MITO:
«La política israelí alienta los ataques de judíos fanáticos contra residentes musulmanes y cristianos y sus santos lugares».
«La política israelí alienta los ataques de judíos fanáticos contra residentes musulmanes y cristianos y sus santos lugares».
REALIDAD:
Las autoridades israelíes siempre han intentado detener a los fanáticos -de todas las fes- de profanar los lugares religiosos o cometer actos de violencia contra ellos. Cuando no ha podido impedir que tales actos ocurran, Israel ha castigado severamente a los perpetradores. Por ejemplo, Allen Goodman, un israelí desequilibrado que en 1982 desató un violento tiroteo en el Monte del Templo, fue sentenciado a cadena perpetua.
En 1984, las autoridades israelíes infiltraron un grupo judío que planeaba actos de violencia contra lugares y civiles no judíos. Los terroristas fueron procesados y encarcelados.
En 1990, los Fieles del Monte del Templo, un grupo extremista judío, intentó marchar hasta el Monte del Templo o Sukkot para colocar la piedra angular del Tercer Templo. La policía, temiendo que tal desfile enojaría a los musulmanes y exacerbaría una situación ya tensa creada por la intifada y los sucesos del Golfo Pérsico, les negó el derecho a desfilar. La decisión fue ratificada por el Tribunal Supremo israelí, un hecho que se les dio a conocer de inmediato a los líderes religiosos y a la prensa árabe. Pese a la acción preventiva de Israel, «los líderes musulmanes y los activistas de la intifada persistieron e incitaron a sus fieles a la confrontación». Como resultado, se suscitó un trágico motín en el que murieron 17 árabes.
Desde ese tiempo, Israel ha estado particularmente vigilante, y hace todo lo posible para evitar cualquier provocación de parte de agrupaciones o individuos que pudieran amenazar la santidad de los lugares sagrados de cualquier fe.
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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