MITO:
«Estados Unidos siempre ha apoyado a Israel automáticamente desde 1948».
REALIDAD:
Estados Unidos ha sido el más cercano aliado de Israel a lo largo de su historia, sin embargo, EE.UU. ha actuado en contra de los deseos del Estado judío en muchas ocasiones.
El empeño de EE.UU. de equilibrar el apoyo a Israel con el aplacamiento de los árabes comenzó en 1948, cuando Truman dio señales de ceder sobre la partición y abogó por un fideicomiso. Después de que los estados árabes circunvecinos invadieron a Israel, EE.UU. mantuvo un embargo de armas que restringió severamente la capacidad de los judíos para defenderse.
Siempre, desde la guerra de 1948, EE.UU. ha sido reacio a insistir en planes para reasentar a los refugiados árabes. También ha sido renuente a cuestionar las violaciones de los árabes de la Carta y las resoluciones de las NACIONES UNIDAS. Así, por ejemplo, a los árabes les permitieron llevar a cabo el bloqueo del Canal de Suez, imponer un boicot a Israel y cometer actos de terrorismo. De hecho, EE.UU. ha tomado posiciones contra Israel en las NU con bastante frecuencia, y no usó su veto en el Consejo de Seguridad para bloquear una resolución contra Israel hasta 1972.
Acaso el ejemplo más dramático de cómo la política norteamericana puede divergir de la de Israel se produjo durante la guerra de Suez cuando el presidente Eisenhower asumió una actitud enérgica contra Gran Bretaña, Francia e Israel. Después de la guerra, la presión norteamericana obligó a Israel a retirarse del territorio que había conquistado. David Ben-Gurión confió en dudosas garantías norteamericanas que sembraron las semillas del conflicto de 1967.
En varios otros momentos, los presidentes norteamericanos han actuado contra Israel. En 1981, por ejemplo, Ronald Reagan suspendió un acuerdo de cooperación estratégica después de que Israel se anexara las Alturas de Golán.
En otra ocasión, suspendió la entrega de aviones de combate por su descontento por una incursión israelí en Líbano.
En 1991, el presidente Bush sostuvo una conferencia de prensa para exigir un retraso en la consideración de una solicitud israelí de garantías de préstamo para ayudar a absorber a judíos soviéticos y etíopes, debido a su desacuerdo con la política de reasentamientos de Israel. Al poner su prestigio en juego en la moratoria, Bush usó un lenguaje destemplado que inflamó las pasiones y provocó ansiedad en la comunidad judía de que hubiera un brote de antisemitismo.
Aunque catalogado con frecuencia como el presidente más pro israelí de la historia, Bill Clinton también criticó a Israel en numerosas ocasiones. El gobierno de George W. Bush tampoco se ha cohibido de criticar a Israel por acciones que considera contrarias a los intereses de EE.UU., pero por lo general ha sido más reservado en sus declaraciones públicas.
Fuente:
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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