TRAS someter los restos del líder palestino Yasser Arafat a análisis forenses nueve años después de su muerte, forenses suizos afirman estos días que murió envenenado, quizás con polonio radiactivo, y sin embargo otros forenses, esta vez franceses, aseguran que no hubo envenenamiento, sino una infección general que no identifican.
Porque quizás no quieren: su médico personal, Ashraf al Kurdi, aseguró casi tres años después de su muerte, en agosto de 2007, y en declaraciones a la televisión Al Yazira, que creía que Arafat había sido envenenado, pero que también padecía sida.
Nada más pronunciar las siglas VIH la emisora cortó la emisión en directo, pero el documento quedó en las videotecas.
Arafat, de 75 años cuando murió en un prestigioso hospital francés, en noviembre de 2004, había agonizado durante varias semanas sin que ningún médico, algunos de los mejores del país, desvelara cuál era realmente su mal.
Igual que ahora, se acusó entonces a Israel de envenenarlo. Pero, dado el emponzoñamiento de la relación entre los propios palestinos, si esta hubiera sido la causa también serían sospechosos sus rivales de Al Fatah y sus enemigos ultrarreligiosos de Hamas o de Hizbolá, que se habían propuesto eliminarlo.
El sida podía haberlo contraído en supuestas relaciones homosexuales, de creer a Ion Mihai Pacepa, jefe del espionaje rumano bajo Ceaucescu, y colaborador del KGB. Lo afirma en su libro Red Horizons (Regnery Publishing, 1990).
Pacepa explicó que el general Constantin Munteaunu, responsable rumano de entrenar hace tres décadas a los guerrilleros de Arafat, la Organización para la Liberación de Palestina, informó de que en varias ocasiones lo vio mantener relaciones homosexuales con sus guardaespaldas.
Otro misterio que envuelve a Arafat es el destino de su fortuna personal de unos 1.100 millones de euros, desviada de las ayudas destinadas al pueblo palestino.
Artículo escrito por MANUEL MOLARES DO VAL
Publicado en EL CORREO GALLEGO.
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