Ariel asentamiento en Judea y Samaria (Cisjordania)
Rafael Castro
El reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel por el presidente Donald Trump, sugiere que la posición del país en Cisjordania está lejos de ser la más segura. Aunque la declaración despertó la euforia en los medios sionistas, esta euforia no estaba justificada, es cierto que no estalló otra intifada, pero aún así podría resultar una victoria pírrica para Israel.
Desde 1948, el apoyo a Israel ha cosechado un abrumador apoyo bipartidista en los Estados Unidos y un consenso casi unánime en la diáspora judía. De modo que, debería llamar la atención que el reconocimiento de Trump provocara la oposición abierta de los principales políticos demócratas y líderes comunitarios judíos.
Si Israel ya no puede contar con la dirección del movimiento reformista estadounidense para promover sus derechos en Jerusalén, ¿cómo superará una oposición mucho más fuerte cuando llegue el momento de defender los intereses judíos en Cisjordania?
Israel está peligrosamente aislado, excepto por el actual inquilino de la Casa Blanca, los cristianos sionistas y la derecha judía, casi todo el resto del mundo parece pensar que un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos debe basarse en la expulsión masiva de familias judías que han sido viviendo pacíficamente en Cisjordania por tres generaciones.
Las recientes reacciones escandalosas sobre la capital del país resalta la fortaleza del consenso internacional sobre la solución del conflicto basado en dos estados sobre fronteras equivalentes (1967). Hasta el presidente de los Estados Unidos, dejó en claro que su reconocimiento sobre la capital no tiene la intención de fijar los límites de la ciudad para un futuro tratado de paz. Está fuera de la lógica creer que los diplomáticos norteamericanos defenderán ante el mundo a los colonos de Cisjordania.
Aquellos que piensan que lo señalado arriba carece de importancia, se equivocan, porque Israel no puede contar para siempre con la estupidez palestina.
Gracias al fanatismo de Hamás, los diplomáticos israelíes convencieron a los actores de la escena internacional que el status quo en Cisjordania es tolerable y que no ha llegado el momento de reconocer un Estado palestino.
Si el grupo terrorista Hamás, hubiera elegido reconocer los acuerdos de Oslo, el cese del fuego en Gaza y un estado binacional en Tierra Santa en lugar de la solución defendida por Israel y la Autoridad Palestina, la comunidad internacional no consideraría una razón válida para no reconocer la independencia palestina en Cisjordania y Jerusalén Este.
De modo que hay que pensar que Hamás puede aprender de sus errores, no hay ninguna razón para suponer que será tan temerario en el futuro, entonces Israel debe prepararse para el futuro cuando las elites internacionales hagan caer el peso del conflicto sobre la presencia de Israel en Cisjordania.
Es esencia justificar los derechos residenciales judíos en Cisjordania principalmente en términos de democracia y derechos humanos, más que en lenguaje bíblico.
Instituciones con visión de futuro como el Dr. Mordechai Kedar y el líder de “Habait Haieudí”, Naftali Bennett, se han dado cuenta de que Israel necesita un plan a largo plazo para asegurar sus intereses históricos y de seguridad en Cisjordania. Sus recomendaciones para establecer emiratos soberanos en Cisjordania y otorgar la ciudadanía israelí a los árabes en el Área C son pragmáticas y sirven a los intereses materiales y de seguridad de israelíes y palestinos.
El inconveniente de estos planes es su desprecio por la necesidad de asegurar el apoyo palestino. Sin ese apoyo será muy difícil de contrarrestar las acusaciones de que los emiratos de Kedar son sólo levantinos bantustanes y que la oferta de autodeterminación parcial a los palestinos de Cisjordania de Bennett asciende a un semi-apartheid permanente.
El desafío para los estrategas israelíes es asegurar el apoyo palestino a los intereses vitales en Cisjordania, sin esto la legitimidad de los intereses israelíes en esta esfera cera nula y no sólo en Bruselas, Moscú y Beijing, sino también en Nueva York y Washington DC.
De hecho, únicamente la aceptación de los palestinos ordinarios sobre las propuestas israelíes hará ganar al estado judío el apoyo abrumador de las elites internacionales y de los estados donantes, un apoyo que será esencial que obligará a los líderes palestinos renunciar a su ambición de borrar la vida judía de Cisjordania.
El plan de Naftali Bennett para ofrecer la ciudadanía israelí a los palestinos que residen en el Área C es inteligente, sin embargo, para que esta acción sea legitimada por la comunidad internacional, deberá reflejar los deseos no solo de los líderes israelíes, sino también de los aproximadamente 100.000 palestinos que se verán afectados.
Bennett sabe que los palestinos que viven en el Área C están divididos entre el orgullo árabe-islámico y el miedo y el odio hacia la Autoridad Palestina. Es hora de que Israel convierta esta situación en una situación posible.
Israel debe comenzar a otorgar permisos de trabajo, becas y derechos preferenciales de tratamiento en hospitales israelíes a los palestinos que viven en la zona C. Por otra parte, Israel debe invertir en infraestructura y servicios disponibles para los palestinos de esta zona para elevarlas a un nivel comparable con las de las comunidades vecinas.
Las razones atrás de estos esfuerzos es triple: En primer lugar, para reafirmar el principio que Israel trata a la gente que gobierna en forma igualitaria; segundo, demostrar que el gobierno israelí en Cisjordania no puede etiquetarse como apartheid y en tercer lugar para asegurar el apoyo de los palestinos en este área, que es de vital interés para el país.
Sería un grave error creer que si se llevara a cabo un referéndum aquí la mayoría de los palestinos optarían por la ciudadanía israelí. Décadas de experiencia en Jerusalén Este sugiere que la mayoría de los palestinos son demasiado orgullosos y patriotas como para solicitar la ciudadanía israelí. Por el otro lado, ni el orgullo ni el patriotismo impiden que los árabes de Jerusalén Oriental valoren los salarios israelíes, el seguro nacional y los beneficios de desempleo. Ni tampoco los empuja a matar gente judía en masa como pretenden tanto Fatah como el Hamás.
Esto sugiere que muchos palestinos están deseosos de encontrar un camino a través del cual su honor y dignidad puedan reconciliarse con su propio interés. Israel debe proporcionar esta vía si quiere asegurar un futuro pacífico y próspero tanto para los israelíes como para los palestinos.
No es realista esperar que los palestinos de Cisjordania aprueben los planes de Kedar y de Bennett en un futuro cercano. Lo que es realista, sin embargo, es convencer a la mayoría de palestinos de la zona que un status quo mejorado durante un período transitorio de 10 años es preferible al ruinoso sometimiento de los términos de la Autoridad Palestina.
En términos concretos, Israel debe planear referendos en base a las necesidades de los residentes locales para que clasifiquen sus preferencias entre las siguientes opciones:
1. La Autoridad Palestina regirá una vez que se firme un acuerdo de paz con Israel, con la consiguiente pérdida de todos los beneficios económicos y de bienestar israelíes.
2. Un período interino de 10 años con autonomía administrativa, seguridad israelí y acceso garantizado a todos los derechos económicos y sociales otorgados a los ciudadanos israelíes
3. Un gobierno israelí brindándole el suficiente soporte, destreza, conocimientos e incentivos adecuados, es probable que los residentes del Área C voten por la alternativa que les garantice una década de progreso social y económico. Durante esa década, Israel debe asegurarse de que los residentes de la zona C sean recompensados por su lealtad y que tengan excelentes razones para apoyar la opción 3 en un segundo referéndum una década por el apoyo libre y democrático.
Dar libre y democrático apoyo a la población palestina de la zona C, por su colaboración con Israel, hará que el Hamás y la Autoridad Palestina se desacrediten solos para desjudaizar Cisjordania.
Esto allanará el camino para asegurar la paz y la convivencia entre los judíos y árabes en Cisjordania, que es el requisito previo para una paz genuina entre un estado palestino soberano e Israel.
Israel debe aprovechar la oportunidad histórica proporcionada por un esfuerzo a su favor departe de la administración estadounidense y un mundo árabe y musulmán débil y fragmentado, con líderes palestinos corruptos, fanáticos y miopes para acercar a los palestinos corrientes a sus fueros.
Sería un error crítico para los líderes israelíes que no lo hagan. La poderosa oposición a las declaraciones del Presidente Trump sobre Jerusalén, demuestra que Israel necesitará el soporte del palestino corriente, dado el interés de que la comunidad internacional reconozca a Cisjordania, el establecimiento estadounidense e incluso la corriente principal de los judíos de la diáspora.
Fuente: Centro BESA
18/01/2018 en AURORA DIGITAL
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