Tienen solo una semana para adquirir las habilidades que esperan nunca tener que usar: saltar desde un avión directamente al campo enemigo. Durante el curso, los pilotos aprenden cuando deben abrir su paracaídas de reserva, qué pensar en el camino, cómo no romperse las piernas al caer y cuál es la mejor técnica para relajarse antes del salto.
“¿Todos se sienten bien?” pregunta la guía del curso. Un unánime ‘sí’ retumba y los cadetes comienzan a marchar organizados en tres filas. Hoy van a saltar por primera vez en paracaídas desde un avión. Tras una semana de estudio, pasarán un examen final que nunca olvidarán y recibirán una insignia plateada: las alas de paracaidista.
Se suben al “Karnaf” (Hércules C -130) y alcanzan una altura de vuelo desde donde las ciudades se perciben como manchas de color gris. Ahora son sólo ellos, sus paracaídas, otro de emergencia y sus cascos.
Guía de Paracaidismo
Al igual que sus pares en las unidades de combate, los cadetes de la Academia de Vuelo de la Fuerza Aérea, pasan por un curso de paracaidismo operacional, en el que, entre otras cosas, se enseña teoría y práctica de los equipos, cómo usarlos, y cómo comportarse dentro y fuera del avión. Además de aprender sobre los distintos tipos de salto, se incluyen ejercicios diurnos y nocturnos, e incluso el descenso en territorios desconocidos.
Saltando hacia una posibilidad
A pesar de la estricta disciplina y del hecho de que el curso los prepara para el peor de los casos, los cadetes lo toman como un desafío interesante en sus carreras. “Los saca de la rutina y cambian de entorno por un momento. Creo que ven el salto como algo para disfrutar, como una experiencia que cambia la rutina”, dice el Capitán G., a cargo del curso.
“El curso de Paracaidismo requiere esfuerzos físicos y sobre todo mentales”, explica el comandante de la Escuela de Paracaidismo, mayor Yaniv Mor-Yosef. ”La capacidad de saltar de
un avión, es algo que requiere mucha valentía. El asunto más especial en la formación de los paracaidistas, es que se los pone frente a una situación en la que deben arreglarse completamente solos. Desde el momento en que saltan del avión, están solamente ellos mismos, sus conocimientos y las herramientas que han adquirido durante el entrenamiento”.
El pico del miedo
El momento de saltar se acerca y el miedo los sigue. Mientras rugen los motores del Karnaf sobre la pista de despegue, los tensos soldados gritan en coro ‘Hey hop, hey hop’, para liberarse del estrés.
Cuando ven la luz verde sobre la compuerta, saben que es su señal. “Cuando alguien recibe la orden de 'salto' con una palmadita en la espalda, tengo que estar seguro de que sabe lo que hace”, continúa Mor -Yosef. De lo contrario, aunque no sucede a menudo, existen casos en los que a último momento, hay soldados que no se animan a saltar, relata el oficial.
Tú y la adversidad
‘Un, dos y ¡hop!’, estás fuera del avión. ¿Qué se siente? El Capitan G. nos lo intenta explicar: “Tienes un extraño cosquilleo en la barriga, como cuando algo te emociona mucho. De un momento a otro te encuentras fuera del avión, frente a la inmensa naturaleza. Mi paracaídas estaba muy enredado, en el curso aprendimos que en un caso así debemos abrir de inmediato nuestro paracaídas de reserva. Tampoco pude abrirlo. Tironee un poco y lo logré desenrollar. Es inexplicable la sensación de alivio. Todos estos segundos son eternos, imagínate que desde que saltas en tan solo un minuto ya estás en tierra”. Se toma una pausa y sigue. “Mientras estás en el aire debes preocuparte por caer de la manera más segura posible. Es la hora de la verdad, durante todo el curso nos preparamos para este momento. Cuando estás allí arriba cayendo, no hay comandantes que te dan órdenes, no piensas en la emoción del acto de graduación y tus familiares, solo estás tú y la silenciosa adversidad de la naturaleza”.
Publicado el 11/12/2013 en AURORA DIGITAL.
“¿Todos se sienten bien?” pregunta la guía del curso. Un unánime ‘sí’ retumba y los cadetes comienzan a marchar organizados en tres filas. Hoy van a saltar por primera vez en paracaídas desde un avión. Tras una semana de estudio, pasarán un examen final que nunca olvidarán y recibirán una insignia plateada: las alas de paracaidista.
Se suben al “Karnaf” (Hércules C -130) y alcanzan una altura de vuelo desde donde las ciudades se perciben como manchas de color gris. Ahora son sólo ellos, sus paracaídas, otro de emergencia y sus cascos.
Guía de Paracaidismo
Al igual que sus pares en las unidades de combate, los cadetes de la Academia de Vuelo de la Fuerza Aérea, pasan por un curso de paracaidismo operacional, en el que, entre otras cosas, se enseña teoría y práctica de los equipos, cómo usarlos, y cómo comportarse dentro y fuera del avión. Además de aprender sobre los distintos tipos de salto, se incluyen ejercicios diurnos y nocturnos, e incluso el descenso en territorios desconocidos.
Saltando hacia una posibilidad
A pesar de la estricta disciplina y del hecho de que el curso los prepara para el peor de los casos, los cadetes lo toman como un desafío interesante en sus carreras. “Los saca de la rutina y cambian de entorno por un momento. Creo que ven el salto como algo para disfrutar, como una experiencia que cambia la rutina”, dice el Capitán G., a cargo del curso.
“El curso de Paracaidismo requiere esfuerzos físicos y sobre todo mentales”, explica el comandante de la Escuela de Paracaidismo, mayor Yaniv Mor-Yosef. ”La capacidad de saltar de
un avión, es algo que requiere mucha valentía. El asunto más especial en la formación de los paracaidistas, es que se los pone frente a una situación en la que deben arreglarse completamente solos. Desde el momento en que saltan del avión, están solamente ellos mismos, sus conocimientos y las herramientas que han adquirido durante el entrenamiento”.
El pico del miedo
El momento de saltar se acerca y el miedo los sigue. Mientras rugen los motores del Karnaf sobre la pista de despegue, los tensos soldados gritan en coro ‘Hey hop, hey hop’, para liberarse del estrés.
Cuando ven la luz verde sobre la compuerta, saben que es su señal. “Cuando alguien recibe la orden de 'salto' con una palmadita en la espalda, tengo que estar seguro de que sabe lo que hace”, continúa Mor -Yosef. De lo contrario, aunque no sucede a menudo, existen casos en los que a último momento, hay soldados que no se animan a saltar, relata el oficial.
Tú y la adversidad
‘Un, dos y ¡hop!’, estás fuera del avión. ¿Qué se siente? El Capitan G. nos lo intenta explicar: “Tienes un extraño cosquilleo en la barriga, como cuando algo te emociona mucho. De un momento a otro te encuentras fuera del avión, frente a la inmensa naturaleza. Mi paracaídas estaba muy enredado, en el curso aprendimos que en un caso así debemos abrir de inmediato nuestro paracaídas de reserva. Tampoco pude abrirlo. Tironee un poco y lo logré desenrollar. Es inexplicable la sensación de alivio. Todos estos segundos son eternos, imagínate que desde que saltas en tan solo un minuto ya estás en tierra”. Se toma una pausa y sigue. “Mientras estás en el aire debes preocuparte por caer de la manera más segura posible. Es la hora de la verdad, durante todo el curso nos preparamos para este momento. Cuando estás allí arriba cayendo, no hay comandantes que te dan órdenes, no piensas en la emoción del acto de graduación y tus familiares, solo estás tú y la silenciosa adversidad de la naturaleza”.
Publicado el 11/12/2013 en AURORA DIGITAL.
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