MITO:
«Los árabes palestinos tuvieron que huir para evitar ser masacrados como lo fueron los pacíficos habitantes de Deir Yasín».
«Los árabes palestinos tuvieron que huir para evitar ser masacrados como lo fueron los pacíficos habitantes de Deir Yasín».
REALIDAD:
Las Naciones Unidas resolvieron que Jerusalén sería una ciudad internacional separada de los estados árabe y judío demarcados en la resolución en que se dividía el país. Los 150.000 habitantes judíos estaban bajo constante presión militar; los 2.500 judíos que vivían en la Ciudad Vieja eran víctimas de un bloqueo árabe que duró cinco meses antes de que fueran obligados a rendirse el 29 de mayo de 1948. Antes de la rendición, y durante el asedio de Jerusalén, convoyes judíos intentaron llegar a la ciudad para aliviar la escasez de alimentos que, para abril, se había tornado crítica.
Entre tanto, las fuerzas árabes, que se habían dedicado a esporádicas y desorganizadas emboscadas desde diciembre de 1947, comenzaron a hacer un intento organizado de interrumpir la carretera que conecta Tel Aviv con Jerusalén —la única ruta de suministros de la ciudad. Los árabes controlaban varios puntos estratégicos, que dominaban la autopista y les permitían hacer fuego sobre los convoyes que intentaban llegar a la asediada ciudad con suministros. Deir Yassín estaba situada en una colina, a unos 2.600 pies de altura, que dominaba una amplia visión de la vecindad y estaba localizada a menos de una milla de los suburbios de Jerusalén. Su población era de 750 habitantes.
El 6 de abril, se lanzó la Operación Naasón para abrir la carretera a Jerusalén. La aldea de Deir Yassín se incluyó en la lista de aldeas árabes que serían ocupadas como parte de la operación.
El Irgún decidió atacar Deir Yassín el 9 de abril, mientras el Haganah estaba librando aún la batalla por Kastel. Éste fue el primer ataque importante de Irgún contra los árabes. Anteriormente, el Irgún y la Lehí habían concentrado sus ataques contra los británicos.
Según el líder del Irgún Menajem Begin, el asalto fue llevado a cabo por 100 miembros de esa organización; otros autores dicen que ascendió a 132 hombres de ambos grupos. Begin contaba que un pequeño camión abierto arreglado con un altoparlante fue conducido hasta la entrada de la aldea antes del ataque y les avisó a las civiles que evacuaran el área, lo cual muchos hicieron. La mayoría de los escritores dice que la advertencia nunca llegó a hacerse porque el camión con los altavoces rodó por una zanja antes de que pudiera transmitir el aviso. Uno de los combatientes dijo que la zanja estaba llena y que el camión siguió rodando hasta la aldea. «Uno de nosotros hizo un llamado por el altavoz en árabe, diciéndoles a los habitantes que depusieran sus armas y huyeran. No sé si ellos lo oyeron, y sé que esa petición no llegó a tener ningún efecto».
Contrario a las historias revisionistas que dicen que el pueblo estaba lleno de pacíficos inocentes, los vecinos y las tropas extranjeras abrieron fuego contra los atacantes. Uno de los combatientes describió su experiencia:
Mi unidad asaltó y pasó la primera hilera de casas. Yo estuve entre los primeros en entrar en la aldea. Había unos cuantos tipos conmigo, cada uno alentando a los otros a avanzar. En lo alto de la calle vi a un hombre con ropa de caqui que corría delante de mí. Pensé que era uno de los nuestros. Corrí tras él y le dije, «avance hasta esa casa». De repente se volvió, me apuntó con su fusil y disparó. Era un soldado iraquí. Fui alcanzado en el pie.
La batalla fue feroz y duró varias horas. El Irgún sufrió 41 bajas, entre ellas cuatro muertos.
Sorpresivamente, después de la «masacre», el Irgún acompañó a un representante de la Cruz Roja a través del pueblo y celebró una conferencia de prensa. La subsecuente descripción que hizo el New York Times de la batalla fue esencialmente la misma de Begin. El Times dijo que más de 200 árabes resultaron muertos, 40 capturados y 70 mujeres y niños liberados. Ni un atisbo de masacre aparecía en el informe.
«Paradójicamente, los judíos dicen que unos 250 de los 400 habitantes de la aldea (resultaron muertos), mientras los árabes sobrevivientes dicen que sólo fueron 110 de 1.000». Un estudio de la Universidad de Bir Zeit, basado en discusiones con cada familia de la aldea, llegó a la cifra de 107 árabes civiles muertos y 12 heridos, además de 13 «combatientes», prueba que el número de muertos fue más pequeño de lo que se decía y que la aldea sí tenía tropas estacionadas allí. Otras fuentes árabes han sugerido subsecuentemente que el número puede haber sido incluso más bajo.
En realidad, los atacantes dejaron abierto un corredor de escape desde la aldea y más de 200 residentes salieron ilesos. Por ejemplo, a las 9:30 A.M., unas cinco horas después de comenzado el combate, la Lehí evacuó a 40 ancianos, mujeres y niños en camiones y los llevó a una base en Sheikh Bader. Más tarde, los árabes fueron llevados a Jerusalén Oriental. Ver a los árabes en manos de los judíos también ayudó a levantar la moral del pueblo de Jerusalén, que estaba desalentado por los reveses en la lucha hasta ese momento. Otra fuente dice que 70 mujeres y niños fueran sacados y entregados a los británicos. Si la intención hubiera sido masacrar a los habitantes, nadie habría sido evacuado.
Después de que el resto de los árabes fingió que se rendían y luego les abrió fuego a las tropas judías, algunos judíos mataron soldados y civiles árabes indiscriminadamente. Ninguna de las fuentes especifica cuántas mujeres y niños murieron (el informe del Times dice que aproximadamente la mitad de las víctimas; su cifra de bajas original provenía de la fuente del Irgún), pero hubo algunos entre las bajas.
Al menos algunas de las mujeres que resultaron muertas se convirtieron en blancos debido a los hombres que intentaron disfrazarse de mujeres. El comandante del Irgún reportó, por ejemplo, que los atacantes «encontraron hombres vestidos de mujeres y por tanto comenzaron a dispararles a las mujeres que no se apresuraron a bajar al lugar designado para reunir a los prisioneros. Otro miembro del Haganah contaba la historia que escuchó a un grupo de árabes de Deir Yassín que dijeron «los judíos encontraron que algunos combatientes árabes se habían disfrazado de mujeres. Los judíos registraban a las mujeres también. Uno de los que estaban registrando se dio cuenta de que había sido descubierto, sacó una pistola y le disparó a un comandante judío. Sus amigos se enfurecieron, dispararon en todas direcciones y mataron a los árabes en el área».
Contrario a lo que alegaban los propagandistas árabes en ese tiempo y algunos desde entonces, nunca se han presentado pruebas de que ninguna mujer fuera violada. Por el contrario, cada aldeano entrevistado ha negado esas alegaciones. Al igual que muchas de las denuncias, esto era un deliberado ardid propagandístico, pero que les trajo (a los árabes) resultados negativos.
Hazam Nusseibi, que trabajaba para el Palestine Broadcasting Service en 1948, reconoció que Hussein Khalidi, un líder árabe palestino, le dijo que fabricara las supuestas atrocidades. Abu Mahmud, un residente de Deir Yassín en 1948 le dijo a Khalidi «no hubo ninguna violación», pero Khalidi replicó, «tenemos que decir esto, para que los ejércitos árabes vengan a liberar a Palestina de los judíos». Nusseibi le dijo a la BBC 50 años después. Éste fue nuestro mayor error. No nos dimos cuenta de cómo reaccionaría nuestro pueblo. Tan pronto como oyeron que las mujeres habían sido violadas en Deir Yassín, los palestinos huyeron aterrorizados.
La Agencia Judía, al saber del ataque, expresó inmediatamente su «horror y repulsa». También envió una carta expresándole la conmoción y desaprobación de la agencia al rey Abdula de Transjordania.
El Supremo Comité Árabe esperaba que informes exagerados acerca de una «masacre›› en Deir Yassín inducirían a la población de los países árabes a presionar a sus gobiernos a intervenir en Palestina. En lugar de eso, el impacto inmediato fue estimular un nuevo éxodo palestino.
Sólo cuatro días después de que se publicaran los informes de Deir Yassín, una fuerza árabe emboscó a un convoy judío en el camino al hospital Hadassah, y mató a 77 judíos, incluidos médicos, enfermeras, pacientes y al director del hospital. Otras 23 personas resultaron lesionadas. Esta masacre atrajo poca atención y nunca es mencionada por los que siempre están prestos a sacar a colación a Deir Yassín. Además, pese a ataques como éste contra la comunidad judía de Palestina, en los cuales más de 500 judíos resultaron muertos sólo en los primeros cuatro meses que siguieron a la decisión sobre la partición, los judíos no huyeron.
Los palestinos sabían, pese a su retórica en contra, que los judíos no intentaban aniquilarlos; de otro modo, no les habrían permitido evacuar Tiberias,
Haifa o ninguno de los otros pueblos tomados por los judíos. Además, los palestinos podían encontrar santuario en los estados vecinos. Los judíos, sin embargo, no tenían ningún lugar adónde correr de haberlo querido. Estaban decididos a luchar hasta la muerte por su país. Eso llegó a ser una convicción para muchos, porque los árabes estaban interesados en aniquilar a los judíos, tal como el Secretario General de la Liga árabe Azzam Pashá lo puso en claro en una entrevista con la BBC la víspera de la guerra (15 de mayo de 1948): «Los árabes intentamos llevar a cabo una guerra de exterminio y de notables masacres, de la cual se hablará como de las masacres de los mongoles y los cruzados».
Las referencias a Deir Yassín han seguido siendo un elemento fundamental de la propaganda antiisraelí durante décadas porque el incidente fue único.
Fuente:
Extracto del libro Mitos y Realidades de la Jewish Virtual Library.
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