado independiente bajo el régimen hachemita. En noviembre de 1947, las Naciones Unidas propusieron dividir el restante 22 por ciento de Palestina. El territorio entre el río Jordán y el mar se dividió en una parte judía y otra árabe. Los representantes judíos aceptaron el plan de partición de la ONU, pero los representantes árabes se negaron. En un intento de «echar a todos los judíos al mar», iniciaron la guerra de 1948 – la cual perdieron.

Se tomaron venganza, sin embargo, en los judíos de Jerusalem oriental y del resto de Cisjordania – las antiguas provincias de Judea y Samaria – en poder de las fuerzas árabes. Toda esa región fue étnicamente limpiada de todos los judíos. Incluso los nombres de Judea y Samaria fueron borrados del mapa y sustituidos por el ridículo término «Margen Occidental». Una margen de río de más de 40 kilómetros de ancho. Yo vengo de un país lleno de ríos, y allí los márgenes de los ríos tienen sólo unas pocas decenas de metros de ancho.

Israel, incluyendo Judea y Samaria, ha sido la tierra de los Judíos desde tiempos inmemoriales. Judea significa Tierra de los Judíos. Nunca en la historia del mundo, ha habido un estado autónomo en el área que no haya sido judío.

La diáspora de los judíos, que comenzó después de su derrota por los romanos en el año 70 DEC, no condujo a la salida de todos los judíos de su antigua patria. Judíos han estado viviendo en el valle del Jordán durante siglos hasta que los invasores árabes los expulsaron en 1948, cuando las provincias de Judea y Samaria fueron ocupadas por el Reino Hashemita de Transjordania, que abrevió su nombre a Jordania en 1950.

Y hasta 1967, cuando Israel recuperó el antiguo centro judío de Judea y Samaria, nunca nadie, ningún erudito islámico o político occidental, exigió que hubiera un estado palestino independiente en la denominada Margen Occidental.

¿Debe Israel negociar tierras por paz? ¿Debería asignar Judea y Samaria a otro estado palestino – un segundo, junto a Jordania? Mis amigos, permítanme ser muy claro: El conflicto en Medio Oriente no es un conflicto sobre territorios, sino más bien una batalla ideológica.

Las personas se equivocan cuando asumen que renunciando a Judea y Samaria y a Jerusalem Oriental y permitiendo que los palestinos la tengan, se pondrá fin al conflicto entre Israel y los árabes. En 2005, Israel sacrificó los asentamientos en Gaza por el bien de la paz. ¿Se consiguió la paz?

Todo lo contrario, la situación empeoró porque el conflicto es esencialmente ideológico. Dado que el conflicto es ideológico, las concesiones territoriales son contraproducentes. Las ideologías no pueden ser derrotadas con concesiones. Son alentadas y envalentonadas por las mismas. Las ideologías deben ser confrontados con el hierro, nunca rendirse, “nunca, nunca, nunca, nunca – en nada, grande o pequeño, importante o insignificante». Esa es la lección que el mundo aprendió de Winston Churchill cuando se enfrentó a la malvada ideología del nazismo.

Este conflicto, aquí en Medio Oriente, no es acerca de tierras y fronteras, sino acerca del jihadismo islámico opuesto a la libertad occidental. Desde el momento en que se fundó Israel, los líderes árabes han rechazado todos los planes de partición y toda iniciativa para un arreglo territorial. La ideología islámica, simplemente, no acepta el concepto de un estado judío. Ni Hamás ni Fatah están dispuestas a reconocer el derecho del pueblo judío a un estado propio en su patria histórica. Ninguna concesión territorial por parte de Israel podrá, nunca, cambiar eso.

Los enemigos ideológicos de Israel quieren borrar a Israel como nación. Simplemente niegan al estado judío el derecho a existir y a vivir en paz, dignidad y libertad.

Por el bien de su propia supervivencia y seguridad, Israel necesita fronteras defendibles. Un país que tiene un ancho de sólo 15 kilómetros, es imposible de defenderse.

Esa es la razón estratégica por la que los judíos necesitan establecerse en Judea y Samaria.

Por lo tanto, las ciudades y pueblos judíos en Judea y Samaria no son un impedimento para la paz; son una expresión del derecho judío a existir en esta tierra. Son diminutos puestos de avanzada de la libertad, desafiando a las fuerzas ideológicas que niegan, no sólo a Israel sino a todo Occidente, el derecho a vivir en paz, dignidad y libertad.

Nunca olvidemos que el Islam amenaza no sólo a Israel, el Islam amenaza al mundo entero. Sin Judea y Samaria, Israel no puede proteger a Jerusalem. El futuro del mundo depende de Jerusalem. Si cae Jerusalem, Atenas y Roma – y París, Londres y Washington – serán las próximas.

Por lo tanto, Jerusalem es el principal frente de protección de nuestra civilización común. Cuando la bandera de Israel no ondee más sobre las murallas de Jerusalem, Occidente no será más libre.

Sin embargo, también debe encontrarse una solución pacífica para los muchos palestinos de los campamentos de refugiados en Líbano, Gaza y otros lugares. Cada año, cientos de millones de euros y dólares de ayuda internacional se gastan en los refugiados palestinos.

La ayuda financiera, sin embargo, no proporcionó a los refugiados un nuevo hogar, un lugar para vivir y construir un futuro para sus hijos y nietos. Es obvio donde ese lugar debe estar. Debe estar en Palestina, así como, después de la Segunda Guerra Mundial, el lugar obvio a donde ir, para los refugiados alemanes del Este, fue Alemania. Puesto que Jordania es Palestina, es deber del gobierno jordano dar la bienvenida a todos los refugiados palestinos que voluntariamente quieran asentarse allí.

Hasta finales de los 1980, los gobernantes Hachemitas de Jordania no negaban que su país era Palestina. Lo dijeron en numerosas ocasiones. En 1965, el Rey Hussein dijo: «Las organizaciones que tratan de diferenciar entre palestinos y jordanos son traidores». En fecha tan tardía como 1981, Hussein repitió – cito – «Jordania es Palestina y Palestina es Jordania».

En marzo de 1971, El Consejo Nacional Palestino, también, declaró que – cito – ”lo que vincula a Jordania con Palestina es un vínculo nacional […] formado, desde tiempo inmemorial, por la historia y la cultura. El establecimiento de una entidad política en Transjordania y otra en Palestina es ilegal». – Fin de la cita

A fines de los 1970, sin embargo, las autoridades árabes comenzaron a diferenciar entre los jordanos y los palestinos. Lo que previamente se consideraba que era traición e ilegalidad, de repente se convirtió en línea de propaganda. En marzo de 1977, Zahir Muhsein, miembro del comité ejecutivo de la OLP, admitió en una franca entrevista para el diario holandés Trouw: – cito – «Sólo por razones políticas y tácticas hablamos hoy sobre la existencia de un pueblo palestino, ya que los intereses nacionales árabes demandan que postulemos la existencia de un definido ‘pueblo palestino’ para oponerse al sionismo. Por razones tácticas, Jordania, que es un estado soberano con fronteras definidas, no puede reclamar Haifa y Jaffa, mientras que yo, como palestino, indudablemente puedo exigir Haifa, Jaffa, Beer Sheva y Jerusalem. Sin embargo, en el momento en que recuperemos nuestro derecho a toda Palestina, no esperaremos ni un minuto para unir Palestina y Jordania». –

En 1988, cuando bramaba la primera Intifada, Jordania renunció oficialmente a cualquier reclamo de soberanía sobre la llamada Margen Occidental. En los últimos años, las autoridades jordanas han despojado a miles de palestinos de su ciudadanía jordana. Lo hacen por dos razones.

En primer lugar, porque los extranjeros gobernantes Hachemitas temen que los palestinos podrían algún día hacerse cargo de su propio país. Y en segundo lugar, porque quitarles a los palestinos su ciudadanía jordana apoya la falsedad de que Jordania no es parte de Palestina. Y que, por consiguiente, los palestinos deben atacar a Israel si quieren un lugar propio.

Reduciendo arbitrariamente a miles de sus ciudadanos a la condición de apátridas, las autoridades jordanas quiere forzar a los palestinos a orientar sus aspiraciones hacia el establecimiento de otro estado palestino en Judea y Samaria. Esta decisión es una gran injusticia cometida por los gobernantes Hachemita de Jordania – este clan extranjero instalado por los británicos.

No soy ingenuo. No soy ciego a la posibilidad de que, si Jordania fuera gobernada por los palestinos, esto podría conducir a la radicalización política en Jordania. Sin embargo, una continuación de la situación actual, con toda seguridad, conducirá a la radicalización. Necesitamos un cambio de paradigma. Si seguimos pensando en la misma línea en la que lo hemos hecho hasta ahora, ninguna solución pacífica del problema palestino es posible, sin poner en peligro la existencia de Israel y perturbar el tejido social y económico en Judea y Samaria.

El reasentamiento de millones de palestinos en estas pequeñas provincias es simplemente imposible y no va a suceder.

A los escépticos, les digo: ¿Cuál es la alternativa? ¿Dejar la situación actual tal como está? No, mis amigos, el mundo debe reconocer que existe un estado palestino independiente desde 1946, y que es el Reino de Jordania.

Permitir que todos los palestinos se establezcan voluntariamente en Jordania es una mejor manera de ir hacia la paz que la actual, llamada propuesta de dos estados (en realidad, propuesta de tres estados) propagado por las Naciones Unidas, el gobierno de EE.UU. y las élites gobernantes de todo el mundo. Sólo queremos una solución democrática y no violenta para el problema palestino. Esto requiere que el pueblo palestino tenga el derecho de establecerse voluntariamente en Jordania y elegir libremente su propio gobierno en Amman. Si el actual rey Hachemita sigue siendo tan popular como hoy en día, puede permanecer en el poder. Eso corresponde que la gente de Palestina lo decida en reales elecciones democráticas.

Mis amigos, adoptemos un enfoque totalmente nuevo. Reconozcamos que Jordania es Palestina.

Y al mundo occidental le digo: Apoyemos a Israel porque los judíos no tienen otro estado, mientras que los palestinos ya tienen a Jordania. Apoyemos a Israel porque la historia de nuestra civilización comenzó aquí, en esta tierra, la patria de los judíos. Apoyemos a Israel porque el estado judío necesita fronteras defendibles para asegurar su propia supervivencia. Apoyemos a Israel porque es la línea del frente en la batalla por la supervivencia de Occidente.

Debemos decir la verdad. La verdad que Jordania es Palestina, la verdad que Samaria y Judea son parte de Israel, la verdad que Jerusalem no puede caer, la verdad que Israel es la única democracia en una región oscura y tiránica, la verdad que Israel es la pieza clave de Occidente.

Por supuesto, sólo soy un invitado extranjero y debería ser modesto. Israel es una democracia y yo respeto cualquier decisión que su pueblo y su gobierno tomen. Pero estoy orgulloso de estar aquí y agradecido por la oportunidad de compartir mis pensamientos y creencias con ustedes.

Porque es aquí donde nuestra civilización está bajo ataque en estos momentos. Es aquí donde nosotros, hombres y mujeres de Occidente, debemos demostrar nuestra decisión de defendernos. Es aquí donde Israel ha encendido la luz de la libertad y donde, europeos y estadounidenses, deben ayudar a los israelíes a mantener esa luz que brilla en la oscuridad. Por el bien de Israel y por el bien de todos nosotros.

Toda Raba… Y shalom a todos ustedes.


Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld


30/08/2021 en POR ISRAEL




No hay comentarios:

Publicar un comentario