lunes, 22 de enero de 2018

Yo apoyo un reagrupamiento territorial israelí, por pasos, basándonos en una “desconfianza”


Permitidme sincerarme. Lectores de Hatzad Hasheni (La Cara de la Verdad) me preguntan sobre mi posición en el proceso de paz con los palestinos, una postura que muchas veces no está representada en los textos o películas que traducimos al español.

Once premisas:

1.- Me considero en judío tradicional, que sostiene que la Tierra, por más que tengamos indiscutibles derechos legales, históricos, religiosos y de efectividad sobre ella (incluso sobre Judea y Samaria), es menos importante que la vida. A fin de proteger la vida de nuestros hijos, concuerdo con la idea de renunciar a posesiones materiales sin renunciar al derecho y a la educación hacia él. Ningún pueblo ni religión, en la historia, ha renunciado a su lugar más sagrado (Monte del Templo), reestableciendo allí su dominio efectivo, a fin de propiciar la paz. Eso no significa que debamos renunciar a educar a nuestros hijos que allí se ubicó, durante siglos, el lugar de culto más importante del pueblo judío.

2.- Concuerdo que un pueblo nuevo, conformado hace poco más de un siglo, los palestinos, también poseen derechos. El reconocimiento de los derechos del otro nos acerca a la posibilidad de un acuerdo territorial. Sin embargo, rechazo los intentos de la presente “inventología” palestina (y pro-palestina) cuyo objetivo es “borrar la historia de los judíos a fin de eliminar también sus derechos”.

3.- Creo fielmente que para la mayoría de judíos en Israel el conflicto con los palestinos es territorial. Es decir, los judíos consideramos que renunciamientos territoriales deberían facilitar un acuerdo de paz con nuestros vecinos. Sin embargo, para la inmensa mayoría de los palestinos y buena parte del mundo musulmán, el conflicto es esencialmente religioso y afecta no solamente a los judíos sino también a los cristianos. La naturaleza del conflicto la impone el agresor, y desde la década del 20’ del siglo pasado, el agresor es el mundo árabe-palestino-musulmán. Siendo así, no podemos permitirnos sufrir el “síndrome del espejo”… pensar que así como nosotros percibimos las cosas también lo hacen nuestros vecinos. Son más importantes las motivaciones palestinas que las de los israelíes ya que ellos son los principales agresores en este conflicto.

4.- La Paz forma parte de mi ADN y el de mi pueblo. Israel debe buscar y perseguir la justicia, la paz y un progreso para toda la humanidad (Tikun Olam) por lo que es esencial tomar ciertos riesgos, hacer declaraciones y propiciar un acuerdo de paz con los palestinos y con nuestros vecinos en el Medio Oriente. Me gustaría que cada domingo en la sesión de gobierno, nuestro Primer Ministro repitiese los principios de la Declaración de Independencia de Israel que reza… “EXTENDEMOS nuestra mano a todos los estados vecinos y a sus pueblos en una oferta de paz y buena vecindad, y los exhortamos a establecer vínculos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo judío soberano asentado en su tierra. El Estado de Israel está dispuesto a realizar su parte en el esfuerzo común por el progreso de todo el Medio Oriente”.

5.- El palestino-israelí No es el principal conflicto en el Medio Oriente. El principal conflicto en la región ocurre dentro del Islam, entre una visión radical de la religión y otra que no lo es o lo es menos. Luego, sobresale el conflicto entre chiitas y sunitas dentro del Islam y recién tercero, el conflicto entre musulmanes y los que no lo son, entre ellos el Estado de Israel.

6.- La forma en la que perciben a Israel en Europa o en Latinoamericana está influida, solo parcialmente, por el conflicto palestino-israelí. Más aún, considero que es imposible entender cómo nos “entienden” en Latinoamérica sin la influencia del tercermundismo, centro-periferia, visión anti-yanqui o como optéis por llamarla. A la vez, es imposible comprender la forma de percibirnos en Europa sin profundizar en las notables raíces cristiano-antisemitas del viejo continente (ahora reforzada por la inmigración musulmana). Por último, resulta imposible entender el Medio Oriente sin especializarse en islam y en la estructura étnico-tribal de la región.

7.- Me opongo a los que creen que una paz política se debe alcanzar paralelamente a una “Paz Económica”. Israel no debe tratar de intervenir en la economía palestina ya que cualquier acción para impulsar el desarrollo económico palestino será interpretada por estos como un “neo-colonialismo económico”. El objetivo de Israel debe ser lograr una total separación de los palestinos. El conflicto con los palestinos se extiende a lo largo del último siglo, necesitamos otro largo siglo de separación total para suturar la enemistad. Separación total. Si en el futuro los palestinos necesitan de nuestra agua o electricidad que la compren y si desean permisos para trabajar o atenderse en hospitales que extiendan la solicitud por escrito. El Estado de Israel no le debe absolutamente nada a los palestinos… más aun, tenemos una buena lista de reclamos que preferiremos agendar en un cajón.

8. - La alternativa a no alcanzar un acuerdo ahora con los palestinos NO es un Estado Binacional. Se trata de una amenaza poco creíble (estilo… el boom demográfico tan escuchado en los 80’). Israel nunca otorgará ciudadanía a más de cuatro millones de palestinos (de Gaza y de la Zona A y B de Cisjordania) siendo la tendencia, desde 1993 hacia la actualidad, hacia una “separación”.

9.- Creo, firmemente, que el tiempo juega a favor del Estado de Israel. Los países árabes del Medio Oriente han explotado los años de dependencia energética en el petróleo pero esto ha ido cambiando y cambiará más. Israel se ha transformado en una potencia mundial desalinizadora de agua y especialista en agricultura en condiciones desérticas. Además, el Estado de Israel es una potencia militar a nivel mundial. A corto y mediano plazo, las dictaduras árabes necesitan de Israel más de lo que Israel necesita de ellas. A lo largo de los años, los países árabes del Medio Oriente han abusado y explotado de los palestinos, estos no dudarán en sacrificarlos para salvarse ellos.

10.- Según explica la tradición rabínica, el Segundo Templo fue destruido por causa del odio gratuito (Sinat Jinam) entre hermanos. Cualquier proyecto de paz debe tratar de reducir las tensiones internas en Israel. Un acuerdo de paz con los palestinos y los árabes debería permitirnos centrarnos en reducir las brechas sociales y las disputas religiosas pacificando internamente a los israelíes.

11.- Lamentablemente, actualmente no existe un socio palestino para alcanzar un acuerdo de paz que incluya un punto final del conflicto. Por lo tanto, las decisiones israelíes tienden a ser “unilaterales” y no “consensuadas”. Declarativamente, la dirigencia palestina ha pasado de bogar por la destrucción total de Israel mediante el uso de la fuerza, pasando por un Plan de Pasos (1994), la creación de dos estados para desde allí continuar la lucha contra Israel y, actualmente, revestir sus mismos objetivos pero diciendo que ellos ya no optan por un estado propio sino por uno “binacional con igualdad civil” suponiendo que los israelíes aceptarán renunciar a su economía liberal, su democracia occidental y su estado de derecho para adaptarse al corrupto “modus vivendi” que sufren los palestinos.


¿Cuál es la situación actual en Judea y Samaria?

La situación en la Franja de Gaza es clara por lo que no tiene mucho sentido centrarnos en ella. Israel está en guerra contra el Hamás, organización que expulsó por la fuerza a la Autoridad Palestina en 2007. Los acuerdos de cooperación o las disputas internas dentro de la arena política interna palestina no es asunto israelí aunque influye en nuestro país. No viven israelíes en la Franja de Gaza y no existe ocupación alguna. Existe un bloqueo totalmente legal.

Para comprender la situación en Judea y Samaria (Cisjordania) debe centrarnos en dos descripciones: La distribución de la tierra de acuerdo a los Acuerdos de Oslo B (1995) y la dispersión de los asentamientos judíos más allá de la línea verde.

* El 28 de setiembre de 1995 se firmaron, en Washington, los acuerdos conocidos como “Oslo B” o en su nombre oficial “Acuerdos Intermedios para la Cisjordania y la Franja de Gaza” que le otorgaban a los palestinos un auto-gobierno en sus principales ciudades y en 450 poblados pequeños.

Todo el territorio de Judea y Samaria (5.722 km2) fue dividido en tres regiones:

Territorios A: Bajo soberanía civil y de seguridad palestina, gobernados por la Autoridad Palestina. Es el 18% de todo Judea y Samaria (incluyen las principales ciudades). Desde la Intifada de Al-Aqsa, Israel prohíbe que sus ciudadanos entren allí.

Territorios B: Bajo soberanía civil palestina (Autoridad Palestina) y control en la seguridad de Israel. Representa el 22% de Judea y Samaria.

Territorios C: Bajo control civil y militar israelí hasta que se decida su estatus final.


En la actualidad, las colonias judías más allá de la línea verde se ubican en la Zona C de los Acuerdos de Oslo B (1995) y en los anillos de Jerusalén, ciudad que ha multiplicado su perímetro administrativo desde finalizada la Guerra de los Seis Días de 1967.

El territorio A y B, juntos, representan el 40% de todo el territorio de Judea y Samaria mientras que el C es el 60%. Un total de 130 poblados palestinos se ubican dentro del territorio C (en manos de Israel) y allí habitan entre 50.000 a 100.000 palestinos que son como máximo 5% de los palestinos de Judea y Samaria y menos del 3% de todos los palestinos de la región. El Ministro de Educación Naftali Bennet propuso, en el pasado, anexar totalmente el territorio C otorgándoles ciudadanía a esos palestinos.

Israel no desea, ni le conviene, anexar territorios definidos en Oslo B como A y B por lo que se está definiendo, con o sin negociaciones, es el futuro del territorio C y del este de Jerusalén. Al fin de cuentas, Israel y los palestinos deben decidir el futuro de 3.433 km2.

* La distribución de colonos más allá de la línea verde: En todo el territorio C habitan 421.400 ciudadanos israelíes (datos del 2016, es cerca del 5% de la población total del país) y a eso hay que sumarles otros 375.000 que habitan los barrios ubicados más allá de la línea verde de Jerusalén.


Podemos dividir las colonias judías en cuatro: Marrones – Colocadas allí por los gobiernos socialistas en el marco del Plan Alón. Hablamos de unas 6.000 personas que se sitúan en el Valle del Jordán. Roja – Colonias de judíos ortodoxos que llegaron allí motivados, principalmente, por el precio de las viviendas. Verdes – Ciudades grandes como Maale Adumim o Ariel en donde habitan judíos laicos y religiosos. Azules – Asentamientos de judíos neo-ortodoxos (nacional religiosos), algunos de ellos asentamientos aislados en forma de colonias pequeñas con unas 100 familias habitando allí.

La distribución territorial de las colonias judías provocó que se formase cierto consenso en Israel que sostiene que “los bloques territoriales” deben quedar únicamente en manos de Israel. Cuando nos referimos a bloques territoriales hablamos de zonas en donde se condensan mucha presencia judía contigua y poco palestina, y que están pegadas o unidas a la línea verde.

Nos referimos a:

* Bloque Maale Adumim – 50.000 israelíes extendidos en una municipalidad de 60.000 dunam.
* Bloque Guivat Zeev – Ubicado al noroeste de Jerusalén, se extiende en 25.000 dunam y viven allí 20.000 israelíes.
* Bloque Gush Etzión – 72.000 dunam en donde viven 46.000 judíos en 9 ciudades.
* Bloque Modiin-Illit – Un terreno de 11.000 dunam en donde viven 70.000 israelíes en 4 colonias.
* Bloque Ariel – Unos 55.000 colonos que habitan 13 poblados que se extienden en 80.000 dunam.
* Bloque Karnei Shomrón – 20.000 personas en un territorio de 78.000 dunam.

En los grandes bloques territoriales de asentamientos judíos en Judea y Samaria viven cerca de 290.000 personas que representan casi el 70% de los 421.400 israelíes en un terreno que equivale a 326 km2 (que es el 5.70% del territorio). Estos datos no incluyen a los 375.000 judíos que habitan los barrios ubicados más allá de la línea verde de Jerusalén.

En el año 2008, el Primer Ministro de Israel, Ehud Olmert, le ofreció al Presidente la Autoridad Palestina un solución final territorial en donde Israel se anexaba totalmente los bloques territoriales (6.3%) pero compensaba a los palestinos con un 5.8% de territorios ubicados dentro del Israel pre-1967 (marcados en rojo). La lógica, de Olmert, era: “Israel se queda con la gran mayoría de los israelíes y renuncia a la mayoría de los territorios”.


¿Qué considero podría hacer Israel? (a la luz de la anterior descripción)

* Israel debería anexar totalmente, declarativamente o de facto, todos los bloques territoriales de forma unilateral. En abril del 2004 se produjo un intercambio de cartas entre el Primer Ministro Ariel Sharon y su paralelo norteamericano George Bush en donde se entendía una aprobación norteamericana a la soberanía israelí de esta región en cualquier acuerdo futuro. De esta forma, Jordania, agresor de la guerra de 1967, pagaría un precio territorial por haber atacado a Israel (me declaro a favor de la Doctrina de Julius Stone). Debido a que el territorio no pertenecía ni perteneció nunca a un estado palestino, Judea y Samaria permanece en su estatus de “territorios en disputa”.

* Israel debería decidir, unilateralmente, hasta que no se presente un interlocutor palestino que esté dispuesto a reconocer a Israel como “Cuna Nacional del Pueblo Judío” (poniendo punto final al conflicto)… ampliar el territorio que forma parte de los “Bloques Territoriales” en una proporción similar al terreno que ocupan todos los asentamientos que están fuera de los bloques territoriales. Es decir, si los asentamientos aislados ocupan otro 3% del territorio, dicha proporción se debería agregar a los 326 km2 ya poder de Israel. Por ejemplo, al noreste de Modiin o sur del bloque Ariel resaltan territorios con poca presencia árabe. Otro tanto podríamos decir en el noreste de Samaria.

* Un israelí que habita en un asentamiento aislado (fuera de los bloques y de Jerusalén) puede heredar su propiedad a su hijo y a su nieto… pero no a su bisnieto. La ley israelí establece que el soberano en los territorios C es el Ministro de Defensa de Israel por lo que se debería imponer una ley especial en este criterio.

* Todo israelí que desea reasentarse en los bloques territoriales o en las extensiones de los bloques territoriales (ese terreno agregado) recibirá una compensación económica atractiva. El objetivo es lograr una agrupación territorial máxima de los israelíes más allá de la línea verde.

* Una continuación del rechazo palestino a negociar y a acordar la “PAZ” con Israel provocaría un aumento en la anexión unilateral de territorios aledaños.

* El Valle del Jordán o una franja de ella quedaría en manos de Israel por motivos estratégicos militares.

*Los barrios orientales de Jerusalén, con sus 375.000 habitantes, quedarán en manos de Israel en cualquier acuerdo futuro.

Israel desea mantenerse como un Estado con gran mayoría Judía. Israel desea seguir siendo un Estado democrático. Los israelíes queremos Paz para nosotros y nuestros hijos. Es hora de tomar la iniciativa.

La presente postura representa al autor y no a la organización que dirige. Hatzad Hasheni reúne en su seno a personas cuya misión es defender el derecho a la autodeterminación del pueblo judío brindándoles contenidos a las comunidades judías y a los múltiples amigos de Israel.


11/01/2018 en POR ISRAEL 





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