MITO:
«Los árabes estaban dispuestos a aceptar la internacionalización de Jerusalén. Los judíos se opusieron a la idea. Debido a su intransigencia, Israel ocupa ilegalmente toda la ciudad hoy».
«Los árabes estaban dispuestos a aceptar la internacionalización de Jerusalén. Los judíos se opusieron a la idea. Debido a su intransigencia, Israel ocupa ilegalmente toda la ciudad hoy».
REALIDAD:
Cuando las Naciones Unidas asumieron la cuestión palestina en 1947, recomendaron que toda Jerusalén fuese internacionalizada. El Vaticano y muchas delegaciones predominantemente católicas presionaron por este status, pero una razón concluyente para la decisión de NU fue el deseo del bloque soviético de contrariar al rey Abdula de Transjordania y a sus patronos británicos negándole a este rey el control de la ciudad.
La Agencia Judía, luego de debatirlo mucho, convino en aceptar la internacionalización con la esperanza de que a corto plazo librara a la ciudad de derramamiento de sangre y, al nuevo Estado, de conflicto. Puesto que la resolución que dividía el territorio contemplaba un referendo sobre el status de la ciudad al cabo de 10 años, y los judíos constituían una mayoría substancial, la expectativa era que la ciudad terminaría por incorporarse a Israel. Los estados árabes se opusieron a la internacionalización de la ciudad tan tajantemente como se oponían al resto del plan de partición.
En mayo de 1948, Jordania invadió y ocupó Jerusalén Oriental, dividiendo la ciudad por primera vez en su historia, y empujando a miles de judíos —cuyas familias habían vivido en la ciudad durante siglos— al exilio. El plan de partición de NU, incluida su propuesta de que Jerusalén fuese internacionalizada, había sido superado por los acontecimientos.
Luego del rechazo de los árabes a la resolución 181 de NU y, el 11 de diciembre de 1948, a la resolución 194, que establecía la Comisión Conciliatoria de NU para Palestina, el primer ministro David Ben-Gurión declaró que Israel ya no aceptaría la internacionalización de Jerusalén.
De 1948 al 67, la ciudad estuvo dividida entre Israel y Jordania. Israel convirtió a Jerusalén Occidental en su capital; Jordania ocupaba la sección oriental.
Debido a que Jordania —al igual que todos los estados árabes en ese tiempo— mantenía un estado de guerra con Israel, la ciudad se convirtió, en esencia, en dos campamentos militares, repletos de muros de concretos y bunkers, alambradas, campos minados y otras fortificaciones militares.
«Debes dejar que los judíos se queden con Jerusalén; fueron ellos quienes la hicieron famosa».
Winston Churchill al diplomático Evelyn Shuckburgh, 1955.
En 1967, Jordania ignoró la petición de Israel de que permaneciera al margen de la guerra de los Seis Días y atacó la parte occidental de la ciudad. Los jordanos fueron derrotados por fuerzas israelíes y arrojados de Jerusalén Oriental, logrando así restaurar la unidad de la ciudad. Teddy Kollek, alcalde de Jerusalén durante 28 años, llamó a la reunificación de la ciudad «la realización práctica de los objetivos del movimiento sionista».
Puesto que Israel se estaba defendiendo de la agresión en las guerras de 1948 y 1967, el jurista internacional Steven Schwebel escribió, «tiene más derecho a la soberanía de Jerusalén que sus vecinos árabes».
Fuente:
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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